Saint Germain des Prés, París
Martes, 22 de diciembre de 2015
Arantxa
Siempre se lo he dicho: la vista panorámica de nuestra casa es perfecta. Cenar en nuestro comedor con las luces apagadas, a excepción de un par de velas, y con la Tour Eiffel de fondo es simplemente mágico, y muy romántico.
Esta noche, por fin puedo volver a disfrutar de la comida casera, es mil veces mejor que la de los más lujosos restaurantes londinenses, y ella sabe cómo engreírme cada vez que regreso de esos eternos y muy aburridos viajes de negocios que son una constante en mi trabajo.
Hace casi dos horas bajaba del avión y me dirigía a recoger mi ligero equipaje. Ya desde hace varios años, sucede que alguien siempre me espera cada vez que regreso de viaje. Ella me recibe con una animosa caminata que termina en un pequeño y cariñoso saltito hacia mis brazos, cuando falta menos de un metro para besarnos. Nuestros labios se saludan con fuego y dulzura, mientras susurramos lo mucho que nos hemos extrañado.
En el recorrido de regreso a nuestro departamento parisino es cuando nos ponemos al día sobre lo ocurrido en las últimas semanas que pasamos separadas. Ahí es cuando los detalles, que no se pueden decir mediante una llamada, salen a flote y nos divertimos entre risas con las anécdotas que siempre nos persiguen.
Si alguien en este mundo me conoce muy bien, indudablemente es ella. Como hoy que acabo de regresar de una conferencia en Londres, pues ni bien terminamos de darnos esos ricos besitos de pico que siempre le provocan cosquillas, solo le bastó un par de miradas -con esos azulados y expresivos ojos- para preguntarme con quién me había encontrado en Inglaterra para que estuviese tan ansiosa.
Me limité a sonreírle antes de confesarle ese extraño y rápido encuentro que tuve con la chica de ojos de fuego... entre nosotras nunca ha habido secretos. Ya le he contado sobre esa montaña rusa que ha sido mi vida. Desde ese segundo amor que tuve en Nueva York hasta el primer amor que me ha marcado para siempre.
Nos conocimos hace algunos años, en mi momento más difícil, y le conté toda la historia que tuve con mi Maestra: Mía Montgomery.
La vida es extraña, después de ese día, nos enamoramos.
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Maestra
RomanceAquí empezó todo, antes de que Arantxa tuviese sus propios juegos y reglas, alguien tenía que enseñarle a ser una maestra. Dos clases sociales opuestas, dos formas distintas de ver la vida, pero un amor puro nacerá entre las dos después de ese prime...