13.- No digamos adiós, solo "hasta la próxima".

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No sabía por qué, ni el motivo de ello, pero cuando se despertó a la mañana siguiente, se encontró con que se sentía con un estupendo humor, el buen humor más bueno de todos los que había tenido desde hacía mucho tiempo. Uno de esos que te hacen sonreír por cualquier minucia, que emocionan con mirar fijamente durante pocos segundos el profundo cielo azul o la primera línea de árboles. Y un día que acompañaba a ese humor. Porque sí, aquella mañana los rayos del sol, quizá por ser más intensos, habían conseguido penetrar la barrera de nubes e inundar los alrededores de la escuela, en la alta montaña. No parecía un día de invierno, ni que tan solo una cuantas horas antes hubiera habido semejante tormenta. Tal vez fuera porque, antes y después de la tormenta, acontece la calma. Y Emma en aquel momento tuvo la esperanza de que la próxima aún tardara bastante en llegar. Sonrió, mientras miraba hacia adelante en la longitud del pasillo, diciéndose a sí misma que prometía ser un gran día.

Pero Leyla le miraba como quien ve algo sorprendentemente extraño.

-¿Por qué estás tan contenta?- preguntó incrédula.- ¿Es que a caso no sabes que hoy volvemos a Eythera, que es nuestro último día aquí? Yo estoy a punto de echarme a llorar, odio las despedidas.

Vanesa sacudió la cabeza.

-Quien lo diría, incluso yo siento algo de pena. Pero es que se acabó lo que se daba, después del desayuno todo acabará, como si no hubiera sucedido nunca.

Emma sonrió, verdaderamente feliz. La verdad, contenta de volver a su escuela.

-No seáis tan dramáticas por los dioses. Después de todo buen final viene un mejor comienzo.- recitó, como muchas otras veces había hecho su madre cuando había ido a recogerla a casa de Leyla para llevarla de vuelta a Kicrom, mientras ella lloraba, toda disgustada.

-Tal vez- aceptó Leyla.- Pero piensa en que probablemente no veamos nunca más a las amistades que hemos hecho aquí.

Emma suspiró, por supuesto que sabía eso. Aunque para ella era raro entablar amistad tan rápido, lo cierto es que aquellas tres le habían caído bastante bien, y se había sentido especialmente a gusto con ellas.

-Desde luego es una lástima tener que decir adiós, sí. Pero al menos quedará el recuerdo.- reconfortó Vanesa, con una pequeña sonrisa, a la vez que por fin llegaban a las grandes puertas del comedor de Atlaea.

-Sí, pero ahora mismo el recuerdo no impedirá que se escapen unas cuantas lágrimas de cocodrilo cuando llegue la hora de partir.- aseguró Leyla, visiblemente deprimida, mientras caminaban entre las mesas hacia su lugar de aquella semana. La verdad, hacía tiempo que Emma no la veía así. Parecía que realmente Leyla había entablado fuertes lazos con aquel lugar. Casi se podría decir que, en aquel momento, ambas parecían haberse cambiado los papeles. Pero bueno, no todo el que es alegre está de buen humor todo el tiempo, por supuesto.

-Hola chicas, parece que hoy es el día, ¿verdad?- saludó Julia, mirando a sus dos amigas, que también mostraban muecas deprimidas en el rostro.

-Bueno, prometed mantener el contacto. Da igual el medio, si espejos o mensajes embotellados, pero no desaparezcáis completamente.- susurró Jine.

Las tres amigas sonrieron y asintieron, dispuestas a ello. Aunque en el fondo sabían, que por mucho contacto que mantuvieran las primeras semanas, el tiempo y la distancia seguiría pasando, la rutina iría poco a poco dejándose atrás, y finalmente este se perdería. Pero, para no decir adiós de golpe, al menos, podía estar bien.

-Seguid siendo tan buen trío como siempre.- pidió Flora con un sonrisa.

Emma soltó una sonora carcajada.

Emma: La calma precede la tormenta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora