14.- ¿Ya estás pensando otra vez en meterte en problemas?

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Habían pasado unos escasos dos días desde su regreso a Eythera, y a Emma ya le parecía como si hubiera regresado hacía una semana, por tan lejos que se le antojaban las vivencias en Atlaea. Era extraño que el tiempo se deformase de esa manera.

Pero como fuera, la vida en Eythera seguía su habitual normalidad. Salvo por lo de levantarse pronto, ya que las vacaciones habían llegado. Y eso era todo un punto a su favor. Sin embargo, tanto tiempo libre, si no sabes usarlo bien y dedicarlo a diferentes actividades, da que pensar. Pensar demasiado. Como le ocurría a Emma, que había empezado a darle vueltas a un asunto que le era imposible de eliminar de su cabeza. Casi se había obsesionado con ello, y había nacido debido a lo ocurrido en Atlaea. Emma sabía que tarde o temprano llegaría el momento y tendría que enfrentarlo, aunque nunca tuviera ni fuerzas ni ganas para hacerlo. Resultaba tedioso, pero por tratarse de algo tan importante como lo era para Emma, no podía simplemente olvidare de ello y hacer como si no estuviera el problema. Y no fuera porque no lo había intentado. Pero, al fin y al cabo, se trataba de su magia, y tenía que hacer algo al respecto.

Así que sí, viendo como ahora tenía tanta ingente cantidad de tiempo libre, decidió aprovecharlo. Al menos, quizá se hubiese solucionado todo para el fin de las vacaciones. Por eso comenzó, a la mitad del tercer día, tras la comida, a ir a investigar a la biblioteca, tratando de buscar cualquier suceso o experiencia semejante a lo que le estaba pasando a ella. Y si bien los resultados no fueron del todo favorables, todos aquellos manuscrito que encontró parecidos a lo que buscaba acabó por descartarlos, por negarse a  creer que aquello que relataban tuviera que ver con ella. Enfermedades mágicas, maldiciones, castigos de los dioses y objetos malignos causantes del problema, entre las explicaciones más descabelladas que pudo encontrar. Pero, sabiendo que no se trataba de nada de eso, la lista se acabó reduciendo, al cabo de los dos días, a menos de la mitad. Y tampoco lo que quedó causó buena impresión en Emma, pues todo se relacionaba o con desequilibrios entre alma y magia, o directamente con magia negra olvidada.

Pero Aile había hablado de una forma tan familiar... como si comprendiera completamente que le estaba pasando. Como si fuese normal y lo más obvio del mundo. Pero obvio no era en absoluto, y aunque sabía que la parte de que su alma y su magia no concordaran completamente era cierta, Emma se acabó desesperando. Quizá por eso cambió de parecer, y tras ir en busca de otras múltiples opciones, fue no obstante a parar a la que era sin duda la más alocada de todas ellas. Pero bueno, eso al fin y al cabo, era propio de ella.

Así que, decidida en hacer ese algo por encima de cualquier cosa, fue corriendo a ver a su cómplice de delitos, la cual, ignorante de lo que se le venía encima, la acogió con una sonrisa, mientras, sentada en uno de los bancos del jardín de La Residencia, terminaba de dibujar el boceto de unas bonitas flores silvestres que tenía frente a ella, y que se mecían suavemente con la más mínima corriente de viento.

-Emma, querida, pensé que seguirías desaparecida por algún tiempo más.- comentó simplemente, sin apartar la mirada de su cuardernillo y su lapicero.

Emma no hizo caso a su tono de ironía.

-Necesito tu ayuda.- dijo aún sonriente.

Leyla dejó caer instintivamente el lápiz sobre el papel y se volvió a mirarla. Sabía de sobre lo que conllevaban esas palabras, aunque hacía relativamente bastante tiempo que no las escuchaba. Las conocía demasiado bien.

-¿En qué has estado metida?- preguntó frunciendo el ceño.- ¿Y qué es lo que estás tramando? Porque si vamos a jugarnos nuestra plaza en Eythera necesito saberlo.

Emma sonrió, consciente de que Leyla sabía perfectamente que las cosas que a Emma le interesaba hacer, casi nunca resultaban sencillas y muy legales.

Emma: La calma precede la tormenta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora