Capítulo 11

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A los pocos días, todo volvió a la normalidad, todo menos yo, ya no era el mismo, la idea de perder a Daisuke me había cambiado, si yo antes era serio y antipático ahora lo era el doble, en casa todo estaba tranquilo, demasiado, yo no era el único que había cambiado, mi abuelo también lo había hecho, estaba triste, deprimido, lo oía llorar todas las noches, a penas se levantaba de la cama, aún sabiendo la poca relación que manteniamos, había intentado animarlo, pero nunca dio resultado.... yo tampoco estaba mucho mejor. La idea de que Daisuke se fuera me destrozaba más cada día que pasaba, cada día, que sabía que esa realidad se acercaba más. Seis años era demasiado, y Daisuke era la única persona que me importaba...
Estabamos a Lunes, si, exacto era el mejor día de la semana, y yo estaba del mejor humor que podía, Nótese el sarcasmo, quedaba una hora para el recreo, yo no prestaba atención en clase, miraba por la ventana como el viento agitaba a los lejos las ojas de los árboles, entonces, me vino un recuerdo a la mente. Yo era muy pequeño, estaba en el parque, a mi lado se encontraba mi padre y yo estaba triste, había tenido problemas en el colegio, y mi padre me miró y me dijo "tenemos mucho que aprender de la naturaleza, por muchas adversidades que se presenten esas plantas siguen ahí firmes", siempre tuve presente esa frase a lo largo de mi vida, ser fuerte siempre, pasara lo que pasara, pero esta vez me había hundido,los problemas me habían sobrepasado.
Tocó la alarma del recreo, me levanté de mi asiento sin ganas, salí del edificio y busqué un sitio apartado de todos los demás a la sombra de un árbol, me senté y acerqué mis rodillas a mi pecho. A los cinco minutos sentí una mano sobre mi pelo, levanté la mirada y allí estaba esa linda sonrisa.
-Hola mi pequeño gatito gruñon.- me dijo sin dejar de acariciarme el pelo y acercandose a más a mi, se sentó al lado mío y no sabía porque, pero cada palabra suya me dolía, no quería aceptar que perdería tantas cosas, tantos momentos y tanto cariño.- ¿Ken? ¿oye, estás bien?.- Me miró preocupado, me había quedado mirándolo fijamente sin darme cuenta, sumido en mis pensamientos.
-No quiero que te vayas.- fue lo único que salió de mi boca, la sonrisa de Daisuke desapareció, se puso serio, no me gustaba verlo así pero me gustaba menos el saber que en dos semanas no lo volveria a ver hasta dentro de seis años y no quería aceptar eso.
-Ken, sabes que no puedo hacer nada al respecto, no es desición mía, yo no quiero irme.
- Pues no te vayas, no me dejes solo.- Al decir esto la mirada de Daisuke se ensombrecio, era la primera vez en tantos años que lo veía así.
-Ken, yo nunca te dejaré solo, sabes prefectamente que te quiero, eres la persona más importante para mi, y que no te pueda ver no significa que me vaya a olvidar de ti, eso es algo imposible.- al decir eso bajo la mano desde el cabello hasta mi mejilla, el corazón me latía muy rápido, me había dicho que me quería, no me esperaba eso, no sabía como reaccionar, pero sin darme tiempo a nada Daisuke se inclinó y me besó en los labios.
Ese día me acompañó a casa, como todos, pero cuando llegó el momento de despedirme de él, no quise que se fuera.
-Ken, tienes que irte a casa
-No quiero, Daisuke te quedan dos semanas, ¿por qué no aprovechar y pasar ese tiempo juntos?.
Al final me hizo caso, caminamos juntos hasta su casa. Subimos a su habitación, cenamos juntos después de un rato, nos cambiamos y nos quedamos dormidos, uno al lado del otro, Daisuke siempre ha tenido la manía de acariciarme el pelo, desde que éramos pequeños, era algo que hacía mi madre para que me durmiera, y me encantaba, me relajaba, al final nos dormimos abrazados, nunca nos esperamos la aterradora escena que vimos al despertar...

Me duele quererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora