El cuerpo de Deo presiono el suyo y tuvo que contener la respiración, estaba al límite, pero no por eso iba a dejar que todos los del lugar se enteraran. La mano de su compañero se escabulló por su falda hasta llegar ahí donde más húmeda se encontraba. Jadeó, echó la cabeza hacía atrás y no pudo evitar que el cuerpo le temblara.
Los labios del león se posaron a un lado de su cuello, succionaron y los dientes le tomaron piel, haciéndola gemir.
— Deo. Basta. – murmura, intentado quitar esa ardiente mano de su sexo, pero le tiemblan tanto que no posee fuerza alguna. – Cariño, no puedo. – se mordió el labio, intentando no gritar de lo bien que se sentía.
— He estado más de doce horas sin estar dentro de tu cuerpo, es difícil. – murmuró Deo, alzándole la mano con una falda y después hacerle de lado la braga. – Inclínate, necesito entrar.
— No aquí. – gritó en susurro, retorciéndose entre los brazos de su pareja. – Alguien nos puede ver.
— Nadie entrara al baño.
Al ver que ella no iba a ceder, como era costumbre, le colocó la mano libre contra la espalda y la obligó a inclinarse, y ella colocó las manos contra la pared que yacía sobre el escusado. Jadeó, ronroneo y meneo las caderas, se sentía tan avergonzada por lo fácil que Deo la hacía aceptarlo en donde sea que estuvieran.
Un dedo del macho se deslizo sobre la partidura de sus nalgas, acariciando la tela suavemente antes de hacerla a un lado. Ella tembló de pies a cabeza, le encantaba cuando Deo se ponía tan deseoso con ella, lo malo era que le importaba muy poco dónde estuvieran. Se puso tensa al sentir la cabeza del pene en su entrada, la gran incógnita era: ¿sería duro o suave? De cualquier forma acabaría hecha papilla.
La respuesta llegó con una fuerte estocada, iba a gritar, pero Deo la silenció con la mano derecha, mientras la izquierda seguía acariciándola. Gimoteó cuando otra dura y penetrante estocada la envió hacía enfrente, con eso Deo tuvo para poderse mover con más fuerza y rapidez dentro de ella. Llenándola.
El chapoteo que crean sus cuerpos la hacen sentir avergonzada, pero las mordidas que su compañero le da en la parte de los hombros, más ese dedo que no deja de torturarle el clítoris... bueno, ya le valía un reverendo pepino lo que dijese la gente o si los veían.
Unas embestidas más dieron en el blanco, haciéndola sollozar, pudo escuchar claramente la risa de Deo, antes que volviera a embestir y hacerla llorar. Se sentía tan bien. La forma en que la expandía, la llenaba y le hacía suya era simplemente excitante. No duro más de cinco minutos cuando el orgasmo le asalto con fuerza, sus paredes vaginales apretando a Deo, haciendo al macho gruñir y remontar esos espasmos de placer.
Le sujeto las caderas con ambas manos, permitiéndole gritar de placer cuando el segundo orgasmo, acompañado con el de su compañero, le golpeo con fuerza. Caliente, así era como se sentía y estaba adicta a la sensación.
La respiración agitada, el cuerpo tembloroso y la mente en blanco la hicieron caer en brazos de Deo, quien obviamente la sostuvo tiernamente mientras le acomodaba la ropa y recuperaba el aliento.
— ¿Y? – la sonrisa era más que obvia, era palpable. – ¿Dónde está mi beso?
— Vete a la mierda. – murmura con las mejillas sonrojadas, pasándose las manos por el cabello, un fracaso intento al quererlo acomodar.
— Oye – le toma de la barbilla, elevándola hasta que sus ojos se encuentran con los de él. Ese verde pradera que tanto le derrite está ahí. –, bésame.
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Salvation (Fanfic Nuevas Especies #14)
FanfictionAlgunas veces el dolor que uno siente por una perdida puede ser demasiado. Suele incluso mandarnos de rodillas al suelo y eso lo saben muy bien Salvation y Julia, quienes han probado el sabor tan amargo de esa palabra. Ahora, se verán atrapados en...