EL LABERINTO

4.8K 224 18
                                    


Aquel día parecía uno cualquiera en medio del Nuevo Mundo. La tripulación del sombrero de paja despertó bajo un sol abrasador. El primero en aparecer en la cubierta fue Brook, que, con un dulce sonido de violín, fue levantando a todos sus compañeros.

-Sanji! ¡El desayuno! – Gritaba Luffy de buena mañana.

-Ya va, ya va – Contestó Sanji mientras se dirigía a la cocina.

Poco después empezaron a salir todos los demás tripulantes hacia la cubierta.

-Nami, ¿Cuánto queda para la próxima isla? – Preguntaba Usopp

-No deberíamos tardar demasiado. Según mis cálculos, debe de haber una por aquí cerca. Eso sí, esta vez abrigaros bien que hará frio. – contestaba la navegante.

-Frío? ¿Cómo va a hacer frío si hace un calor insoportable? – Preguntaba Chopper mientras Robin le abanicaba, consciente de que el reno no lo pasaba bien en las islas cuyo clima era cálido.

-Robinceta, yo también estoy muerto de calor. – Decía Sanji mientras sus ojos se transformaban en corazones gigantes.

-Tú a callar y a acabar de preparar el desayuno. – Gritaba Nami mientras le echaba un vaso de agua por encima y le daba una patada mandándolo directamente a la cocina.

Poco rato después, Sanji llamaba a todos sus compañeros para que se dirigieran a la cocina a desayunar. Como era costumbre, el rubio había preparado de todo: tortitas, bocadillos, pastas, fruta, zumos...

La comida se terminó en cuestión de minutos

-Luffy, deja de comerte siempre mi comida – Decía Usopp con voz de enfadado. – Mañana comete la de Nami!

-No, que Nami da miedo. La tuya me gusta más. – Contestaba el capitán mientras sonreía.

-Ya veo una isla – Avisó Zoro desde el nido.

Todos salieron hacia la cubierta a ver la isla en cuestión. La sorpresa vino cuando descubrieron que justo encima de la isla había una gran nube que la cubría por completo y de la cual no paraba de nevar. Era una isla grande, no como las últimas islas en las que habían estado.

-Que coincidencia Mugiwara-ya –

-Torao! ¿Qué haces aquí? – dijo Luffy emocionado

-Eso mismo podría preguntaros yo a vosotros

-Es la dirección que Luffy escogió – contestaba Nami mientras se asomaba por el barco para mirar el submarino de los piratas del cirujano de la muerte.

Nami nunca acabó de fiarse de Law. Era cierto que se habían ayudado mutuamente en muchas ocasiones, pero la mirada de aquel chico no le transmitía buenas sensaciones.

Al cabo de un par de horas llegaron a la isla. Teniendo en cuenta el clima que hacía, se habían encargado de abrigarse todos, a excepción de Zoro y de Franky, que como era habitual, al primero le gustaba ir con la camisa abierta y el segundo no entendía su vida con pantalones.

La sorpresa llegó justo al bajar del Thousand Sunny, cuando se dieron cuenta de que, a pesar de toda la nieve que estaba cayendo por toda la isla, no hacía nada de frío, sino todo lo contrario.

Toda la tripulación fijó los ojos en la navegante, esperando que ella tuviera una explicación para aquel suceso.

-No me miréis así, yo tampoco lo entiendo – contestó Nami finalmente – Esto es el Nuevo Mundo, no puedo acertar con tanta precisión. Las nubes que vi eran nubes de nieve. Lo que no esperaba yo era que hiciera este calor.

-Es la fruta de Monet – Sentenció Law.

-Pero ella no murió en Punk Hazard? – Preguntó Robin extrañada

-Según tengo entendido así fue. Lo más probable es que alguien haya comido la Yuki Yuki no mi y esté provocando esta nieve en la isla.

Todos los allí presentes se dirigieron de nuevo al barco para cambiar sus atuendos. Diez minutos después ya estaban listos para entrar en aquella misteriosa isla.

-Bien, escucharme atentamente. Tres de nosotros se quedarán en el barco y los otros seis iremos a la isla.

-Un momento. – Interrumpió Law a la navegante mientras ella explicaba el plan. – Yo voy con vosotros. Dejaremos a todos mis hombres cuidando de los dos barcos si Beppo y yo podemos acompañaros.

-Y una...-

-SI! – Gritó Luffy interrumpiendo a Nami de nuevo – Por fin una aventura todos juntos!

-Entonces no se hable más. En marcha. – Dijo elcirujano mientras miraba a Penguin haciéndole una señal para que se quedara almando de los dos barcos. Nami hizo una mueca al ver a los dos capitanes marchar hacia la ciudad. Robin se dio cuenta del gesto de la navegante.

-No tienes de que preocuparte, Torao-kun es un buen hombre y también es muy fuerte. Si nos quisiera traicionar ya lo hubiera hecho, ¿no crees?

Nami sopló ante la conclusión de su amiga y siguió caminando cuando notó que alguien le cogía del brazo.

-No eres la única que desconfía de él, yo tampoco me fio. Seguro que nos acabará traicionando. – le dijo Zoro al oído y siguió con sus compañeros.

El camino hasta llegar a la ciudad no fue largo. Las dos chicas iban hablando de que podrían comprar allí, Beppo y Chopper iban hablando de medicina, Luffy le explicaba a Law algunas de sus aventuras, Zoro y Sanji discutían todo el rato, y Franky, Usopp y Brook iban haciendo una lista de los materiales que tendrían que comprar en la isla para poder mejorar el barco.

La sorpresa llegó justo cuando estuvieron en frente de la entrada de la ciudad. Pudieron ver como un muro gigante rodeaba la ciudad por completo y un gran letrero con la palabra "Laberinto" escrita en el centro. Había una única puerta posible por la que acceder, así que se dirigieron hacia ella.

-Que divertido! ¡Un laberinto en una ciudad! Separémonos y el primero que llegue a la ciudad gana. – Proponía el capitán mientras miraba a todos sus nakamas y se disponía a correr para entrar en el laberinto.

-No Luffy, espera. – Dijo Robin. – Lo mejor será que vayamos todos juntos. Estoy segura de haber leído algo sobre esta isla en uno de los últimos libros que leí. Según tengo entendido, esta es la isla de Esmóntico. Hace cuestión de cinco meses se instauró un rey obligando a todos los ciudadanos a construir un laberinto gigante para impedir el acceso a la ciudad a piratas y marines. El laberinto está lleno de trampas, de enemigos y de toda clase de seres que harán lo posible para que ningún extranjero pise la ciudad. Se dice que nadie ha conseguido salir vivo de él a excepción de un ciudadano, que milagrosamente encontró la salida de la ciudad y pudo huir de esta isla.

-No pasa nada, nosotros estaremos bien. Yo confío en vosotros. – Dijo mientras salía corriendo en dirección al laberinto.

Justo al atravesar la puerta, todos los Mugiwara vieron como Luffy caía hacia abajo.

-Eh chicos! ¡Es un tobogán! ¡Que divertido! Venid conmigo. – Dijo Luffy desde las profundidades del laberinto

Todos se miraron extrañados y siguieron a su capitán. Uno a uno se fueron tirando por el laberinto. Zoro, Sanji, Law, Beppo, Usopp, Robin, Nami, Brook, Chopper y finalmente Franky.

-¿Cómo es que estáis solo vosotros dos aquí? – Preguntó Franky al ver a Robin y a Sanji.

-Has sido el último en bajar Franky? – preguntó Sanji

-Así es.

-Franky, recuerdas el orden en el que se han tirado después de que bajara yo? – decía Robin mientras anotaba en un papel.

-Después de ti bajó Nami, después Book, Chopper y finalmente yo.

Las cuatro estacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora