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El golpeteo contra la puerta principal la hicieron abrir los ojos, ¿quién podía ser tan temprano? Soltó un bostezo, estiro el cuerpo arqueando la espalda y se rió al sentir los brazos de su compañero rodearla.

— Kimba, amor, tengo que levantarme. – él negó con la cabeza, abrazándola aún más fuerte. – Están hablando en la entrada, tengo que ir a ver.

— Déjalos que se vayan.

— No se van a ir.

— Sí, lo harán. – ella rodo los ojos, se volvió para verlo a los ojos y, aunque ya llevaban sus buenos años juntos, se seguía quedando sin aire al ver aquellos hermosos ojos celestes. – ¿Qué pasa?

— ¿Por qué sigues siendo tan hermoso?

— No sé, soy tu marido, compañero y padre de tu hija, puede que ese sea mi gran atractivo.

— Eres un imbécil.

Le empujo, haciéndolo caer de la cama y ella salió corriendo de la habitación; si Kimba la atrapaba, no le dejaría abrir la puerta. Antes de llegar a la entrada, se arregló el cabello y vio un momento sobre su hombro. Su compañero le veía irritado, al igual que la nena que tenía en brazos. Estaba enamorada de ese par.

Su hija había heredado lo albino de Kimba, incluso los ojos celestes. Lo único que había heredado de ella, había sido los ojos rasgados. Aun así era la nena más linda del mundo. Ke'elil.

Su bebé nacida en invierno.

Con una enorme sonrisa, abrió la puerta y frunció el ceño al ver a los hijos de Leo y la compañera de Deo, ¿Qué estaban haciendo ellos ahí? Según había escuchado estaban en una misión muy importante de recuperación o algo así.

— Buenos días, ¿qué ocurre? – preguntó, saliendo de la casa para poder cerrar la puerta. – Es muy temprano, ¿saben? Mi compañero y mi hija ayer tuvieron una competencia de "quien se duerma primero pierde" y, créanme, me canse cuando dieron las tres de la mañana.

— Perdona, Kirilith, pero te venía pedir un favor. – dice Dora. Deo se hace a un lado y deja al descubierto una humana de cabellos dorados, muy bonita. Tenía una caja en brazos, pero ella se veía demasiado cansada. Triste. – Ella es Julia y necesitamos que alguien la cuide.

— Oh, pues – volteo a ver hacía la ventana a lado de la puerta, ahí yacía su hija y su compañero. Soltó un suspiro, en verdad que eran unos leones. En total acecho. – ¿Cuántos días?

— No estoy muy segura, pero será una semana mientras la instalamos junto con su hijo.

— Oh, está bien. – sonrió, abriendo la puerta. – Si gustas pasar.

La mujer asintió, sujeto con fuerza la caja que poseía en manos y entró al lugar, todo con la cabeza baja. ¿Estaba bien? Tras de ella llegó un pequeño crió de cabellos dorados y ojos grises, y junto con él, la hija de Salvation.

Nunca había tenido tantas personas en su casa, pero eso no se iba a significar que sería una mala anfitriona. Despidió a los jóvenes, entró a la casa y sonrió al ver a su hija y esposo cruzados de brazos, ambos viendo a los recién llegados con mucha confusión y con cara de sueño todavía.

— Bueno, como escucharon; yo soy Kirilith y ellos son mi esposo y mi hija: Kimba y Ke'elil. – los pequeños críos asintieron y ella no pudo evitar sonreír, le recordaban tanto a su bello princesa. – ¿Cómo se llaman ustedes? – preguntó, colocándose a la altura de los pequeños.

Salvation (Fanfic Nuevas Especies #14)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora