Capítulo 4

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                      *No tengo ni idea de quien es el  modelo, pero lo dejo en multimedia por si no se llegan a imaginar a Dylan, algo así es como podría ser él, pero con algo de misterio en la mirada.

Después de haber visto como la policía del pueblo se llevaba a Xavier, todos regresamos a casa, y ahora estaba recostada sobre mi cama, pensado en lo que sucedió en la escuela, viendo el techo blanco de mi recamara, mi madre no se encontraba en casa, no me sorprendía mucho, era ya algo normal.

Escucho la canción de Nerve say never y se instantáneamente que es mi teléfono el que está sonando, lo busco y lo termino encontrando en mi mochila, contesto.

- Hola. - Digo a través de la línea.

- Mi amor, siento no haberte dicho, pero tuve que venir a Jacksonville, tu padre me pidió que viniera, necesita ayuda con unos asuntos legales de la empresa y pues tú sabes cómo es esto...- hace una pausa. - No creo volver dentro de un mes, tu padre y yo pensamos regresar juntos así que nos veremos los tres en un mes sin falta, lo siento, corazón.

- No importa, Mamá, cuídense y no olvides hablarme seguido. - digo tratando de no parecer triste.

- Mi amor, en serio lo siento mucho, por favor cuídate mucha y cualquier cosa que pase no dudes en llamarme. - contesta de modo angustiado. - Te amo.

- Yo también, besos a papá. - me despido y cuelgo.

Me quedo viendo la pantalla de mi móvil, y la tristeza me invade, pues la situación siempre era la misma, mis padres se iban de viaje y yo me quedaba sola, lo peor de todo era que sabía cuándo ella decía que solo se trataría de un mes ese mes se convertiría en dos o tres meses realmente.

Me molestaba, pero eso no cambiaria nada.

Dejo mi móvil en el buro y trato de dormir una pequeña siesta, pero en el momento en que cierro los ojos escucho el timbre de la casa sonar.

Puede esperar, pienso sin ningún ápice de interés en ir a abrir la puerta.

El timbre vuelve sonar. Bufo con fastidio, me levanto de mala gana de mi adorada cama y sin ningún interés bajo las escaleras.

La persona que esta al otro lado de la puerta no deja de tocar el timbre, haciendo que me desespere.

- ¡Ya voy! - grito, pero al parecer no funciona porque no dejan de tocar. - ¿Quién infierno eres? - digo cuando ya estoy abriendo la puerta.

- No recuerda que mi adorada primita tuviera ese vocabulario. - me quedo sorprendida viendo a la persona que está en la puerta.

- ¿Dylan?, no puedo creerlo ¿Eres tú? - pregunto para cerciorar que no esté equivocada.

- ¿Quién más podría ser?, claro que soy yo, chaparra. - dice mientras me envuelve en sus enormes brazos y me empieza a dar vueltas, a lo que yo me agarro a carcajadas. Por mi mente pasan un montón de preguntas y no puedo evitar soltarlas todas de golpe.

- No lo puedo creer, ¿Como es que estas aquí? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué nunca me volviste a llamar? ...-me interrumpe.

- ¡Wow! tranquila, saltamontes, vamos a entrar y hablamos con calma. - dice mientras me empuja al interior de la casa y cierra la puerta a espaldas de él.

Nos dirijamos a la sala de estar y tomamos asiento en el sofá y solo nos quedamos viendo a los ojos sin decir una palabra, tenía años que no veía a mi primo, él es mayor que yo por 4 años, es hijo del hermano de mi padre. Dylan es guapo, tiene el cabello negro lacio despeinado, una tez blanca, ojos cafés, y tiene una complexión física muy buena, es el chico casi perfecto que cualquier chica quiere.

Sangre fría.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora