María miraba maravillada el interior de la cabaña. No era demasiado grande, pero no parecía faltarle de nada. Un acogedor cuarto de estar con un gran sofá donde pasar el tiempo en familia; una pequeña cocina perfectamente ordenador y una puerta corredera que llevaba a una sencilla, pero preciosa habitación con un diminuto baño. Podía no parecer gran cosa, pero sin embargo era de una belleza indescriptible.
Se sentó en el sofá junto a Bruno y Nathaniel mientras Nina preparaba algo de beber.
—¿Me vais a decir ya qué necesitáis? —Se escuchó a Nina desde la cocina.
A decir verdad Nate también tenía ganas de saber de qué se trataba.
Bruno miró a María en busca de una respuesta, no tenía muy claro si la joven quería ser quien lo contase o si prefería que lo hiciese él. Sin embargo María estaba tan embelesada con la cabaña que ni siquiera se fijó en que Bruno la miraba, o en que Nina había hablado. De pronto se giró hacia Bruno.
—¿Por qué Nina no estudia en el Morsteen? No le he visto ninguna conexión —preguntó María curiosa.
—Se fue —respondió Nate esperando que les explicasen ya porqué los necesitaban.
—¿Cómo? —insistió María sin entenderlo.
¿Se había escapado como lo había hecho su madre?, ¿por eso vivía allí en vez de en Barnor?
—Ella no estaba de acuerdo con el régimen —explicó Bruno—. Es una larga historia —añadió sin entrar en detalles.
Eso era algo personal de la chica, y aunque quisiese a María, no quería traicionar la confianza de su amiga. Si ella quería contárselo perfecto, pero no sería él quien iniciase esa conversación.
—¿Y bien? —Volvió a preguntar Nina mientras dejaba las cuatro tazas sobre la mesa y se sentaba junto a ellos.
María se quedó en silencio, ¿la habría escuchado? No lo había hecho a malas, solo quería entender un poco más. ¿Quién querría escaparse del internado?, ¿cuál sería el elemento de la chica?, ¿qué habría ocurrido?, ¿qué lugar era exactamente este, y por qué vivían aquí? Comenzó a morderse el labio inferior y miró nerviosa a Bruno, quien le sonreía y le agarraba la mano con fuerza.
Sacudió la cabeza, era la hora de comenzar a hablar del asunto que los había llevado hasta allí. Hubiese preferido que lo contase Bruno, pero no podía estar dependiendo siempre del Domador, ya era hora de dar un paso al frente.
—Tengo un libro —dijo sacándolo del bolso—, pero no sé que parte es cierto, o si acaso hay algo de cierto —añadió la Ignis mientras entregaba el libro a Nina.
Esta lo cogió y lo miró detenidamente en silencio durante unos minutos, después de lo pasó a Nathaniel, quien hizo lo mismo.
—No —dijo Nate rompiendo el misterioso ambiente.
—Sí —respondió Nina.
—No puede ser —insistió el Domador.
—Ya ves que sí.
—Son leyendas —dijo Nathaniel tratando de convencerse a sí mismo.
—Perdonad que interrumpamos vuestra fantástica conversación, pero ¿podéis explicarnos algo? —interrumpió Bruno algo molesto.
Esos dos eran unos freaks de la historia, por eso había acudido a ellos, pero el que los excluyesen de la conversación lo irritaba bastante.
—Un minuto —pidió Nina mientras se levantaba y corría hacia su habitación.
—¿Qué ocurre? —preguntó María confusa.
—¿De dónde lo has sacado? —cuestionó Nathaniel.
María desvió la mirada, eso era precisamente lo que no quería contar.
—Lo cogí de la habitación de mi padre —mintió Bruno para cubrirla.
María sonrió agradecida, qué tierno. Nate lo miró preocupado. Lo que se temía, si ese libro era de Javier Jaquinot, no podía tratarse de un simple cuento...
Nina volvió con un gran cuaderno a la sala y comenzó a rebuscar en él.
—¡Aquí está! —exclamó entusiasmada mientras comprobaba la información de su cuaderno en el libro.
—Nina, ¿podrías concretar? —pidió Bruno.
—Sí, perdón, es que es tan emocionante —respondió sin poder contener su alegría.
Llevaba toda su vida estudiando esas historias, y cuando se enteró de la existencia de María supo que podían ser ciertas. Ese libro confirmaba todo lo que había estado estudiando durante esos años.
—Para entender esto debemos remontarnos a hace casi un centenar de años —comenzó, y todos se prepararon para escuchar la historia.
—¿Cuál de las dos historias les vas a contar? —interrumpió Nathaniel algo seco.
—La de verdad —respondió Nina seria.
—No sabemos cuál es la cierta.
—¡Sí que lo sabemos! —sentenció ella provocando una mueca de disgusto en el rostro de Nate.
—No, tú crees que esa es cierta, pero yo no —Hizo una pausa—. No creo que fuese así.
—Nate, ambos sabemos que la historia la escriben los vencedores, y en este caso fueron los Domadores, así que la historia que cuentan no es cierta. ¡Esta lo es! —insistió la chica.
—¡Ya basta! —estalló Bruno—. Contadnos las dos y dejad que nosotros decidamos —pidió volviendo a tranquilizarse.
Le estaban hartando esos dos.
—Está bien, pero primero contaré la mía —anunció Nathaniel.
El domador cogió aire y todos se quedaron en silencio para escuchar su historia.
—Hace cientos de año los Ignis gobernaban estas tierras, todos estaban bajo sus órdenes. Los Domadores eran los encargados de su protección —Hizo una pausa—. En un principio todo iba bien, había prosperidad y todas las razas vivían en armonía, pero los Ignis comenzaron a enloquecer por el poder.
—Sabes que eso no es cierto —interrumpió Nina.
Nathaniel la fulminó con la mirada, odiaba que lo interrumpieran, y ella lo sabía.
—¿Puedo continuar? —preguntó seco.
María escuchaba atenta la historia, no era capaz de parpadear. Había algo dentro de ella comenzaba a removerse, ¿por fin lograría averiguar la verdad?
—Sigue, por favor —pidió la joven Ignis al Domador.
Nathaniel tomó un sorbo de su bebida y continuó con la historia.
—Se dice que ya nunca estaban satisfechos con lo que tenían. Querían someter a todas las criaturas mágicas, querían domesticarlas y así convertirlas en un ejercito imparable al que nadie pudiese hacer frente. Comenzaron a arrasar aldeas y a esclavizar a sus gente, pero eso no era suficiente. Los Ignis deseaban algo más que a nada en el mundo, y no estaban dispuestos a renunciar a ellos, aunque eso significase perder todo, y así fue —relató el Domador.
María lo miraba intrigada, jamás había visto a Nathaniel tan serio y conmovido a la vez. Pareciese que estuviese en esa época viviéndolo en sus propias carnes. ¿Qué sería eso que los Ignis tanto habían ansiado?, ¿en verdad sus antepasados habían sido como Nathaniel los retrataba? Necesitaba saber más de esa intrigante historia.
PD: ¡Hola a todos! Muchísimas gracias por todo el apoyo y el cariño que me brindáis a diario. De verdad que lo agradezco :) Quería comentaros que poco a poco voy recuperando mi tiempo, así que a partir de ahora todos los sábados y martes habrá capítulo nuevo, y cuando tenga más tiempo incrementaré los días. También comentaros que dos lectoras han abierto un grupo de Instagram donde hacen dinámicas y así (y yo colaboro en todo lo que me piden). Así que si hay alguno que se quiera unir, aquí está el enlace https://www.instagram.com/domadoresfans/ ¡¡¡Un beso a todos y mil gracias!!!
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La leyenda de los Ignis | #2 |
FantasyLa pelea entre los repudiados y los Domadores dejó el internado completamente destrozado provocando que los alumnos tuviesen que volver a sus casas y volver a sus vidas cotidianas. Sin embargo la aventura no ha terminado todavía. María, Bruno, Nico...