9

812 62 0
                                    

–¡Da tu mayor esfuerzo, Oikawa-san!

Rodé los ojos con impaciencia. ¿Por qué nunca cerraban la boca estas chicas?
Me escondí en el asiento y acomodé mi gorra un poco más hacia abajo.
Oikawa se veía sereno... demasiado sereno, tan sereno que daba miedo.
Se giró algo brusco hacia mi dirección y estiró la mano para saludar con emoción.

–¡Por aquí, Umi-chan!

Sonrió como si nada y yo me hice pequeña pues las tres chicas que estaban a mi lado se giraron a verme, luego vieron detrás de mi como buscando a alguien más interesante, y regresaron a mi con miradas asesinas. Fulminé a Oikawa con la mirada y él artículo un "lo siento" en silencio mientras se rascaba la nuca nervioso.
Le lance una leve sonrisa para que volviera a centrar su atención al partido y él también sonrió un poco más relajado y volvió a darse vuelta.
Eventualmente el partido dio inicio y como siempre, un aura de dudosa procedencia rodeaba el cuerpo de Oikawa.
Me crucé de brazos y le observé con atención.

–Oye, niña...

Fruncí el ceño.

–Es a ti a quien le hablo

Giré la cabeza para verles.

–¿No hablas?

Permanecí en silencio.

–¿De dónde conoces a Oikawa-san?

Sonreí.

–Me parece que eso no te incumbe.

Volví a centrar mi atención en el partido y la chica que habló pareció ahogar un chillido.

–¡Es una grosera!

Oí a otra susurrar.

–Apuesto a que Oikawa-san solo la usa.
–¡Es su nuevo juguete!
–Oí que está loca...
–¿Sabes quien es?
–Está en la clase de al lado.

Fruncí el ceño, me coloqué de pie y sin mirar atrás me fui de allí con las manos en los bolsillos.
Las oí reírse detrás de mi.
Lo sé.
Yo más que nadie sé que solo soy su juguete.

A donde tú voz me lleveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora