Broad Street, Seattle
Sábado, 27 de febrero de 1999
Arantxa
<<Acaso crees que soy una "enferma" que se mete con mujeres>> Me lo había dicho con todas sus letras. Incluso, su despectivo tonito sigue fresco en mis oídos, y no me lo puedo arrancar por más que lo anhele. Ella era gélida como el más crudo invierno, mientras que yo no era más que un tímido rayito de sol, y sucedió lo inevitable: me apagó.
No recuerdo la última vez que lloré con tanto sentimiento, como si mi vida se fuera en cada lágrima que incineraba a mi piel, pero no tenía punto de comparación cuando esas gotitas se filtraban a través de mis labios y probaba lo saladitas que eran. Solo me hacían recordar la efímera y falsa dulzura del primer beso de mi vida. ¿Acaso ella lo sabía, o, al menos lo imaginó?
Ya no quiero volverme a enamorar como una completa estúpida. Mía tenía razón, solo a una "enferma" le gustaría una mujer, eso está mal, y yo me confundí. ¡Maldita sea! Hasta ahora no entiendo por qué se me ocurrió besarla. ¡Qué diablos pensaba!
- ¡Entonces, queda! Salimos en parejas el fin de semana antes de empezar el semestre. - Chilló Susan, muy emocionada, de que por fin yo aceptara incluirme en esas saliditas exclusivas entre parejitas.
- Ya verás Arantxa, lo pasaremos fresh – Dijo Frederick. - Ya verás que Timo es más divertido que yo.
- Sí, Frederick es un aburrido que solo habla sobre economía y política. – Agrega Susan, antes de besarlo en la mejilla y reír.
Ese par son la pareja perfecta. Y les tengo -una muy sana- envidia, seguro que terminarán casándose en unos cuantos años.
- Gracias por presentarme a tu hermano, Frederick. - Hablé, antes de que un incómodo silencio se cerniera entre nosotros y las rondas de hamburguesas y sodas que estábamos comiendo en uno de los locales de Burger King cerca al puerto.
Le había "prometido" a mi corazón el no enamorarme, pero eso no significaba ser una amargada con la vida - ja, como mi padre-. Me daría la oportunidad de tener citas con alguno que otro chico, y qué mejor para empezar - en este inhóspito terreno - que con el hermano menor de Frederick. Además, de mi grupo de amigos, yo soy la única que nunca ha tenido pareja. <<Ahora ya podrás salir a pasear más seguido por Seattle>> me señaló Matt, en medio de una desbordante alegría, cuando se lo conté.
Escuché, fingiendo atención, la conversación de Su y su novio sobre las asignaturas y los profesores que deberíamos evitar este semestre universitario, para así tener suficiente tiempo para saliditas durante todos los fines de semana. Sonreía, afirmaba con la cabeza, o hacía una mueca de sorpresa, cada vez que escuchaba algo merecedor de atención, pero mi mente estaba muy lejos de aquí.
Hace ya dos semanas fue la última vez en que vi a Mía Montgomery. Tampoco esperaba que regresara al café para pedirme disculpas por romper de la peor forma ese beso - y esa bonita ilusión, al menos para mí - nunca más nos volveríamos a cruzar, el destino no puede ser tan caprichoso ni sádico como para repetir un infierno.
Bajé la mirada hacia mi hamburguesa con queso doble, la cual no me sabía a nada, y me encontré con las imperceptibles marcas que aún persistían sobre mis nudillos. Sí, esa noche me hice una herida en la mano derecha después de golpear furiosamente la pared de mi habitación al no poder evitar derramar más lágrimas por esa chica.
Ni siquiera el dolor físico pudo superar lo que sentía por dentro: el desgarro de mi corazón que no paraba de sangrar, estaba tan necesitada de cariño que me había atrevido a besarla.
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Maestra
RomanceAquí empezó todo, antes de que Arantxa tuviese sus propios juegos y reglas, alguien tenía que enseñarle a ser una maestra. Dos clases sociales opuestas, dos formas distintas de ver la vida, pero un amor puro nacerá entre las dos después de ese prime...