Una densa y blanquecina niebla se alzaba sobre las montañas, en la lejanía, cuando Emma se paró a observarlas desde uno de los balcones superiores de la escuela, cercano al despacho de su madre. Era pronto en la mañana, y la fresca brisa del amanecer aún estaba presente cuando Emma salió al exterior. Aquel día la chica se había levantado sorprendentemente temprano, y tras reunirse con su madre para informarle de todo lo que Azel le había contado, había decidido pasar un tiempo con ella misma para poner en orden sus pensamientos. Y qué mejor manera de hacerlo que desde ese alto, cuyas vistas siempre fascinaban a la joven. Además, nadie solía frecuentarlo, lo que significaba que Emma podía estar allí sola.
Sin embargo, cuando apoyada sobre la dura barandilla, seguía relajándose perdiendo su mirada en el horizonte, un segundo visitante llegó a aquel balcón, casi imperceptible. La chica no fue consciente de su llegada hasta que no se hubo colocado en su costado, saludándola con una leve inclinación de cabeza.
-¿Absorta en tus pensamientos? -preguntó el hombre, mirándola con simpatía.
Emma suspiró, volviéndose hacia él por un momento.
-O quizá tratando de escapar de ellos.
Fretz sonrió con ternura.
-Supongo que tendrás muchos atosigando tu mente en estos momentos.
La chica no dijo nada, solo volvió a dirigir su mirada hacia las montañas.
-Me siento inexperta e inútil. -respondió un poco después-. Y no me gusta esa sensación. No sé qué hacer para intentar arreglar esta situación en la que nos encontramos.
Fretz la observó en silencio.
-No tienes que ser tú quien piense en una solución. Para eso ya estamos nosotros. -aseguró, colocando una de sus grandes manos sobre su hombro-. No te presiones por ello.
Emma sacudió la cabeza.
-Probablemente pensaría así si no estuviera inmiscuida hasta la médula en todo este asunto. No puedo dejar de pensar que él avanza cuatro pasos en lo que yo consigo dar medio, si es que consigo progresar algo.
Frez la miró muy serio.
-No te equivoques Emma, no estás a la altura para compararte con él. Y no lo estarás en mucho tiempo. -sentenció-. No es por desanimarte, pero no nos hemos encontrado antes con un mago del Limbo. Un mago que no tiene prácticamente nada que envidiar con el poder de tu madre, ni el de la directora Hílera Hemmes, así que ni mencionar al resto de profesores o El Consejo. Y aunque tú seas ciertamente más poderosa que cualquier chiquillo de tu edad, y tengas las aptitudes, la capacidad, y las bases para poder enfrentarlo, él te saca millones de años de experiencia.
La chica resopló al oír sus palabras, Fretz sabía cómo desanimar a la gente. Pero era consciente de que tenía razón, claro que sí, ese era el motivo por el que se sentía tan frustrada.
-Lo sé, pero es que tampoco siento como si yo estuviera haciendo ningún progreso por mi propia cuenta.
Fretz alzó una ceja.
-Bueno, míralo de esta forma, hace tan siquiera tres meses no sabías realmente quién eras.
Emma frunció el ceño.
-Sí, y por eso estoy tan retrasada ahora. Estoy más perdida con mi verdadera magia que cuando creía ser una maga blanca, sobre lo que ya tenía bastante práctica.
Fretz sonrió.
-Lo cierto es que he de admitir que eras la mejor maga blanca falsa que he conocido. Destacabas con tus habilidades, antes de que te comenzaran a consumir, así que imagínate lo que serás capaz de hacer cuando empieces a dominar tu propia magia. -la animó el profesor, muy convencido de ello.
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Emma: La calma precede la tormenta.
FantasyTras acabar las enseñanzas básicas ha llegado el momento que todo estudiante espera: aprender la verdadera magia en una de las más grandes escuelas. Emma empieza su primer curso en Eythera pensando que todo será tan tranquilo y suave como se había i...