O C H E N T A Y C I N C O.

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Bueno, gracias a los cambios totalmente bruscos de temperatura que habían en Seattle. Estabas acostada con una horrible gripa, tos y temperatura. Era estúpido desperdiciar las vacaciones que habías tomado de la universidad — gracias al trabajo de tu esposo — para estar postrada en cama.

La televisión encendida mostraba un par de capítulos de Bob esponja; era lo único entretenido dentro de casa. A un lado de la cama, estaban demasiados papeles envueltos en bolita de mocosidad y estornudos tuyos. Nisiquiera te habías podido levantar desde que despertaste, tu fiebre hacía que no te movieras, la gripe que no respiraras bien y la tos, vaya que no podías ni hablar.

En la mesita de noche, estaba tu teléfono sonando repetidas veces. Volteaste a ver la pantalla, era Wyatt.

El debería estar en una sesión de fotos para Vogue Teen esta mañana. Por lo tanto no lo habías visto desde que salió el sol.

Decidiste no responder, tu voz nisiquiera saldría. Además, seguro llamaba para salir algún lado y tú, obviamente no estabas en condiciones.

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El timbre sonó haciéndote sobresaltar en la cama. Te habías quedado dormida, el ventanal de la habitación decía que era de noche, las luces de los edificios iluminaban hermosamente la ciudad. De repente, la puerta de tu habitación fue abierta lentamente.

— Hola. — dijo sonando confundido.

— Oda.

Wyatt abrió los ojos de sorpresa.
¿Qué no te veías lo bastante mal como para asimilar que estabas enferma?

— Te... llamé — dijo llevando sus manos a sus bolsillos. Se acercó a la orilla de la cama y se sentó.

Sentías ganas de estornudar, rápidamente tomaste el pañuelo y lo colocaste en tu nariz esperando el momento, que nunca llegó.

— Oh sí. ¿Qué quiedes? — tus ojos estaban llorando por la misma gripe.

— Salir a cenar pero... veo que no será. — respondió con una mueca. — Lamento haberte traído a enfermarte — tomó tu pierna acariciándola.

— No impodta — sonaste tu nariz. — ¿Te quedarás?

— Por supuesto que sí. Tengo que cuidar a mi esposa. — se levantó y se acerco para darte un tierno beso en la frente.

Cuanto lo habías extrañado. Tanto que querías darle un beso en los labios, pero que desgracia, lo ibas a contagiar.

— Te amo — susurraste.

— Yo te amo aún más cariño. — acarició una de tus mejillas observándose directamente a los ojos.

Pero un estornudo totalmente inesperado los hizo separarse bruscamente.

— Que asco doy. — susurraste. — Wyatt te voy a contagiar, largo.

— ¿Qué? No me iré, te voy a cuidar hasta que mejores. — frunció el ceño. — Ve a darte una ducha, iré a preparar un té y veré si tengo alguna pastilla para tu gripe.

Luego de ordenar específicamente lo que tenías que hacer, salió por la puerta cerrandola. Decidiste hacer caso y fuiste a una ducha con agua fría. Mamá decía que eso solía quitar la fiebre.

Al salir, te pusiste una pijama cómoda con pantuflas y calcetines. Saliste al living, allí estaba Wyatt preparando té de manzanilla y mientras rebuscaba en un cajón los medicamentos.

Sonreíste inconsciente, era el más lindo y atento chico que habías visto y como agredecias que fuera solo tuyo.

— Hey, no debías salir de la cama.

— Resulta que la fiebre ha bajado un poco —. Respondiste tocando tu frente. Estabas totalmente fresca.

Él se acerco con una taza humeante de té y un par de pastillas en la mano.

— Toma.

Sin vacilar, tomaste las pastillas y luego diste un sorbo al té.

— Espero que te sientas un poco mejor después. — acarició tu cabello mojado enredando sus dedos en él. — ¿Quieres ver películas? — preguntó.

— Sabes la respuesta —. Él te atrajo poniendo sus manos en tu cintura y dió un pequeño beso en la punta de tu nariz.

Tú corazón parecía derretirse ante su tacto. Es que aún seguia haciendo ese efecto en tí.

— Tú escoje, haré un poco de palomitas. — dijo sonriente.

Asentiste y como niña pequeña, fuiste corriendo al enorme televisor al living. Los ventanales hacían que fuera una habitación de hotel genial.


Al rato, con una manta cubriendo la mayor parte de sus piernas, estaban viendo ‘Una esposa de mentira’ riendo de las tontadas de parte de Adam Sandler y acompañados de palomitas de maíz.
Toda enfermedad anterior había desaparecido desde que Wyatt había llegado a la recámara.

— Gracias cariño. — susurraste a su oído, entrelazando sus manos.

— ¿Porqué? — gira su cabeza para verte a los ojos.

Sus ojos cafeses se ven completamente oscuros, pero no dejan de tener aquel brillo.

— Por cuidarme hoy. Por soportar a una esposa hací de enferma. — reíste ante tu propio comentario. — Por todo en realidad.

— Oye, eso fue exactamente a lo que prometí cuidarte. En la salud y enfermedad, ¿Lo recuerdas? — dijo frunciendo su ceño.
Él al igual que tú, recordaba el día más especial que podía existir.

Tus vista comenzó a ponerse borrosa.
Ibas a llorar a mares en cualquier momento.

— Te amo Wyatt.

— ______, yo te amo mucho más. — acortó la pequeña distancia entre ustedes con un tierno beso.

Un beso que por muchas más veces, significaba que el amor entre ustedes nunca acabaría.

Wyatt's the type of boyfriend. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora