Capítulo 35. ¿Una traición? No lo creo

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Marco agarraba el cojín de la cama con todas sus fuerzas. Trataba de conciliar el sueño, pero le era imposible con una persona que no dejaba de dar vueltas a su lado.

—¡Cesar! —exclamó—. Te puedes estar quieto —pidió con una voz más dulce.

El chico volvió a girarse, pasó los dedos por su pelo para despeinarlo un poco y se incorporó.

—No puedo dormir —se quejó.

Marco suspiró, estaba agotado.

—¿Y por qué no te vas a ver la tele o algo? —le propuso—. Algunos madrugamos mañana —dijo en tono burlón.

—Ja, ja, ja —dijo molesto—. Es tu culpa.

Marco bostezó y se incorporó para mirar bien a su novio.

—¿Y se puede que he hecho yo?

—Lo sabes bien.

—Cesar —insistió.

Era tarde y estaba cansado, no quería ponerse a pensar. Era más sencillo si él se lo decía.

—Oh, venga, no te hagas el ingenuo. ¡Has conspirado a mis espaldas!

Marco negó con la cabeza, así que seguía molesto por eso. Se volvió a tumbar, se giró y cerró los ojos para poder dormir.

Cesar lo miró perplejo, ¿no iba a decir nada?

—¿Ni siquiera lo vas a negar?

No hubo respuesta. Estaba furioso, se levantó de la cama y se fue a ponerse una copa.

—Espera —pidió Marco sin mucho ánimo—. Ven, siéntate, vamos a hablar —dijo entre bostezos.

Cesar estaba enfadado con su novio por lo que había hecho, pero lo conocía demasiado bien como para saber que nunca había hecho nada con intención de herirlo. Se sentó en la cama junto a él y colocó un cojín en la pared para apoyar la espalda en él.

—Me has traicionado —dijo el ex-Domador.

—Cariño, no seas dramático —respondió el Natura con una voz cálida y calmada—. Tan solo he hablado con una amiga tuya para encontrarte un trabajo —añadió con una sonrisa.

—¡Un trabajo con la persona que más odio!, ¡la persona que mató a mi dragón!

—Adrianna está de viaje, ella ya no dirige el internado —prosiguió sin perder la calma.

Cesar frunció el ceño y miró curioso a su novio.

—¿ Y quién lo dirige entonces?, ¿de quién viene la oferta?

Marco se mordió el labio superior, estaba algo nervioso de cómo se lo iba a tomar su novio.

—Tu hermano —dijo con un susurro casi imperceptible.

—¿Quién? —preguntó Cesar quien no había entendido nada.

—Tu hermano —repitió, pero esta vez con un tono bastante alto.

Cesar tragó saliva y esperó varios minutos en silencio antes de contestar. Esperaba haber escuchado mal, o que su novio rectificase. ¿En serio había pensado que él iba a trabajar para su hermano? No, eso era humillante. Su hermano no se había portado con él como debía... No podía aceptar ser su subordinado. Además, ¿por qué Óscar lo quería en el Morsteen?

—Puedes repetirlo —pidió el ex-Domador haciendo drama.

—Cesar, lo has escuchado perfectamente. Tu hermano —repitió—. Tu hermano, ¿quieres que lo deletree? —preguntó cansado—. Venga, ven a dormir y no hagas drama. Mañana lo hablamos.

La leyenda de los Ignis | #2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora