XII

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No le había dado muchas vueltas cuando me lo había confesado en casa de Ricky, ahora, sentada en la discoteca viendo como bailaba con Raoul... no podía pensar en otra cosa.

Todo y nada, como si eso fuera una respuesta válida. En parte lo era, sobre todo porque entendía a lo que se refería cuando decía que no éramos nada, no dejábamos de esquivarnos aunque eso significara encontrarnos continuamente.

Ricky se dejó caer a mi lado y me ofreció una cerveza antes de que tuviera tiempo de quitarle la mirada de encima a Mimi, no estaba nada preparada para otro interrogatorio. Por suerte para mí, no tardó en ponerme una mirada pilla y acercarse lo suficiente para que le escuchara hablar.

- ¿De verdad os lo habéis montado en mi cama? Me parece de ser un poco cabronas, que yo no me como ni un rosco. - Cómo le gustaba dramatizar.

- No, nos lo hemos montado en tu suelo.

Su primera reacción fue quedarse con la boca abierta, la segunda fue beberse su cerveza del tirón, la tercera fue atragantarse y por último, para rematar, me quitó mi botellín.

- Es que os odio muchísimo, estáis casadas y aún tenéis dudas de vuestra relación. - Le hice un gesto para que se acercara y me pegué a su oído para que no hubiera interferencias.

- He de confesarte que el polvo en tu habitación me ha aclarado muchas cosas, gracias por tu aportación. - Si seguía así se le iba a desencajar la mandíbula.

- ¡Ay maricón! ¿Mimi sabe eso? Porque deberías decírselo, seguro que ahora mismo no estaríais aquí. - Volví a quitarle la cerveza y antes de darme cuenta ya estaba buscando a Mimi con la mirada.

- No te preocupes, creo que he follado más estos meses con ella que en toda mi vida, así que estoy muy bien servida. - Y de nuevo la boca abierta como un besugo.

- Es que me muero aquí mismo, de verdad que me vais a matar. No me había alegrado tanto de algo desde que las Spice Girls anunciaron gira otra vez. - Esa confesión hizo que mi vista se posara de nuevo en él.

- Eso fue hace nada, Ricardo. - Se encogió de hombros y me hizo un gesto con la cabeza para que volviera a mirar al frente.

Mimi y Raoul venían hacia nosotros riéndose y mientras lo hacían iban rompiendo cuellos. Eran ese tipo de gente guapa que no parece real, pero lo eran y por casualidades de la vida los dos habían ido a parar al mismo grupo de gente.

- No se cansa nunca, no sé cómo le sigues el ritmo. - Raoul se había dejado caer al lado de Ricky y Mimi se sentó a mi lado quitándome le cerveza de las manos.

- Es a mí a la que le cuesta seguirle el ritmo, parece un poco enclenque pero está bastante en forma.

- ¿Cómo que estoy enclenque? Mi brazo es pura fibra, y tú te estás bebiendo lo peor de la cerveza.

Se acabó todo el botellín con una sonrisa y me lo devolvió como si no hubiera pasado nada, el puchero que puse debió de darle ternura porque no tardó en estirarse para besarme. Ya parecía darle igual, ella simplemente me besaba cuando le apetecía porque podía, porque a mí me encantaba y lo sabía.

Por eso no pude evitar sonreír mientras lo hacía, porque tal vez a eso se refería cuando decía que también lo éramos todo. Se separó de mí mordiendo mi labio en el proceso y yo noté al instante que lo que habíamos hecho en el cuarto de Ricky me había pasado factura.

Porque había sido especialmente intenso y porque tenerla en mis brazos de esa forma siempre hacía mella en mi ropa interior. Sé que no me había besado con ninguna intención sexual, pero también sé que en cuanto sus ojos conectaron con los míos supo lo que me pasaba.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2019 ⏰

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