Algunas veces, cuando miras una puesta de sol, comes tu comida favorita, o pasas un momento gracioso con algunos de tus amigos, una sensación extraña te recorre por la espalda y te dice que ya has vivido ese momento. Es como si tuvieras un recuerdo vago de ello, un leve presentimiento sobre lo que pasará a continuación. Pero aquella vez, aunque podía haber sido confundido con un fuerte déjà vu, en realidad era una sensación completamente diferente. Era un fuerte temblor en todo su cuerpo, una mezcla de muchos sentimientos envueltos en una bola que la invadían de pronto, como si hubieran permanecido escondidos, ocultos y prisioneros muy profundo. Era como volver a encontrarse con algo que había desaparecido de repente, y de lo que no te acordabas que existía hasta que ese vacío había sido llenado de pronto, y entonces te dabas cuenta de lo mucho que te había hecho falta.
Había sido como ignorar un parte importante, esencial, de ella misma, hasta el punto de haberse olvidado completamente de que siempre había estado allí. Que no comprendiera por qué aquello había desaparecido en su momento era un hecho, quizá no tuviera ni idea de por qué, de la nada, había olvidado aquellos recuerdos de su niñez y aquellos sentimientos que en el pasado la hicieron sentirse tan llena, alegre, y con confianza en sí misma. Tal vez se odiara en ese momento por no haber sido consciente de lo mucho qué había perdido, pero era tal el alivio, las ganas de espirar muy fuerte, el poder relajarse de una vez por todas, el por fin haber comprendido la razón de lo que le ocurría que, aunque en ese momento comenzaba a darse cuenta de los problemas y rechazos que podría acarrear a partir de ahora, no le importó lo más mínimo, y se vio con fuerzas para luchar por lo que ella quería, por quien era, para protegerse a sí misma. Porque sí, al parecer las respuestas que buscaba, hacía tiempo que se las había respondido. Habían estado siempre con ella.
Pero, cuando toda aquella explosión de sensaciones encontradas fue perdiendo poco a poco el éxtasis, un ligero sentimiento amargo comenzó a hacerse paso entre todas ellas. Porque con esa felicidad de haberse reencontrado de pronto con su yo más pequeña, se le unía también el oscuro recuerdo del por qué, probablemente, todo se había envuelto en sombras de repente. Y así, de nuevo, se le vino a la cabeza la dos personas que, sin duda, le debían una muy grande explicación. Aún así, sin permitir del todo que lo malo superase lo bueno, se armó de valor y, con una nueva visión sobre todo lo que la rodeaba, recogió el orbe volador, que desde hacía unos segundos se había puesto a brillar como si le fuera la vida en ello, y, con tranquilidad y lentitud se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos. Necesitaría de un buen tiempo para poder asimilar todo aquello, y el camino hacia el Auditorio Gamma era largo.
Todavía envuelta en un sinfín de emociones, aunque más relajada, y embebida en un trance que le alejaba un poco de la realidad y que le impedía reaccionar con rapidez, llegó a las puertas de aquel lugar donde todo había empezado. Parecía que hubiera pasado un montón de tiempo ya, aunque solo hubieran transcurrido dos horas. Quizá fuera porque se sentía una persona nueva, en un cambio demasiado brusco. Pero en su burbuja solo estaba ensimismada ella, y esta explotó de pronto cuando volvió a encontrarse rodeada de la gran multitud excitada que componían sus compañeros de curso. Probablemente la mayoría llevaban ya tiempo allí, con sus objetivos cumplidos, mientras que, los más rezagados, como era ella, podrían parecer que no lo había conseguido. Pero al contrario que los dos últimos chicos con los que había entrado, su orbe brillaba con un tono azulado que mostraba que su objetivo había sido cumplido. Emma dejó escapar una sonrisa irónica, la búsqueda había sido sin duda profunda y prolongada, pero aquello que se encontraba al final de esta siempre había estado allí, solo necesitaba reencontrarlo. Quizá Eythera había sido consciente de ello, y por eso le había dado aquel empujoncito. Pero en ese momento, cuando ya lo había alcanzado, quedaba el efecto hipnotizador y alucinógeno que le habían producido aquellas flores, Campanillas Purpúreas, ahora se daba cuenta, y que había dado lugar a que escuchase aquellas voces. Pero las voces ya no se escuchaban, y un dolor increíble de cabeza había quedado en su lugar.
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Emma: La calma precede la tormenta.
Viễn tưởngTras acabar las enseñanzas básicas ha llegado el momento que todo estudiante espera: aprender la verdadera magia en una de las más grandes escuelas. Emma empieza su primer curso en Eythera pensando que todo será tan tranquilo y suave como se había i...