Otro Plano (Camren)

Parte 25. Estabas en mis sueños... y ahí te quedarás

-¡Camila! – Un sombrío grito que desgarraba su garganta se escuchó en toda la casa, mientras la mitad de su vida se iba directo al infierno, ¿Dónde quedaba la misericordia ahora?– ¡No! – Lágrimas que quemaban al contacto, esperanzas desvanecidas en el vacío, un corazón desfragmentado... y aquel cuerpo inerte.

Rápidamente el lugar se abarrotó de personas, y en todas se podía diferenciar la misma expresión en el rostro a excepción de una, se trataba de un hombre castaño de mirada estremecedora y ojos marrones como el mar profundo pero vacíos... sin embargo aquel señor le recordaba estrechamente a su Camila.

-¡¿Qué es lo que le has hecho a mi hija?! – Preguntó dirigiéndose estrictamente a Brad, su rostro se tornaba siniestro a medida que la ira lo invadía progresivamente, tanto así que Lauren se estremeció al acto. No había dudas, definitivamente se trataba de Alejandro Cabello, sin embargo otra pregunta de mayor peso hacía presencia en su cabeza: ¿Qué hacía Brad mezclado en todo eso? ¿Por qué le había arrebatado el amor de las manos? Lauren no soportaba demasiada confusión.

-No lo podía pedir mejor, dos pájaros de un tiro. – Habló el joven castaño con una sonrisa triunfante, entonces dispuso el arma con dirección a Alejandro, curiosamente los espectadores no intentaron impedir nada ni entrometerse, solo se limitaron a lanzarse sobre el césped esperando el disparo. Lauren cubrió sus oídos, pero cuando levantó la vista la escena era completamente diferente, Brad ahora agonizaba sobre el suelo y el padre de Camila sostenía un arma plateada en su mano derecha.

-No esperé que me subestimaras. – Habló acercándose al castaño con sus pasos lentos. – Cuando te dije que Camila era lo más importante en mi vida no mentía, pero esto... ¡Esto! – Exclamó mirando con profundo dolor el cadáver que reposaba en los brazos de la pelinegra. – Ni con tu muerte has de pagarlo. – Concluyó y más disparos impactaron contra el pecho del Brad...

Londres, Inglaterra.

-¡Lauren! ¡Lauren! – Pronto sintió como alguien la sacudía levemente al tiempo que gritaba su nombre. En un forzado intento logró abrir sus ojos, los cuales sentía más pesados que nunca. La pelinegra se incorporó tallándose la vista intentando sacudirse el poderoso sueño que la poseía, rápidamente dio una mirada a su habitación sin poder estimar la hora, pero algunos débiles rayos del sol lograban colarse a través de las persianas.

-En verdad pensé que no te despertarías. – Escuchó la voz de Dinah reprendiéndola. – Mira tu reloj, son las cuatro de la tarde, ¡Las cuatro! – Exclamó muy cerca de su oído.

-Camila. – Enunció la pelinegra sobresaltándose, apenas notaba que todo aquello se había tratado de un simple sueño, pero ella lo había sentido tan real, aún podía percibir los besos de la latina quemándole la piel, sus palabras de amor retumbando en sus oídos, aún sentía sus caricias encandeciéndole el alma... ¿Y todo aquello había resultado un sueño? No, aquello no podía ser más frustrante.

-¿Qué? No me digas que plantaste a otra chica. – Dijo con reprobación.

-¿Eh?

-¿Quién es Camila? Acabas de mencionar ese nombre.

-No sé quién es. – Masculló agachando su cabeza, mientras que su voz reflejaba una tenue decepción.

-Es broma ¿Verdad?

-Solo fue un extraño sueño. – Respondió Lauren todavía confundida, aquellas memorias se encontraban demasiado frescas en su cabeza.

-Bien. – Asintió la rubia sin darle mucha importancia a las palabras de la pelinegra. – Lauren, ya es sábado, ¿Tienes cita para esta noche?