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Alex

Camino solo por los pasillos de la universidad. Es extraño ya que en la secundaria yo era un chico popular por decirlo de algún modo, pero ahora soy solo uno más del montón. A lo sumo, solo soy el nuevo niño bonito.

Desde que empecé a estudiar contaduría en la NYU las cosas para mí han cambiado bastante. No sólo por el cambio en mi reputación, sino también en lo personal.

Apenas hace unos días he vuelto a hablar con Chris. Creo que jamás me había sentido tan mal en mi vida como cuando me enteré que él y mi hermana estaban saliendo.

Sé que suena exagerado pero es verdad. Fue totalmente inesperado y drástico, un día de pronto ellos aparecieron en mi cocina y me lanzaron la bomba, esperando que yo lo tomara bien.

Malditos traidores.. río para mi mismo mientras sigo caminando.

Es que siempre supe que había algo entre ellos, pero pensaba que era algo totalmente inofensivo y platónico. Nunca imaginé que ellos realmente terminarían estando juntos..

Les hice un extenso interrogatorio al cual respondieron atentamente. Aunque estoy más que seguro de que omitieron contarme varias partes y eso me enfurece un poco.

No porque quiera saber lo que hacen entre ellos, es más no quiero ni siquiera pensarlo.. sino porque antes Chris me contaba absolutamente todo sobre sus conquistas y yo le contaba a él sobre las mías.

Pero ahora, él no me puede contar más nada y yo me siento algo estúpido al querer contarle algo cuando lo único que él hace es pensar en cuán perfecta es mi hermana.

En cuanto a Emma.. ella es mi hermanita, mi bebé. Y al enterarme de que estaba con Chris.. creo que tuve que darme cuenta de que ella finalmente había crecido y yo no podría hacer nada al respecto. Que ya no puedo protegerla del mundo como me gustaría.

Escucho el golpe de mi mochila contra el piso y eso me devuelve a la realidad.

- Joder..- murmuro levantándola.

Estoy tan cansado que voy perdiendo cosas en el camino. No sé si haber elegido el turno de noche fue la mejor idea.

-¡Maldita sea!-

Una voz algo chillona me llama la atención. Miro hacia el frente para ver a una chica pelirroja batallar con su bolso.

Por un momento, me debato si debería ayudarla o no. Ya que casi no hay ningún alma en el pasillo, me acerco a ella sigilosamente.

- Eh.. ¿todo bien por aquí?- le pregunto mirando hacia abajo, donde por cierto, ella está sentada.

Su rostro se inclina hacia arriba y unos penetrantes ojos verdes me acechan.

- Genial..- murmura y sigue revolviendo entre sus cosas.

- ¿Necesitas ayuda..?- insisto comenzando a perder la poca paciencia que tengo.

Entonces sus ojos vuelven a mirarme y resopla.

- Pues si mágicamente puedes hacer que mis llaves aparezcan, sí. Sino no, gracias.- dice secamente.

Estoy a punto de irme. No soporto a las mujeres odiosas e histéricas.

Pero entonces recuerdo que no tengo nada mejor que hacer y que realmente necesito empezar a ampliar mi espectro de amistades en este lugar cuanto antes.

- ¿Donde las viste por última vez?- insisto agachándome a su lado.

Su mirada vuelve a cruzarse con la mía a la vez que su ceño se frunce, mostrando su confusión.

Definitivamente, quizás (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora