Capítulo 13.

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—Ma... ¿En serio vas a...? —Mino volvió a temblar cuando su madre le lanzó un arma a Jimin y éste pronto le quitó el seguro. Pudo notar que había algo que la mujer sabía, y no le estaba diciendo.

—Agudiza tus oídos —le susurró el mayor y tras esa indicación, al fin el rubio pudo darse cuenta de aquello.

A la lejanía, quizás unos pocos kilómetros, se oía el rugir de motores. Eso le decía que no estaban solos. Alguien los vigilaba. Posiblemente, alguien estaba esperando el momento oportuno para atacarlos.

_____ aún se debatía internamente en llevarse a Ren a la fuerza o huir y proteger a sus hijos. Pero qué pasaría si los que los veían a lo lejos, habían venido por él y no por ella y Mino...

—¡_____, no lo hagas!

Tanto la rubia, como su hijo y el pelinegro, miraron atónitos hasta el frente, cuando oyeron a Ren gritar aquel.

Él...

Él... ¿la había recordado?

—¿Cómo es que...sabes mi nombre? —habló _____, con sus rodillas a punto de ceder.

—Yo... —el pelinegro dudó por unos instantes. Él también estaba igual de sorprendido que el resto. Ni siquiera sabía por qué había dejado salir aquel nombre que latía en su mente —No lo sé...

En ese momento, el celular de Rose interrumpió aquel momento. No lo pensó dos veces cuando lo tomó y contestó, haciendo que una enorme sonrisa se instalara en sus labios.

—Fin del juego, rubia tonta. Lárgate o estarás perdida —amenazó la castaña, sin importarle que _____ aún mantuviera su arma en alto.

—Es una de ellos —aseguró Jimin, sabiendo que una mujer común y corriente no le hablaría así a alguien con un arma.

—Siempre lo supe —susurró ______, comenzando a caminar hacia ellos.

—Mamá.

—¿Sabes usar un arma, Mino? —preguntó Jimin, intentando distraer al menor. Éste asintió y lo miró temeroso —. Pues hoy es tu día de suerte —agregó, lanzándole la que él portaba, desenvainando pronto sus navajas que guardaba en los bolsillos.

—Por favor —volvió a repetir Ren cuando _____ estuvo a solo unos metros de ellos —. No lo hagas. Iré contigo si así lo deseas. Pero no les hagas daño.

La mayor sintió su pecho doler cuando Minki soltó esas palabras. Todavía no quería enfrentarse a la realidad. Si tenía que negarse una y mil veces a ella, lo haría. Pero no lo aceptaría jamás. Ren no podía amar a esa mujer.

—¿Qué tan importantes son para ti? —soltó, sintiendo como cada palabra rasgaba su garganta.

—Son lo único que tengo. Mi única familia —respondió el pelinegro, mirando a Mino tras ella. Y, por supuesto, _____ lo notó.

—Él es tu única familia. Es tu hijo. Nuestro.

Ren la miró atónito, perdiéndose completamente en su mirada. Sus ojos se notaban cristalinos al igual que los suyos propios. Ambos estaban sintiendo un fuerte palpitar en su pecho, aunque no lo supieran. Ambos, tenían miedo a pesar de no ser por lo mismo. Ambos, sentían sus manos hormiguear, sin saber por qué.

—Ven conmigo y no les haré daño —susurró ______, bajando su arma, extendiendo su mano libre para que él la tomara.

En ese momento, no supo si sentir alivio o miedo cuando vio al pelinegro dudar. Ren podría haber perdido completamente la memoria, pero aun así seguía siendo el hombre más indeciso del planeta. Cosa que la hacía verlo con la misma mirada que ella siempre le daba cuando lo observaba.

Mino casi gritó de emoción cuando vio a su padre elevar su mano, todavía debatiéndose en si tomar la mano de la rubia o no. Quería gritarle que lo hiciera, que ellos no le harían daño. Ellos habían venido a rescatarlo del peor lugar de todos. Ellos... sí eran su verdadera familia.

Sin embargo, de un segundo a otro, el rugido de motores se oyó junto a ellos cuando seis motocicletas los rodearon, marcando un circulo a su alrededor, para evitar que escaparan.

—Te lo advertí —habló Rose, con semblante aireado.

A pesar de todo, _____ no apartó la mirada del pelinegro. Quería que él tomara su mano. Eso era lo único que pedía para dejar su vida en ese lugar.

«Toma mi mano. Por favor»

Suplicó en su mente, y como si de telepatía se tratara, algo en el interior del contrario, lo impulsó a tomar su mano, estrechándola con su tibieza.

«Él sí sigue siendo mi Minki»

Sonrió tenuemente en agradecimiento, pero terminó por soltarlo para tomar desprevenida a la castaña, aplicando una llave, apuntando ahora su sien con el arma.

—¡Jimin! —gritó, haciendo que éste también reaccionara.

En pocos segundos, tomó la mano de Mino y lo arrastró, posicionándose a modo de defensa frente a _____ , tomando a Ren como si se tratada de un rehén para que no intentara obstaculizar a su amiga.

—Hora de ser héroes, Mino —le susurró al joven, a lo que éste asintió, a pesar de sentirse algo temeroso. Nunca había sostenido un arma con intenciones de matar a alguien y no creía que en ese momento lo lograra.

—Ahora me dirás quién eres —susurró la rubia en el oído de la contraria. De nuevo estaba aquel broche en el cabello. Sabía que lo conocía. Algo en su pecho le decía que lo había visto muchas veces. Aunque no podía recordarlo.

—Rose —respondió la contraria, mientras forcejeaba.

—Rose, ¿qué? —gruñó _____, apretando más su agarre alrededor de su cuello.

—R-Rose... Yenaid.

«Imposible»

—¡Mamá! —gritaron los niños, asustados, comenzando a llorar junto a la anciana.

En ese instante, _____ se sintió perdida. El aire comenzaba a faltarle y su pulso a acelerarse. De la nada, un disparo resonó, haciéndola elevar su mirada al frente, prestando atención a ese grupo de enmascarados.

Había uno en particular. No estaba sobre su motocicleta y caminaba lentamente dando unos pasos hacia ellos, con el arma aún apuntando a cielo. Solo cuando se detuvo, bajó su brazo y elevó el contrario para quitarse la máscara.

—Tiempo sin vernos todos ¿no?

«Esto tiene que ser...»

—Yo también he venido por mi familia.

«... una jodida broma»



4/4

Espero que hayan disfrutado de la maratón 

Los quiero

Por ti (Nu'est) -4° Parte-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora