II

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Me acerqué a ella despacio, en mi mente le estaba dando tiempo para arrepentirse. La verdad era muy distinta, me estaba dando tiempo a mí misma para huir.

Al final habíamos acabado en una discoteca que ponía reggaeton, a Cepeda le encantaba porque se podía arrimar a las mujeres. Roi y yo preferíamos algo diferente para desmadrar un poco más. Hoy no iba a quejarme.

Mimi tenía las miradas de mucha gente posadas en ella, lo sabía. Era totalmente consciente del efecto que tenía en las personas, en mí. Nunca me había pasado algo así. Quería creer que no tenía nada que ver con que fuera una mujer porque en realidad tampoco me había sentido así con un hombre.

Estaba sonando sensualidad, un ritmo muy fresco que no nos obligaba a estar muy pegadas. Tiró de mí cuando ya estaba a una distancia acortable. Bailamos desentendidas, apartando a todos los que se acercaban a por más. Entonces el ambiente se volvió algo más denso.

Downtown. Mimi se pegó del todo a mi cuerpo, notaba su pecho presionando mi espalda y sus manos quemando mi cintura. No me costó mucho seguirle el ritmo y ella no tardó mucho en abrazar mis caderas con un brazo.

Cambió su posición para ponerse delante de mí, aún presionadas. Bajé la vista a su pecho, subía y bajaba a un ritmo que dejaba saber como se encontraba. Cuando subí la vista me encontré con sus ojos, mirándome como nunca me habían mirado.

Deseada, me sentía como si todos los ojos de la discoteca estuvieran centrados en mí y no en ella. Tener a una mujer como aquella en ese estado era casi lo que más me excitaba.

Empezó a bajar por mi cuerpo y yo me quedé totalmente quieta mirándola. La escuché con tanta claridad que me quedé incluso más paralizada que antes, sé que me quieres ver bajando por toda tu piel, sé que quieres que me quede, enredarte en mis piernas es lo que quieres, joder. Además de bailarina cantaba bien y yo ya no pensaba en nada que no fuera ella.

Me cantó todo lo que restaba de canción en la oreja mientras bailábamos muy pegadas. Notaba la mirada de Roi en mi nuca, estudiándome. Cuando le miré se encogió de hombros señalándome. Yo negué y esperé que me entendiera.

Sutra. Mimi me arrastró hasta el centro de la pista, le gustaba llamar la atención y yo me iba a meter en ese juego de lleno. Estaba en mi espalda de nuevo, aún pegada que antes, lo que le gusta es que le cante al oído en la noche, ¿se las sabía todas o qué?

Bajo ambas manos a mis muslos, pegando más mi culo a sus caderas. Madre mía, si tiraba más acabaríamos incrustadas. A ella le gusta como yo le canto y a mí me gusta su cara. Me giré para mirarla a los ojos.

- Te gusta mi cara eh. - No pude evitar soltar el comentario.

- Y mejor no te digo lo que me gusta ese acento tuyo. - Esto no me lo había dicho al oído.

Su boca estaba tan cerca de la mía que incluso me atrevería a afirmar que era capar de rozar sus labios. Quería besarla. Quería besarla y ni siquiera me sentía mal por ello.

Échame la culpa. El cambio de canción me saco de mi trance. Me separé de ella lo suficiente para respirar mi propio aire. Iba a acabar haciendo una locura.

- Voy a fumar, ¿vienes? - Pareció pensárselo de verdad.

Estaba mirando a su alrededor y cerró los ojos un momento, supongo que para escuchar la música. Accedió, me cogió la mano y me llevó hasta la salida. Al parecer era una puerta trasera porque salimos a un callejón.

Me encendí el cigarro y le ofrecí uno a ella. Lo rechazó casi al momento, estaba demasiado ocupada mirándome. Apoyada en la pared de enfrente y chequeándome de arriba a abajo.

Together; WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora