11

800 62 3
                                    

Suspiré sintiéndome miserable y me encaminé al baño.
Al menos las chicas parecían haber perdido su interés en mi, pues, como veían que Oikawa ya no me seguía a todos lados asumían que ya se había cansado de mi y me había botado.
Lo había visto unas cuantas veces en estas dos semanas, y se le veía completamente bien, como si nada hubiera pasado.
Di un mal paso, me enrede con mi propio pie y caí de bruces sobre Iwaizumi-kun.

–Hayashi-san.
–Hola Iwaizumi-kun.

Se aseguró de ponerme sobre mis pies correctamente y me soltó como si nada. Me sonrojé y el pareció exaltarse pero se recuperó rápidamente.

–¿Por qué has dejado de ver a Oikawa?

Giré la cabeza sin comprender. ¿Por qué me estaba diciendo eso tan de la nada?

–Sé que es ago repentino pero en realidad necesito saber...
–Estaba jugando conmigo.

Ahora el giró la cabeza con cara de que no entendía.

–¿Ah sí? Porque yo...

Levante la cabeza para mirar detrás de él y vi que Oikawa se acercaba a nosotros con cara de poker por lo que decidí huir.

–Iwaizumi lo siento, me tengo que ir...

Giré sobre mis talones y caminé lo más tranquilamente que pude hasta que crucé por el pasillo y empecé a correr.
Frené frente al gimnasio de baloncesto y me apoyé sobre mis rodillas.

–¿Umi-san? Hacia mucho no te veía por acá...

Suspiré poniendo todo de mi para tranquilizar mi respiración y me incorporé algo incomoda.

–Hola Haru-kun.
–¿Estás bien?

Volví a apoyarme en mis rodillas rendida ¿he comido hoy?
Miré el celular cuando oí que llego un mensaje.

"Oikawa: ¿Por qué estabas abrazando a Iwa-chan?"

–Umi-san... de verdad no luces bien.

Me fui hacia adelante y el logró tenerme.

–Lo siento Haru-kun... siempre te doy problemas...
–Eso no es cierto.

Suspiró mirándome con diversión y me cargó en brazos cuál princesa. Me agarré de su cuello por instinto y me sonrojé escandalosamente.
No refuté pues de verdad me sentía miserablemente débil y empezó a caminar hacia enfermería.
Haru era mi vecino, lo conocía desde muy pequeña aunque nunca hemos sido especialmente cercanos. O bueno, solo a veces... era un chico muy misterioso. Era jugador del equipo de baloncesto.
Alto, fuerte, muy apuesto...

–Hemos llegado.

Abrió la puerta de la enfermería con el pie y me dejó sobre la cama.

–¿Quieres algo de comer?

Asentí.

–Siempre tan de pocas palabras... ¿Que te apetece? ¿Algo dulce?

Asentí. Sonrió sin mostrar los dientes y salió cerrando la puerta tras de sí.
Me recosté en la cama y me tapé los ojos con el brazo.
¿Cuál es mi maldito problema?
Giré la cabeza cuando oí la puerta abrirse, debe ser la enfermera.

–¿Primero abrazas a Iwa-chan y luego te dejas cargar de un desconocido como si nada?

Me senté de golpe, Oikawa estaba apoyado en el marco de la puerta con una expresión para nada agradable.

A donde tú voz me lleveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora