Día 34

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Día 34

Mordiendo su labio inferior con duda veía al mayor sentado en la banca del parque, respirando profundamente mientras pasaba una mano por su cabeza, hacía solo unos instantes había estado apunto de desmayarse en medio de la calle.

-¿de verdad iras a trabajar hoy?- la mirada insistente del castaño sobre sí le hacía ver cuan preocupado estaba por lo que acababa de pasar, aunque sería tonto negar que él no lo estaba también

-trabajo es trabajo, Baby boy- finalizó intentando darle una sonrisa de confianza al castaño quien solo suspiro antes de responder aun más preocupado que antes

-pero....Wade ¿seguro que te sientes bien?- preguntando nuevamente había pasado su mano hasta la mejilla del rubio, quien la tomo entre las suyas antes de dejarle un beso sobre los nudillos.

-si, no te preocupes- respirando profundamente veía a la preocupada mirada chocolate frente él.

-¿seguro?- esa última pregunta le había sacado una breve risa al mayor, ¿exactamente cuantas veces planeaba preguntarle lo mismo?

-seguro bebé, anda, ire a dejarte a casa, antes de ir al trabajo- añadio antes de levantarse de la banca, había sentido una pequeña punzaba en su cabeza al hacerlo, cosa que decidió ignorar, después de todo no había caso en seguir preocupando al castaño

-....pero- intentando protestar fue callado por los labios del mayor quien le dedicaba una sonrisa

-nada de peros, mueve ese manoseable trasero que tienes, prometí llevarte temprano- concluyo mientras pasaba una mano por la cadera del menor hasta pegarlo a su lado.

-de acuerdo, pero...¿me prometes que iras al doctor luego?- levantando la mirada hacía el rubio lo veía fijamente con gran insistencia en su expresión.

-Petey-pay ya te dije que estoy bien- dando un sonoro suspiro miro de nuevo hacía su novio quien no dejaba de verle

-Wade...por favor- con una mirada de súplica vio como el mayor asentía después de unos momentos

-oh vamos, sabes que no puedo negarme a esa carita; bien, lo prometo- rodando los ojos se rindió ante los dulces encantos de su novio, no podía negarse y estaba seguro de que si no lo prometía, nunca se movería de ahí

-gracias- finalizó antes de pararse de puntas para dejar un dulce beso en la mejilla del rubio.

C

omenzando a caminar hacia el subterraneo.

36 días para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora