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Kara

Después de unas cervezas junto a una larga y divertida charla, Alex estira su mano hacia mí y ladea su cabeza hacia la pequeña pista de baile.

Inicialmente me niego a levantarme, pero termino siendo arrastrada allí. Hay poca gente bailando pero la suficiente como para que pueda esconderme un poco. Me gusta bailar siempre y cuando no haya gente alrededor que pueda ver mis ridiculeces, pero este no es el caso.

La canción que suena es movida y las personas a nuestro alrededor saltan y bailan alegremente. Sin embargo, parece que el hombre frente a mí tiene otras intenciones. Sus amplias manos sujetan mis caderas con un agarre firme mientras que su mirada persistente me hace sonrojar. Pongo mis manos sobre sus hombros y las deslizo hasta rodear su cuello.

Alex se acerca a mí con una sonrisa demasiado encantadora y roza mi mejilla con su nariz, acariciándome suavemente mientras la música sigue llenando el bar.

Casi protesto en voz alta cuando él se aparta un poco para volver a fijar sus ojos en los míos.

- Joder... eres perfecta.- suelta de pronto mientras pasa una mano por su cabello de manera despreocupada.

Río negando fervientemente. Cualquier persona racional diría que yo soy lo menos perfecta que puede existir. Soy más bien... una chica promedio que se las arregla.

- No lo soy, Vans, y estoy muy lejos de serlo...- le digo, lo que casi suena como una advertencia.

Entonces, Alex aprieta su agarre, haciendo que nuestros torsos colisionen y sus brazos me envuelvan.

- Eres perfecta para mí, fosforito, no cuestiones mi criterio...- responde con el mismo tono divertido.

No puedo evitar sentirme extrañamente bien al oírlo. Nunca nadie me había dicho algo así, ni siquiera algo parecido con tal significado. Hasta empiezo a dudar de que esto sea real y no se trate de un sueño o una ilusión óptica.

No sé qué responderle, quiero decirle que él también podría llegar a ser perfecto para mí, pero las palabras parecen no querer salir de mí. Por eso, decido demostrárselo de otra manera.

Acercando mi rostro al suyo lentamente, comienzo a esparcir suaves besos por su barbilla y mejillas. Noto cómo su respiración se acelera y cómo desespera porque no llego a tocar sus deseables labios. Sin embargo, no me apresura y me deja besarlo hasta que al fin mordisqueo su boca y lo beso como se debe.

Una de sus manos se pierde en mi cabello, atrayéndome aún más a él mientras nos devoramos en público. Ni quiero imaginar lo que me dirán mis compañeros de trabajo luego de esta noche, pero en realidad, no me importa demasiado. Lo único que me importa ahora es Alex y su manera de hacerme sentir increíblemente bien.

Luego de unas cuantas canciones más, salimos del bar riéndonos de nada y tomados de la mano como si fuéramos una alegre pareja en una noche cualquiera.

De momento, mi apuesto acompañante deja de reír para observarme tan atento como lo hizo toda la noche.

- ¿Quieres... quieres venir a mi hotel?- me pregunta cautelosamente con una sonrisa sin soltar mi mano. - Sé que suena como una propuesta indecente pero...- se detiene como si estuviera pensando por un instante. - Joder, ¿a quién engaño? Eso es exactamente lo que es... solo no quiero dejarte ir aún, podemos solo besarnos hasta el cansancio si quieres, no me aprovecharé de ti.-

Río una vez más, en parte ocultando mis nervios y en parte divertida por su verborragia. Me encanta ver esta faceta de él, medio tímido pero a la vez juguetón.

Volteo a verlo, dejando de reír por un momento, completamente consciente de lo que implicarán mis siguientes palabras.

- ¿Y qué si quiero que te aproveches de mí?-

Definitivamente, quizás (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora