Capítulo 20: Una historia que contar

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Capítulo 20: Una historia que contar

Cuando tenia 10 años y me ponían a hacer listas sobre mí, lo que era y las habilidades que tenía siempre incluía ''amigable'', ''sociable'', y ''buena amiga'' entre las listas enormes que podía realizar. En algún momento se terminó, mi capacidad de hacer listas sobre mis virtudes y también mi identificación con palabras como ''sociable'' y nunca supe cómo o en qué momento.

Cada año que pasaba me costaba mas trabajo encontrar amistades y cada etapa que concluía me volvía más retraída, hubo días que vague por el patio de la secundaria durante treinta minutos sin ninguna compañía y a veces, sin ganas de tener una. La realidad es que yo era todo eso, incluido lo de ''buena amiga'' pero ya no sabia como acercarme a las personas.

Durante la preparatoria fue peor, tenia la costumbre de escuchar música que no sabía exactamente porque me gustaba ni entendía del todo, pero era poco sentimental, no me producía ninguna emoción cálida o ganas de cantar, así que era mi preferida. Usaba audífonos con un volumen exagerado todo el tiempo y usaba un suéter sin importar la temperatura, estaba sola y ya no me gustaba tanto por mucho que lo afirmara.

Una vez que paso un mes de clases y los grupos de amigos se formaron, mi ansiedad creció, estaba ahogándome dentro de una capa extraña que no podía comprender y que ni siquiera había notado que tenía.

—Tu mamá me dijo que no hablas con nadie— mire de reojo a la amiga de mi madre mientras se sentaba a mi lado. Estábamos en un parque y mi hermana jugaba con su hija en los toboganes.

—En realidad, nadie quiere hablar conmigo— le dije casi en un susurro.

—¿Ya lo has intentado? — pregunto, en ningún momento la mire.

—Si, supongo que lo hice— la realidad, es que no sabía si lo había hecho en realidad.

—Cuando alguien deja de tenernos confianza tiene que ver con las señales que enviamos inconscientemente.

Pensé en que las primeras personas con las que hablé me vieron salir corriendo de la ultima clase del primer día, con mucha velocidad, sin despedirme y abandonándolos en la lluvia. Yo estaba llorando y solo quería encontrar a mi mamá e irme, no ahuyentarlos para siempre.

—¿Cómo envió señales de que quiero ser incluida? — esta vez la mire y una emoción dentro de mi creció.

—Te aíslas y se nota, pueden pensar que no te agradan y no precisamente que no tienes habilidades sociales, no uses audífonos, ríete de chistes que se lancen al aire para todos, participa en clases, comienza con saludos o ayúdalos en algo— me sonrió ligeramente.

—¿Y si no funciona? — trague saliva con dificultad.

—Seguro encuentras a alguien con quien compartas algo o empezar a compartir algo, no pasa nada— asentí y luego le sonreí a mi madre que se acercaba.

Hasta muchos años después me enteré que no era una cita para que las niñas jugaran, si no que había charlado con la amiga psicóloga de mi madre, nunca supe si aquella conversación fue la que me ayudo a tener confianza en mí misma para hablar y convivir con mis compañeros, pero definitivamente coincidió con mi desenvolvimiento social, en cierta parte estaba volviendo a ser yo, pero cautelosa.

A pesar de hablar con algunas personas aun me costaba confiar cosas muy personales a los demás, los ayudaba en clases y con la tarea, me reía de sus chistes y compartíamos asientos, pero aún no podía cruzar ese límite, excepto con Mayte.

—Entonces, durante le convivio del catorce de febrero nos vimos y supongo que inicio nuestra relación formalmente— se encogió de hombros, pero estaba hablando con una emoción diferente.

Era la ultima clase del primer día, se suponía que educación física no figuraba ninguna calificación en nuestro historial académico, pero eran las 7 de la noche, no había un sol tortuoso y tampoco teníamos valor para faltar. Podíamos hacer ejercicio en los aparatos, jugar algún deporte o correr por la pista, nosotras estábamos caminando.

—Y aun sientes cosas por él, ¿no? — le pregunte.

—Si, aun hablamos por Messenger, ni si quiera me gustaba, escribía muy feo— nos reímos.

—Yo supongo que ahora mismo ni Edwin, ni Aron me producen nada, aunque sigo pensando que son lindos— asintió y comenzó a caminar fuera de la pista.

Nos sentamos frente a frente en unos aparatos para hacer ejercicio, ahora que había vuelto a clases y me sentía acompañada, distraída por las clases y por todo lo nuevo que estábamos experimentando, ni si quiera recordaba del todo a Darién.

—¿Y qué sucedió con ese chico?

Alguna parte mía que dudaba sobre mi habilidad para confiar en las personas se disolvió en ese momento, porque se lo conté todo, todo sobre los chicos que me habían gustado y ella me conto todo sobre los chicos que le habían gustado. Le dije lo que paso con Darién, no de la forma que lo viví, si no como me sentía aquella noche, casi decidida a superarlo y sin el valor para dejar de hablar con él.

Fue una fortuna tener a quien decírselo, alguien que de verdad lo entendiera y supiera escucharte, alguien que noto el cambio en mi personalidad como si me conociera de toda la vida y que nunca, nunca se canso de escucharme de hablar sobre el cuándo quería hacerlo y jamás me pidió que dejara de hacerlo.

Contárselo significaba que a partir de ese momento tenia un par de oídos más, acababa de decirme las cosas que me habría gustado escuchar venir de María, estaba dándome el apoyo que no había recibido de absolutamente nadie en 2 meses, acababa de encontrar una amiga y a la larga, a la única mejor amiga que se había sentido en cada momento, que efectivamente, era la mejor.

—¿Qué ejercicio se supone que están haciendo? — nos gritó el profesor mientras paraba el ultimo cronometro de un compañero que corría.

—Caminata— le respondió Mayte, luego nos pusimos de pie para terminar la ultima vuelta.

Pasamos por enfrente de los que estaban jugando futbol, echamos una mirada al campo hasta que ella pudo ver a Alexander y casi por costumbre yo observe a Aron, luego nos reímos.

—¿Qué está pasando con Julián? — me pregunto camino a la salida. Gire los ojos.

—Ni si quiera yo lo sé,yo creo que ya le voy a decir que si— la mire y tenía la misma expresión que yo, se acaba de convertir en una broma eterna.

Estar muy lejos #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora