Capítulo 22: Lo que en realidad pasó aquella noche, parte1.
A veces, la verdad puede resultar desgarradora. A menudo, cuando se espera tanto conocer una verdad, cuando esta llega, resulta demasiado difícil aceptarla, y permanece ahí, como una volátil idea, como si fuera un sueño. Se mantiene alejada de ti, como si en realidad no tuviera nada que ver contigo, como, aunque se conociera, no produjera ningún tipo de sensación. Al menos hasta que algo te hacer golpearte de bruces contra ella.
Algo parecido le había ocurrido a Emma. Desde que sus recuerdos habían vuelto el día de las pruebas, ella los había mantenido ahí, ocultos en algún lugar de su mente, donde siempre deberían haber estado, sin intención alguna de querer rememorarlos. Sobre todo los más oscuros. Se habían mantenido con un velo traslúcido puesto, como si el hecho de volverlos a tener no cambiara nada, aunque en realidad cambiara todo completamente. Por eso, no fue hasta el momento en que Emma los mencionó en voz alta, que la chica fue plenamente consciente de ellos, dándose cuenta verdaderamente de la realidad.
Fue cuando las palabras se escaparon de sus labios, que Emma rememoró los sentimientos oprimidos y olvidados. Sabía lo que quería expresar, pero era muy difícil encontrar las palabras adecuadas para ello. Su cabeza le daba vueltas, y sentía una debilidad en todo su cuerpo que crecía por momentos. Mientras, en la oscuridad, su madre esperaba ensimismada y con paciencia a que su hija reuniera las fuerzas para continuar. Y viéndola así como la vio, se dijo a sí misma de nuevo que lo que había hecho había sido lo correcto.
-Los siento demasiado irreales, difuminados. -comenzó a decir Emma, despacio-. Supongo que es porque los borraste de golpe antes de que tuviera tiempo de afrontarlos, de procesar lo que suponían. -se encogió de hombros, algo distante-. No he venido aquí a admitir la que fue, probablemente, la idiotez más grande que he cometido. Y eso que he cometido muchas. Si no más bien, mi intención es sopesar las consecuencias que acarreó. Realmente no sé del todo si tienes conocimiento de lo que te estoy hablando, pero supuse que sí cuando sospeché que habías sido tú quién me hizo olvidar todo.
Minerva la miraba fijamente, con una leve compasión en sus ojos, porque en el fondo lo que realmente sentía, lo que había sentido siempre, era una profunda preocupación.
-Sí, lo conozco. -admitió, suspirando-. Cuando desperté y vi que no estabas a mi lado, supe que algo no andaba bien, así que le pregunté a Hodge dónde te encontrabas. Pero la mirada de culpabilidad y desesperación que vi en sus ojos fue suficiente para que supiera que no conocía la respuesta. Probablemente te perdió de vista antes incluso de darse cuenta de que habías desaparecido, y por eso se sentía así. Pero ni él, ni yo, teníamos los datos suficientes para poder entender lo que pasaba, y mucho menos dónde te podías encontrar. -acarició sus mejillas con su manos frías, suaves y delicadas como porcelana-. Pero aún así te buscamos por todas partes, te buscamos por mucho tiempo. No pasó un solo día de los cinco que pasaste fuera que dejáramos de hacerlo, nunca perdimos la esperanza. Pero cuando, en plena mitad de la cuarta noche apareciste como si nada por la puerta de la entrada, y pude ver tu expresión dolorida y hostigada, e inmersos en ella tus ojos cansados y sin vitalidad, supe que algo terrible y aterrador había ocurrido. No sabes la desesperación que siente una persona al ver a otra que quiere de una forma tan mala como aquella. Así que así sin preguntar, porque sabía que no estabas para preguntas, te acosté en la cama y te cubrí de mantas, mientras la preocupación que sentía no pudo evitar que mirara en tu interior. Y lo que vi, Emma, fue el tipo de cosas que devastan a un madre. Añadiéndole a eso, lo que había ocurrido había conseguido despertar algo en ti que todavía no debía haber sido despertado. Por eso tuve que actuar con rapidez para evitar que la situación se tornara aún peor. Así que lo sellé, y oculté todos tus recuerdos relacionados con ello.
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Emma: La calma precede la tormenta.
FantasíaTras acabar las enseñanzas básicas ha llegado el momento que todo estudiante espera: aprender la verdadera magia en una de las más grandes escuelas. Emma empieza su primer curso en Eythera pensando que todo será tan tranquilo y suave como se había i...