Capítulo 8

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El silencio fue sepulcral después de que dijera es simple palabra, ese simple nombre, instintiva mente lleve la mirada al anillo que un se encontraba en mi dedo índice. No habla en lo que restaba de camino a mi casa, mucho menos él.

Al llegar a casa me ayudo a entrar y ahora estamos en la sala de estar, bueno en realidad estoy, porque se fue para alguna parte de la casa, no supe que paso realmente todo se hizo un caos de un momento al otro, no vi mi primo ni a mis amigas en ningún momento, intenté llamarlos, pero nadie cogía su móvil, mi mente seguía en shock.

No podía sacarme de la mente lo que sucedió en el patio, no sabía si era real o solo algún producto de mi imaginación, podía sentir que eso ojos me mandaban directo al infierno. No sé por qué llega a mi mente el recuerdo del sueño que tuve hace tiempo, el mismo miedo, la misma sensación que tuve durante ese sueño.

Hay algo que no me cuadro algo que vengo pensando desde hace unos momentos en el auto. ¿Qué diablos hacia Div... Divell en la fiesta?

- Te recomiendo que te bañes antes de que te cure tu tobillo, te vez espantosa. - Su voz hace que sobre salte, volteo la cabeza sobre el hombro y veo que va bajando las escaleras.

¿Cuándo infiernos subió? Pensé.

- ¿Qué hac...? – me interrumpe.

- No estoy preguntando, fue una orden. - dice con firmeza una vez que está enfrente de mí.

- ¿Quién crees que eres como para mandarme? – Pregunto con voz retadora y hago un intento de pararme del sofá, pero fallo en el intento cayendo al suelo.

- A las personas como tú, se les puede ordenar. - Dice mientras se agacha y me levanta en brazo, empieza a caminar hacia las escaleras mientras continúa hablando. – Porque son débiles... - continúa hablando mientras sube las escales. – vulnerables, tontas...- se mente a mi habitación, que por alguna extraña razón sabe con exactitud cuál es y se mete al baño de mi habitación. – y asquerosas. - finaliza cuando me deja sobre el retrete. – Ahora báñate porque ya es tarde y tengo que curar tú tobillo. - termina por completo y sale del baño y yo me quedó sentada en el retrete.

Me intento parar, pero me es imposible, trato de agarrarme del lavabo y con eso logro ponerme de pie, me agarro de la pared y con eso logro llegar a la regadera, me desvisto dentro de ella y solo sosteniéndome en un pie empiezo a bañarme.

Durante el baño me pongo a pensar en todo lo de esta noche, deben de ser alrededor de las dos de la madrugada ¿Qué sucedió? ¿Qué fue lo que realmente sucedió? Trato de tardarme lo más posible en bañarme, pues realmente no estoy preparada para volver a lidiar con él, claro que eso no me dura ni una mierda, porque se escuchan unos golpes en la puerta.

- Apúrate si no quieres que te bañe yo. – Dice él al otro lado de la puerta, no hago caso a lo que dice y sigo con mi baño, pero eso no me dura porque no deja de tocar la puerta en ningún momento.

Cierro la regadera y con mucho cuidado trato de alcanzar la toalla que está en el toallero y con ayuda de la pared logro salir de la regadera, es cuando caigo en cuenta de que toda mi ropa está en la habitación, tengo la opción de ponerme la misma ropa de hace rato, pero esa opción se va cuando veo que toda la ropa está más asquerosa que nada, no me queda otra opción más que abrir un poco la puerta y asomarla cabeza.

- Humm, ¿Di... Divell? ¿Podrías darme algo de ropa? – Pregunto con voz tímida. Pronunciar su nombre me deja un sabor extraño en la boca, peor lo ignoro. No se escucha absolutamente nada, espero unos minutos, cuando ya estoy a punto de cerrar la puerta por su tardanza, aparece con ropa en la mano. – Gracias. – murmuro.

Cierro la puerta y examino la ropa, es un simple short corto de licra, una playera blanca grande y un juego de ropa interior, me sonrojo cuando caigo en cuenta de que tuvo que ver mi ropa interior. Trato de vestirme con mucho cuidado, cuando termino, salgo del baño sosteniéndome de la pared.

Cuando salgo veo que él esta junto a la ventana, con las manos agarradas por detrás, trato de no hacer ruido, pero es inútil porque él de todas formas logra escucharme y darse la vuelta, me detengo en la salida de la puerta del baño. Él se acerca y me ayuda a llegar a la cama de mi habitación, lo cual agradezco no aguantaba ni un minuto más de pie.

- Te voy a ayudar a vendar tu pie. – Dice mientras toma un botiquín de primeros auxilios, que no sé dónde lo saco, empieza a mover mi pie en círculos eso hace que suelte un gemido de dolor. – Creo que no lo tienes roto, nada más fue una torcedura, no tienes de que preocuparte. - Cada palabra que sale de su boca lo dice con el menor interés, lo dice con tanta frialdad que realmente no sé si le importa o no lo que me pase.

Terminar de mover mi pie, para después untar una pomada para la inflación y después venda el pie. Después de todo eso deja, deja sus manos por un momento alrededor de mi tobillo y podría jurar que susurro algo, pero fue tan leve que casi fue inaudible, que me deja con la duda de si escuche bien o no, deja mi pie con delicadeza, y empieza a recoger todas las cosas, cuando veo que ya va a salir de la habitación lo detengo.

- ¿Te vas? – pregunto tratando de que no me tiemble la voz por el miedo.

- Si.

- Espera...- Lo detengo, pero me quedo muda, divago por un momento, pero me armo de valor y pregunto. - ¿Qué hacías ahí? ¿Por qué me has ayudado?

- Me vi obligado a hacerlo. – Contesta con sequedad.

- Nadie te obligo. – Las palabras salen sin pensar, pero no me retraigo.

- Lo recordare la próxima vez que te llegue a ver a punto de ser aplastada por una multitud. – bajo la mirada a penada por mis palabras. Pienso en disculparme, cuando vuelvo a levantar la mirada ya no está en la habitación o más bien en la casa.

Me quedo en mi lugar por un momento, esperando que tal vez regresara, pero nunca lo hizo.

De forma complicada logre acomodarme en la cama para poder dormir, mi primo para ese momento todavía no llegaba a casa, trate de dormir, pero la mortificación de saber si estaría bien no me lo permitía, mucho menos la curiosidad de saber qué fue lo que paso en esa fiesta...

...

Despierto y observo el despertador y veo que son las diez de la mañana, me levanto con pereza y me dirijo al baño, me lavo la cara y los dientes y vuelvo a salir hacia mi closet; me cambio la ropa y cuando me estoy metiendo el short observo mi tobillo derecho veo que esta vendado, me siento lo más rápido que puedo en la cama, ya sin terminar de vestirme, y le quito la venda mi tobillo, todos los recuerdos de anoche me viene de golpe a la cabeza, observo bien mi pie y esta como si nada le hubiese pasado, me entra a la cabeza la duda de saber si todo eso paso o solo fue un sueño.

Termino de vestirme y voy corriendo a ver a la recamara de mi primo y veo que él no está en la cama, bajo a la sala de estar corriendo y lo veo sentado en el sofá viendo las noticia en la televisión. Eso me tranquiliza un poco.

- Buenos días. - Saludo y me siento a su lado. – ¿Qué ves?

- Calla. – dice mi primo sin despegar un solo segundo la vista del televisor.

Fijo la vista en la televisión y me sorprende ver que están trasmitiendo las noticias desde la casa de Ashton, escucho atenta a lo que dice la reportera.

"Estamos en la casa de los Wilson, donde ayer por la noche mientras el joven, Ashton Wilson, daba una fiesta de inicio de semestre, a una semana de haber comenzado las clases, los jóvenes de Pinecrest High School festejaban su inicio de curso, pero por desgracia fue arruinado al haber cuatro asesinatos de la misma fiesta, con estos son cinco las victimas en una sola semana que llegamos a tener en Southern Pines, para un pueblo tan tranquilo como este, esta clase de sucesos empieza a dar alerta a todas las familias. No sabemos ¿Quién o por qué? Está pasando esto, pero las autoridades ya empiezan a estar preocupados de que es..."

¿Qué demonios? ¿Cuatro asesinatos? 

Sangre fría.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora