Capítulo 21: Ya la conocía.

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Capítulo 21: Ya la conocía.

Mentiría si no digiera que cada que veía en mi inicio las publicaciones de Abigail y Darién me daba un vuelco el corazón, es casi ridículo aceptar que me tomaba los ratos de insomnio y los ratos libres en clases observando el perfil de ella, leyendo cada cosa, intentando averiguar quien era, y porque se suponía que, de alguna forma, habíamos terminado viéndonos como competidoras.

—¿Vienes? —me pregunto Samuel. Era un chico realmente alto, jamás le había visto ni un segundo sin sus lentes o sin comer.

—¿A dónde? — le mire casi sin apartar la vista del celular. Se rió.

—A comer, yo invito— me reí y negué.

—No tengo hambre— le dije.

Acababa de llegar a publicaciones que había hecho Abigail antes de que yo apareciera en la vida de Darién. Ellos ya se conocían. Me llamo la atención una publicación que hizo solo unos cuantos días después de que Darién y yo comenzamos a hablar.

''A veces hay que dejar ir a las personas que mas quieres, aun cuando no entiendes el porqué''

Entonces sentí un tirón por el brazo derecho que me hizo soltar el teléfono, Samuel lo tomo de la mesa y lo guardo en el bolsillo de su chaqueta.

—Por favor, solo salgamos del salón— insistió.

—¿Cuál es la urgencia? — casi molesta me levanté y entonces supe que algo no andaba bien.

Janeth estaba haciéndole señas con desesperación a alguien fuera del salón, cuando estuve a su lado se detuvo y sonrió, una sonrisa que solo seguía poniéndome cada vez más nerviosa.

—Samuel, si no me dices que pasa, entonces no voy a salir— levante la cabeza para mirarle el rostro, se estaba riendo.

—Solo sal— dijo y me empujo contra Janeth.

La chica me tomo del brazo y camino a mi lado, comenzó a hablarme sobre una canción que estaba sonando mucho, canto una estrofa y entonces la detuve.

—La odio, mejor no la cantes— estaba molesta, empezaba a sospechar a donde llevaba todo y no estaba gustándome la idea.

—¿La odias? — pregunto Julián a mis espaldas y entonces caí, otra vez. Me gire sobre mis talones con una sonrisa incomoda.

—Es que la ponen en todos lados— le aclare. Repare en que sostenía una rosa en las manos y la situación se volvía, cada vez más incómoda. Janeth había desaparecido de nuestro lado.

—¿Y Samuel? — me pregunto de pronto, me encogí de hombros. —¿Me sostienes esto? — estiro la rosa hacia mí, una vez que la tome, comenzó a hurgar en sus bolsillos y me la pidió de nuevo.

—Gracias— dijo simplemente y se fue.

Una parte mía estaba aliviada de que aquello no fuera para mi y otra, se preguntaba con mucha curiosidad para quien había comprado aquello. Me quede unos segundos recargada contra el barandal pensando, casi de mala gana, en que de la nada había perdido todas mis posibilidades, con todos los muchachos que las había tenido.

Y no es que tuviera oportunidades todo el tiempo, en general nunca las tenia, me preguntaba si era un juego del universo que todas se me presentaran al mismo tiempo y justo, cuando no paraba de pensar en una sola persona.

—¿Quieres comer entonces? — me puso el teléfono en la mano y me tiro del brazo para que comenzáramos a caminar.

—¿Qué fue todo eso? — le pregunte, casi sabía que había echado a perder algún plan extraño.

—Nada, en unas horas lo sabrás— dijo casi negando.

Yo ya no estaba entiendo nada.

''Discúlpame, de verdad''

''No pasa nada Darién 😊''

Fue como un balde de agua fría, el estómago se me revolvía cada que leía aquellos dos comentarios una y otra vez. Casi sentí como la situación se volvía bastante clara entre mis ideas, yo había sido la entrometida, la causante de que Abigail y Darién no hubieran llegado a ninguna parte, no ella conmigo, sino yo.

El sentimiento de culpa, la vergüenza de haberme sentido traicionada o haberle guardado rencor y odio a Abigail solo por el echo de existir en la vida de Darién, me revolvían la cabeza y me había bajado todo el ánimo en pocos segundos.

En lugar de resolver los ejercicios de matemáticas había seguido stalkeando un poco más, resultaba ser que Abigail había estado conociendo a Darién por algún tiempo y notablemente, estaba enamorada de él. Cuando yo aparecí en el triángulo, al parecer, Darién había decidido que Abigail no le gustaba tanto ¿Cómo pudo haber hecho aquello?

Todo el tiempo había estado creyendo que Abigail, de alguna manera, había arruinado todo lo que yo quería vivir con Darién y en realidad, había sido yo la que le dio fin a la historia que ella se había imaginado.

No paraba de sentirme como un juego en el que solo había servido para confirmar que Abigail y Darién tenían que estar juntos, yo era la dificultad que mencionaban en sus publicaciones de amor, la barrera, el universo comprobando que estaban destinados, que ellos dos encajaban.

—No te ves muy contenta— dijo Samuel poniendo su rostro a unos centímetros del mío.

—No lo estoy— me reí sin ganas.

Me ayudo a levantar mis cosas y caminamos juntos. Janeth, Julián y otro par de chicos se sumaron a nuestra dupla y comenzamos a conversar.

—Sea lo que sea, no vale la pena si te pone triste— me tendió la mitad de su chocolate y me abrazo por los hombros.

Samuel no acostumbraba estar conmigo constantemente, solo el día de educación física y el día que terminaba con la signatura de matemáticas, pero agradecía que estuviera conmigo, agradecía su personalidad despreocupada y sus intentos por verme junto a Julián.

Cuando llegamos a la parada de autobuses me soltó y se alejó, cuando vio que no lo entendía, hizo un gesto con su cabeza y me guiño un ojo.

—Quería darte la rosa, pero al final vi que te incomodaba y la regalé— la voz de Julián me hizo dar un brinco.

—Gracias, aun así— le dije, sentía las manos temblorosas y el corazón me latía rápido en el pecho.

—Se que no me porte bien contigo, no me gusta verte triste, fuimos amigos por algún tiempo y aunque no se exactamente lo que te pasa quería que supieras que eres hermosa— sonrió negando y luego me miro a los ojos.

—Aun no puedo entender como no puedes verlo.

No sentía nada, ni los pies, ni las manos, sus palabras me habían congelado en mi lugar, estaba ahí parada frente a Julián, la primera persona que me había dicho en la cara un cumplido como ''hermosa'', no en una carta, ni por mensaje, solo lo soltó así, como si fuera una realidad.

Asentí mientras esperaba a encontrar una forma de contestarle. Antes de que pudiera decir nada, movió el cabello que me cubría la cara, puso su mano en mi mejilla izquierda y sin apartar sus ojos de los míos, me beso en la mejilla contraria, cerca, muy cerca de la comisura de mis labios.

—Nos vemos mañana—dijo simplemente y luego se fue.

No tenía idea de lo que había pasado, no encontraba forma de estructurar las emociones que había tenido solo en un par de horas, cuando llegue a mi caso tenía tres notificaciones, dos eran mensajes.

Abigail acepto tu solicitud de amistad.

Julián: iba a besarte.

Darién: te extraño.

Perfecto.


Estar muy lejos #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora