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Oikawa se había mostrado extremadamente tímido después de esa vez que fui a su casa.
Esa tarde evitó el sexo y solo me pidió cariños que lo ayudaran a dormir.
Luego en la escuela, aunque ya me dejaba ir al baño sola, seguía mostrándose precavido y evitaba a toda costa tocarme en público.
Me pareció tierno al principio pero estaba comenzando a fastidiarme mucho, demasiado.

Subí de dos en dos las escaleras hacia la azotea con el almuerzo en la mano, hoy quería algo de paz y tiempo a solas.
Abrí la puerta de golpe y grité de la sorpresa cuando vi a Haru ahí parado.
Él también se sobresaltó y se agarró el pecho como si le doliera.
Solté una carcajada y él también.

–No pensé que una chica tan callada pudiera ser tan ruidosa...
–Lo siento Haru, me has pegado el susto de mi vida.

Sonrió con cariño y se sentó bajo la sombra, lo seguí y empecé a comer enseguida.

–¿Quieres?

Pregunté y asintió.

–¿Tú color favorito sigue siendo el verde?

Asentí y le di otra salchicha.

–¿Por qué te has interesado en Oikawa?

Fijé mi vista en él sin entender muy bien la pregunta al principio pero terminé por sonreír.

–No tengo ni idea.
–Te gusta mucho.
–Pues si...

Sonrió y me pareció ver tristeza en sus ojos por una fracción de Segundo. Después de ver hacia el cielo pensativo, carraspeo y musitó muy bajito:

–Tú me gustas.

Me atraganté con la comida y él tuvo que darme palmadas en la espalda para ayudarme a calmar. Me preguntó si estaba bien y yo asentí rascándome la garganta con incomodidad.

–Tú... nunca... yo nunca sé qué estás pensando, la verdad es que me ha tomado por sorpresa...
–Eso puedo decirlo yo también de ti... en fin, te lo he dicho muy tarde, ¿verdad?

Asentí despacio.

–Sí me lo hubieras dicho meses atrás seguramente...
–Lo sé. Simplemente no contaba con que Oikawa iba a aparecer en tu vida de la nada.
–Yo menos...
–Te lo digo ahora, porque necesito aliviar un poco estos sentimientos... no voy a intentar nada contigo, pero extrañamente disfruto de fastidiar a Oikawa así qué tal vez este por ahí molestándolo.

Solté una carcajada. Oikawa lo detesta y solo ha cruzado como dos palabras con él.

–Sería divertido que eso sucediera.
–¿Me odia?
–No le agradas de a mucho.

Soltó una de esas risas sinceras que no escuchaba sino cada año y me tomó por sorpresa. Puse una mano en su hombro y lo apreté con gentileza.

–Lamento no corresponder tus sentimientos...

Sonrió y se puso de pie para extenderme la mano. Se sincronizó con el timbre.
Cerré mi almuerzo y tomé su mano.
Bajamos las escaleras y me acompañó hasta mi salón de clases mientras hablábamos de cosas triviales y en la puerta de mi aula, dando vueltas de un lado a otro exasperado estaba Oikawa.
Giró la cabeza de golpe y se quedó viéndonos a los dos sin poder creérselo, escuché a Haru soltar una carcajada por lo bajo.
Yo tragué saliva sintiéndome culpable.

–Umi...

Con tres grandes zancadas ya lo tenía en frente agarrándome de los hombros y analizándome de arriba a abajo.

–¿Donde demonios estabas?
–En la azotea.
–Te llamé y no me contestaste... pensé que eso había sucedido de nuevo. ¡Estaba preocupado!

Saqué mi celular del bolsillo y miré disimuladamente: 32 llamadas perdidas.
Mierda.

–Estoy bien... Haru estaba conmigo
–Espero no le hayas hecho nada

Le dijo a él amenazante, ignorándome.
Haru hacía todo lo posible para ocultar su sonrisa.

–¿Yo?

Oikawa tenía la intención de abalanzarse sobre él pero lo agarré de las muñecas y lo atraje a mi.

–Tooru, no hagas eso. Haru, te veo más tarde ¿si?

Haru asintió y se fue con una sonrisa de victoria a su salón de clases. Cuando ya dió la vuelta por el pasillo fijé mi vista en Oikawa.

–Él no me hizo nada, no te preocupes y... lo siento por no avisarte que iba a la azotea.

Mantuvo silencio y de golpe se le aguaron los ojos. Oh no... Tooru...

–Tooru... no...

Lo abracé fuerte y él se recostó en mi hombro y lloró en silencio.
Lo separé de mi cuerpo y caminé de nuevo hacia la azotea, todo el camino se tapó los ojos con el brazo sin poder parar de llorar.
Abrí la puerta, entramos y me paré frente a él para pellizcarle los cachetes.

–Te has vuelto todo un sentimental.
–Esto n-no es gracioso...

Le quité el brazo de los ojos y lo obligué a mirarme.

–Tooru, yo te prometo, te juro que eso no va a volver a suceder así que, por favor... olvídalo ya ¿si? Extraño que me toques maldita sea. No soy alguien que pueda romperse fácilmente y tu ni siquiera me has dado el beneficio de la duda.
–Pero te lastimaron por mi culpa...
–Ya te lo he repetido muchas veces... no. Fue. Tu. Culpa.
–Pero...

Empezó su pequeño discurso de culpabilidad de nuevo y yo rodé los ojos. Vale, me he cansado, si no quisiste entender a las buenas, entonces a las malas.
Agarré uno de sus brazos y le di vuelta haciéndole una llave, patee con fuerza necesaria su punto de balance en una de sus piernas provocando que cayera de rodillas y rápidamente puse su cara contra el pavimente ejerciendo un poco mas de fuerza en su brazo.
Él chilló, de sorpresa y luego se quejó del dolor.

–¿¡Qué haces!? ¡Umi, me estas lastimando!

Lo solté y lo hice rodar en el piso para que quedara boca arriba.

–Puedo defenderme sola. Por favor, si esto no te hace creerme no sé que más hacer...

Abrió los ojos como platos y tras largos minutos de espera soltó una carcajada, sonreí de alivio.

–Debo tener cuidado contigo... eso dolió, maldición.

Se apoyó sobre sus codos para mirarme divertido, acaricié una de sus mejillas sintiendo como me quitaba un peso enorme de encima.

–Entonces... ¿extrañas que te toque?

Se lamió en labio inferior y yo tragué saliva.

–Ven aquí.

Me jaló y terminé acostada a su lado, con sus labios sobre los míos.

A donde tú voz me lleveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora