CAPÍTULO 40

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Por fin la época de celo terminó. No me dejaron salir ni de la habitación por órdenes del Alpha y por mi propio bien, si Abraham me olía cerca podría perder el control y hacer algo de lo que se arrepentiría.
Pronto regresará a la mansión y podré decirle todo lo que practique anoche, también pediré piedad por Nia debe estar debilitándose, necesito convertirme y darle libertad.

Tan pronto como salí de la ducha me recosté en la cama y cerré los ojos con la esperanza de poder descansar un poco. No dormí muy bien las últimas noches, me daba insomnio y me sentía desesperada, por efectos de la marca, necesitaba a Abraham cerca de mí, no me había sentido así porque dormía en la habitación de al lado y no es una distancia enorme como la del calabozo, tampoco me había sentido así porque siempre se mantenía aquí, paseando por los pasillos, dejando su olor embriagante por estos, y durante tres días no lo tuve.

La puerta se abrió y pensé que era Sarah trayendo el desayuno, pero el olor me indicó que no.
— Abraham —sin haberlo pensado había saltado a sus brazos y se encontraba en shock.
— También te extrañe —dice después de unos segundos— demasiado —dice y hunde su nariz en mi cuello.
— Tenemos que hablar —digo y siento como se tensa— pero primero deben curarte —digo señalando sus muñecas.
— Eso puede esperar, ¿de qué debemos hablar? —pregunta nervioso.
— No es nada malo —rio— ahora vuelvo —me suelto de sus brazos y corro escaleras abajo escuchando sus pasos detrás de mí.
— Buenos días Luna —saluda Sarah.
— Buenos días Sarah, ¿puede llamar a un doctor?
— Claro, cuando llegue se lo hago saber.
— Gracias —me giro y siento como choco contra el pecho de Abraham.
— Pensé que escaparías —dice y me carga— gracias por preocuparte por mí.
— Subamos —digo y siento como sube las escaleras corriendo. Pensé que iba a caer, pero por suerte no pasó eso.
— ¿Me dejarás con la duda todo el día? —pregunta al dejarme sobre el suelo.
— No —respondo y me siento en el borde de la cama— pero si eso causa suspenso lo consideraré.
— Chloë, vas a matarme, si quieres irte solo dímelo —susurra.
— Bien —suspiro y llevo mi mirada hacia el— me he tomado el tiempo para reflexionar, y sé que he sido una pésima Mate, pero quiero que empecemos de nuevo, si La Diosa Luna nos unió fue por algo, así que Abraham ¿aceptas empezar de cero?
— Claro que si —grita mientras me toma en brazos— esperé demasiado por escuchar esas palabras, gracias por darme la oportunidad.
— No agradezcas —digo y aspiro su delicioso aroma— lamento haberte hecho esperar demasiado.
— No importa, la espera valió la pena —levanto la vista y me encuentro con una gran sonrisa y unos ojos color chocolate mirándome fijamente.
La puerta suena y beso su mejilla para soltarme de sus brazos y abrir.
— Aquí está el doctor, Luna —avisa Sarah y un hombre aparece a su lado.
— Luna —inclina su cabeza.
— Buen día, gracias por venir —sonrío— pase, el Alpha necesita su atención.
— Si, fui al calabozo pero no me dejo curarlo porque corrió hasta acá con usted —ríe y mira a Abraham— tiene suerte de que la Luna lo haya notado.
— Si —dice Abraham con una sonrisa— tengo suerte de tenerla —nuestras miradas se encuentran y una sonrisa se curva por mis labios.

– ¿Lo ves? No te costaba nada hacer esto desde que estaban en Londres.
– Pensé que estabas muriendo, ¿qué pasó contigo?
– Nos estuvieron medicando para no sentir todos los efectos de la época, pero ahora estoy mejor.
– ¿Tendré que reclamárselo a Abraham?
– No, solo pensaba en nuestro bienestar, tampoco es como si me estuviera matando.
– Está bien.

END OF THE DAY  ||A.M||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora