Pequeño paso

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Inko Midoriya termina de limpiar la habitación de su único hijo. Por alguna razón, tenía el presentimiento de que vería pronto a su primogénito, su instinto de madre lo dictaba de esa forma.

Baja a la cocina a terminar de preparar su cena, el no tener mayores cosas porque preocuparse, se había retrasado en sus labores domésticas, al tener que salir de su hogar a hacer unas compras y los autobuses estaban repletos, así que su regreso a casa, tomó más tiempo de lo esperado.

Estaba terminando de hacer las bolas de arroz cuando el timbre de su hogar la distrae de sus labores. Limpia sus manos y camina a la puerta, no recordaba haber pedido algo o de haber sido avisada de alguna visita por parte de sus colegas para tomar el té, al abrir la puerta, se lleva la mayor sorpresa de su vida. Su único y querido hijo estaba en la puerta, acompañado de Todoroki, no puede evitar comenzar a llorar por la sorpresa, se abalanza sobre este dándole un fuerte abrazo, intentado convencerse de que lo tenía entre sus brazos, que no era alguna ilusión creada por su cabeza. Izuku al ver el estado de su madre le devuelve el abrazo, acariciando con cariño su espalda.

- Izuku...- dice mientras llora- ¿Por qué no me avisaste de tu salida?- le pregunta separándose del abrazo, al no recibir respuesta, se asusta- ¿Hijo?, ¿Qué tienes?

- Disculpe señora Midoriya- entra en la conversación- Pero Izuku no puede hablar por unos días, para poder cuidar su voz.

- ¡¿Ocurrió algo?!!- pregunta preocupada, tocando el rostro del peliverde.

- Sobreesfuerzo en sus pliegues vocales- explica- Su voz suena ronca y al tragar cualquier cosa, le duele la garganta, pero no es nada grave, es sólo reposo.

La mujer al escuchar eso, suspira con más tranquilidad. Le jala una de las orejas a su hijo.

- ¡Debiste avisarme de que te darían de alta!- el pecoso al no poder pronunciar sonido, le dedicada una mirada arrepentida- ¡¿Qué habrías hecho si Todoroki-san no hubiera podido acompañarte?!- le regañaba.

Al bicolor le parecía extraño ese comportamiento, después de todo, nunca lo vivió en su casa, realmente la crianza de su novio, había sido menos difícil que la suya. Luego de unos reclamos y regaños más, la mujer de cabellos verdes les permite la entrada a la morada.

- Muchas gracias Todoroki-san- le agradece- Por ayudar a mi descuidado hijo.

- Lo hago con gusto- responde con educación, Inko le agradaba demasiado, le alegraba tener una suegra como ella.

Izuku se soba la oreja afectada por los jalones proporcionados por su madre, con algunas lágrimas en sus ojos. La sorpresa que quería darle a su madre fue arruinada en todos los sentidos, su bienvenida y recibimiento se basó en regaños que de cierta forma se tenía merecidos, pero no quería que Shouto hubiera presenciado la penosa escena.

- Izuku- lo llama, este voltea a verla- ¿Te recomendaron días de reposo?

Deja de sobarse su oreja para buscar su celular y comenzar a escribir, al terminar, le extiende el aparato eléctronico a la mujer que lee el mensaje.

"Debo pasar por la enfermería en la Yuuei mañana y ya puedo asistir a clases, no me dejan hacer entrenamientos o ejercicios riesgosos o pesados por otras dos semanas"

- ¿Ya puedes asistir?- asiente- Pero si acabas de salir- dice mientras le devuelve el celular a su hijo- Debieron dejarte descansar el día de mañana- al notar la mirada en desacuerdo del ojiesmeralda se cruza de brazos- ¿Estas pensando en ser imprudente y asistir mañana?- entre cierra los ojos un poco, el acusado traga grueso, sintiendo el ardor en el inicio de la zona de la garganta. Asiente, maldecía el no poder hablar para explicarle a su madre sus razones.

Heridas (Tododeku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora