Día 9

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Dia 9

Contando desde el día en que lo había encontrado sentado en la banca, Peter cada tarde salía de la escuela con rapidez rumbo hacía esa calle en la que el rubio parecía vivir dada su constante estadía en ella.

Habían pasado juntos cada tarde de esa semana, un día conversando frente a la fuente del parque mientras al otro pasaban las horas en el salón de videojuegos.

Más que un amigo Peter comenzaba a considerarlo una persona bastante significativa en su día a día. Una compañia con la que las horas pasaban en apenas un parpadeo.

Por su parte para Wade no era muy diferente aquel pensamiento; desde que ese castaño había aparecido de golpe; literalmente hablando, en su vida, cada día se había vuelto un carnaval de bromas y sonrisas.

No había momento junto a Peter en el que no deseara que el tiempo se detuviera para poder mantener esa brillante mirada chocolate por siempre a su lado.

Ese día habían ido a un bar con billar que quedaba a la vuelta de esa calle; tras una breve conversación entre Wade y el hombre de la entrada sobre la edad de su acompañante castaño y el porque no podía entrar, lo habían dejado pasar sin problema alguno.

Eso había sido, a ojos del castaño, debido a la amabilidad del guardia en la entrada.

A ojos de todo el mundo, eso había sido debido a la forma tan poco convencional que tuvo el rubio de convencerle.

Quizas solo fueran suposiciones, pero el escalofrío que había tenido aquel hombre seguido de su mirada de terror no habían dejado mucho lugar a las dudas.

Habiendo rentado una mesa, jugaban amenamente, el mayor con una cerveza a su lado y el castaño con una limonada; pedida explícitamente por el rubio para él.

-quien lo diría, sabes jugar muy bien- con el taco entre sus manos veía como el menor jugaba su tercer tiro consecutivo

-jaja eso creo, aprendí hace algunos años- viendo como la bola 5 entraba sin problema paso su mirada hacía el mayor.

-¿etapa rebelde?- con una gran sonrisa en sus labios había tomado la cerveza entre sus manos para darle un trago.

-algo así, me sentía bastante perdido y solía ir al billar que estaba por mi antigua escuela- encogiendose de hombros hizo lo mismo que el rubio, tomando un poco de su limonada.

-vaya, nunca lo hubiera imaginado- mirando el envase ahora vacío de su cerveza por unos segundos paso su vista al menor quien se preparaba para tirar de nuevo

-supongo que no, se que mi tía lo sabe pero nunca me dijo nada... y a decir verdad lo agradezco bastante, necesitaba estar solo en ese tiempo- tirando de nuevo con el taco vio como la bola 6 quedaba a escasos centimetros de entrar; su turno consecutivo había terminado

-pues siento decir que ya no estaras sólo, siempre estare contigo- acercandose hasta el castaño le había abrazado por los hombros, despeinandolo con su otra mano en el proceso

-¿siempre? ¿lo prometes?- entre risas provocadas por las acciones del mayor, la mirada chocolate había buscado la azulina, viéndose fijamente por unos segundos el rubio respondió

-hare lo posible- acariciando la mejilla de Peter; con una sonrisa en los labios, veía el brillo en los ojos de este y el tono carmín que ahora existía en sus mejillas.

36 días para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora