Capítulo 3. Tal vez yo lo sabia

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A veces me siento fuera de lugar, que no estoy parada donde debería, que algún día voy a estar donde pertenezco y me sentiré diferente, completa. No lo entiendo, siento que las personas van a otro ritmo, que no sienten y perciben cosas con la misma intensidad que yo, quizás mi umbral del dolor emocional sea diminuto, como si pusiera el corazón por delante en todo lo que hago o como si mi apego con otras personas fuera tan intenso que puedo sentir su dolor, físico y emocional cuando les daña en sobremanera.

Cuando tenía diez años, mi hermano y yo decidimos que jugar a la pelota en sandalias era una de las mejores ideas que habíamos tomado jamás. Pero no fue así, él cayó de cara contra el suelo, su cara sangraba a chorros y a la vez sus lágrimas hacían todo aún más difícil de ver; se rompió un par de dientes y a mí me había dolido la boca por días, un dolor insoportable que no podía explicarle a mi madre porque no había nada que me lo causará.

O cuando mi mejor amiga estaba sufriendo en realidad por un muchacho, hablo de un sufrimiento verdadero, que la hacía diferente. Le afectaba tanto que de pronto yo comenzaba a sentirme así, todas sus emociones se reflejaban en mi de una manera que no podía entender. Lloraba con desesperación por las noches, al oír su voz diminuta y ver su sonrisa sombría casi extinta. En algún momento espere que al contarle a alguien lo entendería, pero hasta ahora no ha sido así.

"Te han mencionado en los comentarios de una publicación"

La notificación que saltaba a mi vista en una de mis redes sociales me hizo fruncir el ceño, acababa de acceder a la página por lo que no había hecho nada que ameritara en respuesta una notificación así. Se trataba de una publicación sobre la fiesta, de unas amigas de la familia diciendo lo buena que había sido.

La pantalla se arrastró sola hasta el comentario en el que aparecía mi nombre, lo resalto en amarillo y a grandes rasgos pude leer que un chico pedía saber el nombre de la chica del cumpleaños. Hasta ese momento no sabía si era una broma y me habían mencionado para avergonzarlo o si era completamente real.

"Tienes una solicitud de amistad nueva"

"Tienes un mensaje nuevo"

Y si, todo era completamente enserio.

Dicen que se sabe cuándo tienes en frente a tu alma gemela o al amor de tu vida, ¿Pero yo que iba a saber de eso si tenía quince años? Solo sabía que con su primer hola sentía saltar en mi pecho mi corazón, como sucede cuando esa persona de la que llevas enamorado meses por fin responde a tus mensajes. Me removía incomoda en mi asiento esperando respuestas de un completo extraño.

No me parecía normal en ningún grado sentirme de esa manera, principalmente porque era nueva con las emociones y, además, porque alguna voz en mi interior, que podía reconocer como mi subconsciente, estaba diciéndome lo necesitada de atención y amor que parecía estar.

"- ¿Me contarías algo sobre ti?"

Caramba, ojalá todo el mundo dejara de preguntar esas cosas.

"-No sé que decirte, ¿Hay algo que quieras saber en especial?"

"-Cualquier cosa, si quieres yo te digo algo e imitas los datos que te de"

Si pudiera volver en el tiempo, le tomaría las manos con fuerza a mi yo del pasado. Le detendría los impulsos por seguir conociéndole, me gustaría ahorrarle y quitarme tanto dolor. Porque puedo asegurar que desde el primer segundo estaba enamorada, desde que comenzó a darme datos de su vida yo no estaba haciendo nada más que grabarlos en mi mente, tallarlos a piedra y cincel para recordarlos siempre.

En minutos me había llenado de información, mucha más información de la que yo podía asegurar que tenia de cualquiera de mis amigos de años. Prácticamente me dio lo suficiente para robarle la identidad y yo le había escrito de mi exactamente lo mismo. Al principio como en todo, media el terreno, pero luego...era tan cómodo hablar con él.

"-Me está encantando conocerte, hablamos después, te quiero"

"-A mi igual, te quiero"

¿No era evidente? Aquello me hacía sentir que no estaba en absoluto nada mal. Había un chico interesado en mí, en mi vida, que quería seguir en contacto conmigo y como si fuera poco estaba encantado y me quería, con solo pocas horas de habernos saludado. Alguien que me interesaba de la misma forma y eso era algo que jamás pensé que viviría.

Ahora me es vergonzoso reconocerlo, suena tonto y la situación grita con intensidad que las palabras son eso, palabras, que la niña de quince años se estaba ilusionado con nada. Pero es que se sentía tan real, y dolió de una manera imposible. Ojalá hubiera podido sentirme así con Julián, él que llevaba tanto tiempo intentando, que aún después de mis rechazos nunca perdió la esperanza, incluso después de que yo había perdido toda esperanza y me encontraba destrozada, pero no pude hacerlo.

—¿Me acompañas al supermercado? —cundo mi madre termino la pregunta yo ya había respondido en mi mente negativamente. Estaba aferrada a la mesa de escritorio, con las manos en el teclado lista para escribir en cualquier momento, afuera ya parecía estar oscureciendo y yo no me había percatado de que las horas habían pasado.

Así que me fui, con la cabeza revuelta y la respiración corta llenas de suspiros. ¿Podía con eso? En realidad, ¿Por qué en aquel momento si podía con eso y no hace dos semanas? Otro suspiro. Dios, no lo entendía, pero si no podía yo en realidad si que quería intentarlo.

Lo que conversamos al terminar el día me daba una amarga sensación, una sensación que ahora puedo identificar fácilmente y resolverla, una sensación que hablaba de todo el futuro, que intentaba prevenirme, persuadirme.

"-Oh, en realidad estás realmente lejos"

"-Si, tu igual"

Jamás entendí lo mal que uno se la puede pasar por la distancia, que evidentemente es posible de recorrer, pero que provoca un sentimiento de incapacidad. Debí dejarlo de lado en ese momento, en aquel instante que 3 horas parecían imposibles para él y para mí, debí dejarlo antes de que fuera demasiado tarde. Debí ahorrarme todas las lágrimas que me haría llorar, todas las inseguridades que me iba a provocar, seguramente hubiese dormido más noches y disfrutado la inmadurez con alegría. Pero si lo hubiese hecho, nadie podría estar leyendo estas simples letras ahora mismo.

No me detuve en aquel momento porque la curiosidad es un sentimiento nato en cualquier ser humano, es imposible de evitar seguir adelante con algo que aparentemente no te lastima y te hace sentir bien. No pude evitar seguir hablando con él tanto tiempo como pude ese día y el siguiente, y el día después de eso. Pero lo sabía, sabía que todo se acabaría, por él, por mis inseguridades o por la distancia, mi subconsciente me lo decía, yo lo sabía y no me interesaba.

Estar muy lejos #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora