Capitulo 6

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La sangre brotaba a borbotones, el cuerpo de Henry yacía inerte en el piso. Lord Gastron, arrojó el arma y pidió que se llamase a un médico, después de todo era su hijo quién permanecía inconsciente. Enid, corrió donde su Señora y la llevó nuevamente a la recámara.

–Mi lady, no sé que decirle– tratando de encontrar palabras de consuelo.

–No digas nada– con los ojos hinchados de tanto llorar.

–Señora– con hilo de voz– debemos marcharnos.

–No puedo irme y dejar a Henry– sollozando.

–Esta bien​– dijo la doncella– Por favor, venga conmigo... Es necesario que se de un baño– con pesar.Cuando la ayudó a bañarse, observó su cuerpo lleno de cardenales y el golpe en la cara que pronto comenzaba a hincharse. Sarah, se mantuvo quieta, cómo si se hallara en un trance; la ayudó a vestirse y la dejó echada sobre la cama, mientras ella preparaba una maleta, para emprender la huida en cualquier momento.

Enid, asomó la cabeza a la recámara de Henry, y se tapó la boca para evitar gritar, su joven amo, llevaba una venda sobre el abdomen y visiblemente se notaba que la fiebre se había apresado de él. Volvió a la recámara y se sentó sobre una silla, cerca de la cama de Sarah, quién claramente estaba teniendo pesadillas, se retorcía y gritaba, sin que pudiera hacer nada por ella.

Repentinamente, se escuchó el llamado de la puerta, haciendo que  Enid saltase de golpe, temerosamente fue abrir la puerta.

–Enid, estás aquí.... Gracias a Dios– tratando de mantenerse tranquila.

–¿Que es lo que pasa?– inquirió la mujer.

–Su excelencia, Lord Henry...esta siendo trasladado– cayendo una lágrima por su mejilla. Los ojos de Enid se pusieron vidriosos, llenándose de angustia; no sabía cómo darle la noticia a su Señora, pero ya no había tiempo debía sacarla de esa casa cuanto antes.

Días antes...

–Enid, necesito pedirte un favor– mascullando entre dientes, como le costaba hacer eso.

Dígame su excelencia, ¿que puedo hacer por usted?–escuchando muy atentamente lo que iba a decirle.

–Si algo llegará a pasarme–tomando aire– debes sacar a Sarah de aquí–mirando fijamente a la doncella.

–Pero...Mi lord–tratando de replicar esa afirmación.

–Es necesario tomar precauciones–sabiendo que la ponía nerviosa –Dentro del ropero de Sarah, escondi una pequeña caja que contiene una suma considerable de dinero, sí yo faltaré debes tomar esa caja y marcharte–la tomó de los hombros–ni una palabra, te estoy confiando nuestras vidas– respirando aliviado.

–No lo defraudaré mi Lord– conociendo muy bien lo que tenía que hacer.

Presente....

–Necesito pedirte un favor– sujetando su brazo– Por favor, prepara un carruaje que nos esperé a las afueras de la casa, Lord Gastron no debe darse cuenta.

–No te preocupes, Lord Gastron va con el médico, tienen tiempo de abandonar esta casa... Y que Dios me perdone– yendo en dirección a las caballerizas.

Enid, cerró la puerta, acercándose lentamente hasta Sarah.

–Señora, despierte– moviéndola delicadamente.

Sarah, volvió en sí totalmente asustada–¡Que es lo que pasa!– tratando de incorporarse.

–Debemos irnos–tratando de calmarla.

–¿Donde? Y ¿Henry?– preguntó toda preocupada.

–El señor, nos dará alcance luego– suspirando, sabía que no era correcto mentirle, pero darle explicaciones en ese momento, demoraría su huida y conocía tan bien a su ama, que sí le decía que Henry estaba herido de muerte no se marcharía.

–¡Pero está herido!– con voz de grito.

–Fue un rasguño– ocultando en sus palabras una grave mentira.

–¡Quiero verlo! ¡Llevame con él!– inquirió.

–Lord Henry, me ordenó que salgamos sigilosamente, él iría más tarde a nuestro  encuentro–quería gritar, pero debía mantenerse serena era la única y última oportunidad de salir.

–Esta bien– débilmente se puso de pie y fue cogida por Enid quien la abrazó para evitar que se desplomará. Escucharon como un carruaje abandonaba la casa, esa era su señal para salir por la puerta de servicio.

Lucía, la cocinera las esperaba afuera, agarró el equipaje y ayudó a subir a su ama al carruaje. Enid, agradecio su gesto y le entrego un pequeño papel que contenía una dirección en Londres.

–Escríbeme, en cuanto tengas noticias de Lord Henry, nunca podré pagarte lo que estás haciendo.

–Para eso son las amigas–dándose un abrazo fraterno, imaginando que sería la última vez que se verían.

Enid, se subió al carruaje y desaparecieron entre ese paraje que ahora parecía desolado. Sarah, volvió a llorar y sólo calmó su llanto una vez que el sueño otra vez la abrazó.

Por otro lado, Lord Gastron junto con el médico tuvieron una conversación poco favorable, una vez en el consultorio de éste.

–¡Deshazte del cuerpo!– haciendo una mueca sardónica.

–Mi lord–carraspeando su garganta– no puedo hacer tal cosa...Este hombre sigue vivo–observando como se retorcía por la fiebre.

–¡Me importa un demonio!–sujetándolo de la solapa de la chaqueta. Los ojos de Lord Gastron comenzaron a ponerse rojos de la ira.–¡Harás lo que digo!–estrujando a un más su vestimenta–Si no quieres que cierto evento salga a la luz...–echando tremenda carcajada.

–Usted, no haría tal cosa–con un tono de nerviosismo.

–Claro que lo haré– mientras fijaba sus ojos en los ojos del Galeno–No seas estúpido, te pagaré muy bien–lanzándolo a un lado. El médico, se incorporó con dificultad, frotándose el cuello.

–Esta bien..Lo haré, pero recuerde que si algo pasa, te irás al infierno junto conmigo–con tono amenazante.

Procedieron a envolver el cuerpo, esperando hasta el anochecer, subieron a Henry, sin que se diera cuenta el cochero. Lord Gastron, pidió que se retornase a la Mansión, cuando estaba de camino a ésta, abrió la puerta del coche y lanzó a Henry, quién rodó varios metros hasta llegar a las orillas de un río cercano, con suerte la corriente se lo llevaría y no habría mayor problema.

En cuanto a las explicaciones, siempre podía sobornar y pagar a alguien. Con mirada  triunfante, vio una vez más al cuerpo que se perdía en la penumbra de la noche.

Intima TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora