Capitulo IV - Cuenta regresiva

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Ya habia olvidado lo que se sentía despertar... Soñar. Alice intentaba recordar el sueño pero las escenas se habian desvanecido apenas al abrir los ojos, dejando solo una imagen a la que su memoria se aferraba.

Un chico de cabellos rubios grisaseos y ojos magenta.

Se levanto de golpe buscando un papel y lapiz. Fue directo al escritorio buscando cajon por cajon, saco lo que necesitaba y aun con la imagen en la mente empezó a dibujar. Se desesperaba porque el rostro de ese chico comenzaba a desaparecer. Se sorprendío de lo habil que era, en poco tiempo logro plasmarlo de su mente al papel. Lo observó ya mas tranquila y notó que estaba llorando, las lagrimas no paraban de salir.

- ¿Quien eres? - Susurró hablandole al dibujo.

Toc toc.

- Sarada, preparé el desayuno. - Alice reconocío la voz como la de "su hermano".

- Voy enseguida. - Respondío con un tono dulce y alegre.

La noche anterior ese chico la habia traido a su departamento, se mostró muy preocupado por su hermana ¡Que amable y guapo es!

Lastimosamente estando en el cuerpo de su familiar no puede intentar nada, hay limites. Encontraría la forma de salir y entonces lo haría suyo, porque el ya la tenía a sus pies. Es mas, le llamo la atencion hace algunas semanas, le tomo un rato pero logró reconocerlo, lo habia visto en el aeropuerto, lo perdío de vista en aquella ocasión ¡Esto debe ser el destino! Sentía una gran energía positiva en el por lo que su sentía mas esperanzada que nunca.

Solo le intrigaba un poco la actitud del chico, cuyo nombre aun desconocia, no parecía normal, la habia mirado con tanta culpa y cautela, tampoco sabia porque se disculpo tantas veces. Seguro un tipico problema de hermanos pensó.
Fue hasta el armario y busco algo que ponerse.

- Pero que mal gusto tienes. - Le dijo a Sarada, aunque claro ella no la escuchaba. - Te vistes como monja. - Colgador tras colgador, nada era de su estilo. Todo era tan... Anticuado.

Saco una de las faldas largas y una blusa con encajes a regañadienses. Esa ropa era horrible pero no podía andar desnuda ¿O si?

Abrio por si acaso los otros cajones, habian joyas y accesorios que se notaba nunca usaba. Tambien maillots de ballet, zapatillas y varias cosas del estilo. No podría ser mas anticuada, deberia practicar baile moderno y comprarse una falda que muestre si sus piernas.

Se miro al espejo, efectivamente Sarada tenía un cuerpo de infarto, uno que la tonta no aprovechaba. No se es joven para siempre Sa-ra-da. Era una chica bellisima, si no fuera hermana del rubio seguro lo conquistaria.

Tenía que pensar en como salir ya de ese cuerpo, no podía pretender ser ella. Ni siquiera se parecían, no sabia nada de esta muchacha y no podia dejarse en evidencia, traeria problemas. Tal vez tiene un diario... ¡Eso es!

Se puso a buscar el supuesto diario por todos lados, desordenando todo, pero no habia nada ni remotamente parecido. Tenia que averiguar mas de Sarada. El cuarto lanzaba algunas pistas, primero que nada bailaba ballet ¿Estaria en alguna academia? La mas prestigiosa esta en esta ciudad. Tenía un arpa a lado de su cama. Serias mas genial si tocaras el bajo o una guitarra electrica. Y... Nada mas, no habia mucho en ese cuarto, parecia recien mudada. Habia unas fotos en cuadros pero luego las vería, no queria hacer esperar mucho al guapo chico.

Se cambío y se dirigío a desayunar, evitaria lo mas posible hablar con su hermano. Ni siquiera sabia como se trataban.

El rubio preparó tostadas con mantequilla, una ensalada de frutas y jugo de citricos.

¡Fue el fantasma! ~BoruSara~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora