Prefacio

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El camino empedrado que seguía hacia la casa pasaba por un frondoso bosque de arces que apenas dejaban pasar la luz del sol, se veía tenebroso y hermoso a la vez, los pájaros trinaban a todo pulmón como queriendo decirle que ellos eran libres y ella no.

Aquel lugar seria su nueva prisión, abandonada y sola contemplaba las gotas que caían, nada conocía de la felicidad. Su padre un hombre disoluto entregado al juego al punto de perderlo todo y su madre una mujer débil de carácter, que prefirió rendirse a la muerte antes de velar por su seguridad, egoístas a su manera, dejaron que ella pagara las consecuencias, su nombre era Sarah hija de un Vizconde y una baronesa, noble pero pobre hasta el punto de la miseria.

Su abuelo Lord Itharhed, despreció a su padre por el matrimonio poco conveniente que realizó, pero él era tan disoluto como su padre, entregado al juego y a la bebida. Pero hay que reconocerle algo aquel hombre corrió con más suerte que el fracasado de su hijo.

Sarah suspiró y pensó que algo bueno tendría que haber detrás de tanta miseria. Tal vez, su abuelo se apiadaria de ella y vendría a buscarla, era su única familia después de todo.

Cuando prácticamente ya no tenía que comer, su abuelo se presentó y la miró con lágrimas en los ojos, fingiendo arrepentimiento, Sarah quiso creerle y así lo hizo pero debió seguir lo que decía aquel refrán "Palabras melosas siempre engañosas"

Sarah sonrió, le hizo tan feliz ver a su abuelo, ofreció llevarla a Londres y cuidar de ella, incluso le prometió que con los negocios que estaba realizando tendría dinero suficiente para arreglar aquella casa... su prisión. Sarah asintió y se marchó junto con él. Sin embargo, pronto entendió que las palabras de aquel viejo ocultaban más que lo que decían, la había comprometido con un hombre que bordeaba la edad de su padre, con el único fin de que pueda darle un heredero y que todas sus posesiones no fueran a parar en manos de su sobrino Lord Palm.

Una vez en Londres, Sarah estuvo recluida hasta el día del enlace sus más ínfimos miedos se hicieron presentes, sin experiencia, pobre, sometida a su abuelo y sin nadie que la salve, su vida se estaba convirtiendo en un infierno. El matrimonio se llevó a cabo, su abuelo la entregó a un rufián tan crápula cómo él y desapareció.

Ya en esa casa, sus días se convirtieron en un tormento, y la esperanza se abrió ante sus ojos, conoció a un joven, hijo de Lord Gastron de más o menos su edad quien pronto se volvería su confidente hasta el punto de cometer lo imperdonable.

Intima TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora