Capítulo 4

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Tara

Luego de hablar con Piere vuelvo a dirigirme a la mesa en la que estábamos, ya la mayoría se han ido, los que no, siguen en la pista de baile del segundo piso, pero Bastian sigue sentado en su silla esperando por mí, a medida que me voy acercando logro ver cómo la mesera le alcanza a dar un trago y señala a la barra desde donde una mujer rubia, alta y muy hermosa saluda con su mano a la distancia a mi marido y guiñándole un ojo lo invita a que se acerque a él, por lo que me detengo a ver que hace mi esposo ante eso, y lo que veo me hace amarlo más si eso es posible.

El levanta su mano izquierda haciéndole entender que está casado, veo cómo le pide una lapicera y una servilleta a la mesera y comienza a escribir algo. Cuando termina se lo da a la mesera y ahí me descoloco cuando veo que la mesera se dirige hacia la barra, si llega a decirle algo a la chica de la barra juro que lo mato, y para mi gran sorpresa lo hace, y me quedo pasmada en el lugar, será imbécil, creí que ya habíamos pasado la etapa en la que se ponía de coqueto con medio mundo.

Con toda la furia del universo me dirijo a donde está, el camino se me hace eterno, tanto que justo cuando estoy llegando la mesera llega nuevamente al mismo tiempo que yo y le entrega la servilleta de nuevo y se marcha, y con todo el veneno del mundo empiezo mi monólogo dirigido pura y exclusivamente a Bastian.

- Te vi Sebastian, primero le muestras tu anillo y después le mandas una servilleta con vaya a saber qué cosa escrita allí, acaso ya no me amas, no te he hecho nada malo, por qué haces esto Bastian.

Ya estoy a punto de largarme a llorar y al ver el rostro de Bastian lo único que veo es su cara de póker cómo si me preguntara qué demonios me pasa, para después ver aparecer la furia en sus ojos.

- ¿Por qué eres tan celosa Tara? Ya hemos hablado sobre esto. Toma aquí tienes la servilleta y lo que le puse a la chica de la barra, te espero en el auto Tara.

Mi esposo de verdad está enojado, pero no sé porque si no soy yo la que coqueteaba con alguien, fue él. Pero al leer la servilleta me golpeo con un martillo mentalmente. La servilleta está escrita de los dos lados uno con la letra de mi amor y el otro supongo que con la de la mujer. Del lado donde escribió él dice: "Sin duda eres hermosa pero amo a mi esposa y a mis dos hijos, jamás les sería infiel, son mi vida"

Y del otro lado ella le puso: Cuídala, si es la mujer que te está mirando en este momento como si fueras su mundo, lo vale todo"

Y así sin más salgo corriendo del lugar por el mismo sitio que lo hizo Bastian, para cuando logro salir veo cómo el ya está llegando al auto. Sin dudarlo ni un segundo corro con más ganas y me largo encima de él como si fuera un koala envolviéndome alrededor de él con mis brazos y piernas y comienzo a decirle al oído cuanto lo siento, y cuanto lo amo.

- Tara pero por que te pones así, antes no eras así en lo absoluto, me celas más ahora que cuando empezamos a salir. ¿Bebé, que es lo que te está pasando últimamente?

Y solo esas palabras por parte de él me hacen empezar a derramar un par de lagrimas, nuestra relación este último año no ha sido lo mismo, él trabajando para darnos todos los gustos, yo terminando la tesis de mi maestría y los dos cuidando a los niños, ni siquiera tenemos la misma cantidad de sexo que antes, llegamos tan cansados de todas las cosas que hacemos durante el día que ya ni nos abrazamos mientras dormimos, apenas nos acostamos caemos rendidos a dormir. Así que me animo y le digo todo respecto a cómo me he estado sintiendo y me atrevo a preguntarle si inclusive él ya no me encuentra atractiva ya que después de tener a mis príncipes me quedaron varios kilos de mas que no pude bajar y mis caderas y pecho crecieron, y soy un absoluto desastre.

No me desafíesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora