Capitulo 11

2.5K 314 17
                                    

–Almas tan jóvenes no deberían de sufrir tanto, Dios quiera que dónde estén hayan encontrado la paz y el amor que se les negó en esta vida– arrojando unas flores blancas a la tumba de Henry, Enid miró al cielo y suspiró habían pasado cerca de dos semanas desde aquel fatídico día en que Sarah se  lanzó​ a las aguas heladas del Tamesis.

– Sabe excelencia– con lágrimas en los ojos–Le fallé, no pude protegerla... Al final cuando todo parecía que terminaría bien apareció ese hombre– encogiendo los hombros.

–Hasta siempre Henry....

Semanas antes...

–¡Debemos ir por un médico!– dijo​ una voz ronca.

–Esperemos que sobreviva, estuvo mucho tiempo flotando– con tono resignado.

–Sobrevivirá, la llevaré a mi casa debemos calentarla.

–Volveré con el médico– alejándose del lugar.

El otro hombre la tomó en brazos y la llevó hasta su casa.

–¡Ana!– grito

–Digame señor– contesto

–Caliente agua y consigame ropa seca.

–Esta bien– corriendo hacia la cocina.

Al subir, vio a su patrón desvistiendo a la joven.

–¿No preferiría que lo haga yo?– el otro la miró avergonzado

–Tienes razón, esperaré afuera– saliendo de la habitación.

–Pobre muchacha, está muy delgada– susurró– Estás en buenas manos– manifestó, cambiándola y cubriéndola para tratar de que entrase en calor.

–¿Ha despertado?– volviendo a entrar a la habitación.

–No señor.

–Esperemos que Mathew, regrese pronto– echando un suspiro.

Al acercarse, le pareció ver a un ángel caído del cielo, habían pasado muchos años desde que una mujer lo impactará de esa forma; la miró fijamente y se percató de que traía una contusión cerca de la sien que hizo que se preocupara cuando estuvo apunto de tocarla, llamaron a la puerta y Ana quién permanecía en la habitación fue abrir.

–¡William! He traído al médico–Este giró y observó aliviado al galeno que se aproximaba a la convaleciente.

–Por favor Señor permitame examinarla.

–Claro, disculpe– dando espacio al médico quién manifestó –Hay muchas personas en la habitación, deben de salir y dejarme hacer mi trabajo.

Los presentes se miraron y salieron tal cómo pidió el médico, afuera William caminaba de un lado al otro recordando cómo habían encontrado a la joven en un primer momento pensó que se trataba de un bulto, pero cuando lo arrastraron hacia la orilla era una mujer.

–Aun no puedo salir del asombro– mirando en dirección a su amigo.

–Fue una suerte estar allí, podríamos decir que la providencia nos guío– sosteniendo el hombro de su amigo.

Ambos hicieron una mueca de alivio, cuando la puerta se abrió era el médico quién salía.

–¿Doctor cómo está?– preguntó William.

–Si no la hubieran rescatado, ahora estaría muerta– respiró– Tiene un leve cuadro de hipotermia y una contusión en la cabeza como habrán notado; por lo pronto necesito que le den esto– extendiendo una receta–  manténgala caliente, volveré mañana.

–¿Ha despertado?– preguntó Mathew.

–No, pero con los cuidados y  mis indicaciones, pronto despertará.

–Esta bien, Ana por favor acompaña al doctor a la salida– la mujer asintió y bajo a despedir al Galeno.

–¿Que piensas hacer?.

–Por lo pronto nada, esperaré a que despierte y nos diga cómo fue a parar al Támesis, no creo que fuera deliberado– llevandose la mano a los cabellos.

Mathew encongio los hombros–Supongo que ya no iremos al club.

–Jajaja No tengo cabeza para ir por unas copas, esperaré que vuelva Ana para organizarnos.

–Bueno amigo, yo me retiro... Tengo unos asuntos que atender– con una sonrisa pícara.

–Adios.

-----------------

–Todavía no deberías hacer tanto esfuerzo.

–No puedo permanecer en cama un día más, además necesito asearme– observando como unas pequeñas niñas se tapaban la nariz por el olor que expedía.

–Creo que tienes razón– echando una carcajada– ven sígueme– tomando de la carpa jabones y otros accesorios de limpieza. Henry abrió los ojos seguido de una sonrisa pensando que necesitaría más jabón, sin embargo, se quedó callado y siguió a Dika hasta un arroyo.

–Podrás bañarte aquí– alzando una ceja.

–Pero el agua está helada.

–Es lo que hay, puedes empezar volveré en unos minutos trayendo algo de ropa–. Dika sonrió mientras desaparecía entre los arbustos. Henry dio unos pasos para cerciorarse de que no había nadie en los alrededores; se sacó lentamente el vendaje que le cubría el abdomen para luego mirar detenidamente su herida y pasar los dedos por encima de la cicatriz que se formaba.

–Crei que estarías ya en el agua.

Henry giró –Aun no.

Dika no pudo evitar ruborizarse al ver el cuerpo esbelto y tonificado de aquel Gadjo.

–Te dejo esto aquí– poniéndo las cosas sobre el piso, y se alejó rápidamente.

Henry sonrió y procedió a desvestirse, llevó un pie al agua y como supuso estaba helada, pero realmente necesitaba un baño se adentró y se sumergió cuando una imagen le vino a la cabeza haciendo que muy agitadamente saliera a la superficie, había visto una joven de cabellos dorados que le sonreía.

Intima TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora