Un día de marzo, como uno más de todo el año, discutí con mis padres. En cierta forma, los entiendo. Entiendo que se puedan molestar conmigo de vez en cuando porque, joder, soy demasiado estresante de vez en cuando; pero no al punto de que deban agredirme físicamente. No lo sé, no entiendo porqué en pleno siglo XXI se sigue disciplinando con golpes.
Recuerdo que en una ocasión, la discusión fue muy fuerte para mí. Estaba molesta con mis padres, con mi hermano, con todos y conmigo misma. Empecé a llorar , me encerré en el baño, cogí una cuchilla (de las máquinas de afeitar), la coloqué en mi brazo izquierdo, presioné fuerte y jalé hacia abajo. Repetí el acto cinco veces más, hasta que me relajé y paré de llorar. Fue raro, pero el dolor eclipsó la tristeza y el enojo que tenía en ese momento. La sangre chorreaba por mi brazo hasta que manchó mi polo. Por más que intentaba detenerla, esta volvía a aparecer y en más cantidad. Volví a llorar. Esta vez porque recordé que, de pequeña, me horrorizaba la muerte, el suicidio, los golpes, el maltrato en general; y ahora yo me hacía daño a mí misma.
¿Acaso no era irónico? Vaya idiotez la mía. Algunas de mis lágrimas caían en mis heridas y, al hacerlo, estas ardían.
Al día siguiente, en el colegio, Alexia me agarró del brazo para llevarme al patio y me dolieron las heridas. Le pedí que no me agarrara tan fuerte el brazo y con eso bastó para que me obligara a enseñarle mi brazo herido. Me dijo que no lo vuelva a hacer porque me estaba haciendo daño a mí misma y que eso no solucionaba nada. De alguna u otra manera me convenció para que se lo contara a la psicóloga y ella, como todo buen psicólogo profesional, me dijo lo obvio: "No lo vuelvas a hacer, eso es muy malo. Solo te haces daño a ti misma. No vas a solucionar nada haciendo eso." Es que, joder, lo sé, sé perfectamente que no soluciono nada con esto, pero me había gustado ese ardor al momento de cortarme. Y sí, lo sé, está mal hacerlo, pero ... ya veremos qué pasa.
Durante la semana hubo más peleas, pero no me volví a cortar. Después de dos semanas tuve una discusión con mi progenitor. Esta vez fue peor: mi padre no dejaba de gritarme pero eso no era lo que me enojaba; lo que en verdad me enfurecía era que, cuando yo quería decir algo, él me callaba con una bofetada. Al término de la discusión, corrí al baño, coloqué la cuchilla en mi brazo sin cortes, presioné fuerte y, con las lágrimas en los ojos, me hice unos cuantos cortes. Fueron seis cortes. Hacer eso me desahogaba, era como gritar en silencio.
Nunca tenía problemas en el colegio o amistades ni nada de eso. Siempre que me cortaba era por culpa de alguna discusión con mis padres. Eso también me jodía: pensar que ellos eran el único motivo para coger una cuchilla.
Siempre he creído que no necesitaba de un psicólogo porque yo era consciente de que estaba mal lo que hacía; pero me gustaba, me desahogaba, me relajaba.
*NO SE LO RECOMIENDO A NADIE, NO ES ALGO BUENO NI SANO NI NORMAL. NO VAYAN A CREER QUE PROMUEVO LA AUTOMUTILACIÓN NI NADA PARECIDO.*