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Me estiré todavía acostada en la cama, el cuerpo me dolía de pies a cabeza.
Me dolía la entrepierna... demasiado.
Oikawa estaba profundamente dormido, hecho bolita, abrazando una almohada y su cabello todo alborotado lo hacía ver adorable.
El reloj marcaba las 6:30 y las clases comenzaban a las 8:00 por lo que me fui a bañar en seguida.
Me lave bien todo el cuerpo y me quedé mucho tiempo bajo el agua, necesitaba que mis músculos recuperaran su fuerza.

–¿Umi?

Escuché decir a Oikawa, apagué la llave para que me escuchara

–Estoy en la ducha

Dos segundos después lo tenía completamente desnudo detrás de mi.

–Hola...

Mascuyó dándome un besito en la sien.

–Hola

Se metió bajo la ducha conmigo y empezó a lavarse como si nada. Sonreí para mis adentros, a veces, de verdad, DE VERDAD, parecía un adorable niño de 5 años.
Agarré el champú para hacer algo por él, aunque se le veía renovado seguía teniendo ojos cansados.
Oikawa se quedó quieto y bajó la cabeza en mi dirección para dejarme ser. Me concentré en hacerlo pasar un rato agradable porque, de alguna forma, sentía que se lo debía.
Cuando termine lo jale para que volviera a ponerse bajo la ducha y lo enjuague muy bien.

–Gracias

Susurró y se quedó mirándome fijamente. Me tapé los senos instintivamente, sintiéndome repentinamente avergonzada.

–¿Ahora si te da vergüenza?

Preguntó divertido y cruzado de brazos. Me sonrojé hasta las orejas y cerré la llave para salir.

–¿Para donde vas?
–A vestirme.
–¿Por qué? Todavía no he iniciado contigo...
–¿Eh?

Me rodeo las caderas con sus brazos y me atrajo a sí.

–Ahora, coloca ambas manos en la pared y agárrate bien.

Ahogue un suspiro e hice lo que me pidió.
Por dios, ¿es que tiene gasolina ilimitada?

A donde tú voz me lleveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora