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La familia Park estaba extrañada. Usualmente su gatito Jimin era muy alegre a la hora de la cena. Era bien alimentado y siempre jugaba con los pies de su ama; extrañamente no estaba jugando aquella tarde. Solo se echó cerca de la ventana del matrimonio, aquella ventana que daba a la casa trasera, la casa del gatito Jungkook.

La dueña de Jungkook se había negado rotundamente a que Jungkook se acercara a Jimin, eh ahí el porqué de que Jimin mirara tanto hacia aquella casa. Jungkook no había podido acercarse a la ventana para verle a la distancia si quiera.

–       Maldito, seguramente estás durmiendo –Lloriqueaba el pobre angora apenado.

–       Esa familia es tan complicada. Tampoco dejan que yo me acerque a Jin cuando nos vemos en el parque –Lamentaba un pobre NamJoon echado sobre la alfombra.

–       ¡No me importa! ¡Tengo que verlo otra vez! –El espíritu de Jimin era tan animado e imparable, que una simple distancia y una señora amargada no iba a impedir que no viera a su amado gatito.

–       Jimin, sabes que te odio, estúpido gato, pero ¿Entiendes si quiera que ese gato no te quiere!

–       ¡Si me quiere! ¡JIIIIIIIIIIIII! –Ni modo, era imposible detener a Jimin cuando quería algo. Y en verdad que quería a su gatito flojo.

A una velocidad gigante y de la nada misma, Jimin fue corriendo escaleras abajo para irse al patio trasero. Sus dueños al verlo tan inquieto se quitaron la duda de los hombros; suspiraron cuando se tropezó con una lana y comenzó a morderla y rasguñarla.

–       Ya está mejor.

Jungkook estaba siendo acariciado por su dueña, la hija mayor de la familia. No se quejaba de tanto amor y la comida que le daban (No tenia porque quejarse de la comida) pero le era tan odioso que su dueña le hablara como una bebé.

–       ¿Quien es el gatito mas hemosho del mundo?

–       Soy hermoso, lo sé, ¡Pero deja de hablarme así, maldición!

Pobre alma en desgracia.

Después de escaparse y darse un festín con atún, discretamente fue al cuarto de su ama. Tenía la idea de dormir una siesta inmensa pero al llegar lo único que encontró fue un angora rasguñando la ventana de su ama.

–       Jimin, ¿Qué haces aquí?

–       ¡Te extraño, te extraño, te extraño! –Jungkook quiso romper el vidrio por un momento. Jimin estaba casi lloriqueando y seguía rasguñando el cristal con sus patitas cortas y peludas.

–       La madre de mi ama no nos deja estar juntos.

–       Pero quiero estar contigo –Que precioso, pensó Jungkook. También maldecía sus sentimientos.

–       Mi ama está durmiendo con la ventana abierta últimamente. A la noche ven y nos veremos abajo en el patio.

Nunca se había visto tanta felicidad en la cara de un mínimo como la que se vio en Jimin.

Patitas suavesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora