Dean y tu (Una vida desconocida)

Capítulo 5: Tu Otro Tú

*Narra Dean*

No podía dejar de pensar en que le podría estar pasando a ____. Ella no tenía ni idea de nada de nuestro mundo y parecía tan asustada sentada en la silla mientras Sam le explicaba lo que le íbamos a hacer… Ni siquiera había asumido aún que le íbamos ha hacer algo.

Cuando terminó de explicarle, ella asintió y me miró. Yo intenté fingir una sonrisa pero solo fui capaz de hacer una mueca.

Le eché agua bendita de la petaca y Sam le hizo un pequeño rasguño en la mano con la espada angelical para ver si le hacia algo.

Así como a los ángeles se les ve la Gracia cuando se les corta con la espada a ella no se le veía eso, pero tampoco sangre, era… como Gracia, pero oscura.

Nos miramos entre nosotros preocupados y ella nos miró aún más asustada.

Entonces Sam empezó a recitar el exorcismo para ver si estaba poseída:

-Exorcizamus te, omnis immundus spiritus…

Mientras lo iba diciendo empezó un viento muy fuerte y todos los folios empezaron a volar por los aires mientras ____ estaba inconsciente y su cuerpo estaba elevándose en el aire lo poco que podía al estar atada a la silla.

Cuando terminó ____ volvió a caer a la silla y el viento paró. Ella volvió en sí, abrió los ojos y pudimos ver que los tenía, en vez de negros como los de los demonios, grises. Nunca había visto nada igual y, la verdad, estaba un poco acojonado.

Sonrió de una manera muy siniestra. Parpadeó, sus ojos volvieron a ser como antes, pero empezó a hablar y sabía que esa no era ella:

-Hola chicos, me encanta ver vuestra cara de confundidos.

-¿Quién eres y qué haces en su cuerpo?

-¿Yo? Yo soy ella, mi querido Dean, - Se quedó un momento en silencio mirando hacia arriba, como pensativa. - al fin se ha desmayado, que ruidosa era, no paraba de gritar “Dean, Dean” como una niña pequeña. - Dijo con voz burlona.

-Eh, devuelvenosla.-Dije mosqueandome de verdad.

-Oh, que mono, que protector eres, que pena que ella no esté consciente como para verlo y así gustarse más de ti. Ups.-Dijo al darse cuenta lo que acaba de decir aunque no parecía que lo hubiera hecho sin querer.

Yo me quedé en blanco así que cerré la boca para dejar a los demás hablar. Cas fue el primero:

-¿Qué eres?

-Algo único.

-¿Como que único?

-Me refiero a que soy la única en este mundo que es así. Digamos que papá tuvo una aventura con una de las malas.

-Explicate.

-Dios, diablo, juntos igual a mi.

-¿Por qué ella no sabía de tu existencia?

-Seguís empeñados en que no soy ella, que pesados. Soy ella, la parte de mi que conocéis no me conoce por que Dios, por pura pena me mando a la Tierra y mi parte más… mala digamos, es decir yo, la dejo medio encerrada, aunque tampoco se preocupó mucho.

-¿Como te matamos?

-De verdad creéis que soy tan tonta como para deciroslo… bueno, os daré una pista, no podéis matarme sin matarle a ella. - Dijo esta última parte susurrando.

Se empezó a reír y yo saqué mi espada angelical y fui atacarle pero me detuve:

-Adelante, hazlo, mátame. Uno, esa arma de pacotilla no me va ha hacer nada y dos, no eres capaz de hacerle daño, ¿a que no? No eres capaz de hacerme daño a mi, aunque sigas intentando negar que ella pueda tener un lado tan malo y perturbador como yo.

Sam me cogió la espada y Cas me puso su mano en el hombro. Respiré profundo y esta vez fue Sam él que empezó ha hablar:

-¿Tienes poderes?

-Si, algunos, mezcla de los poderes angelicales con los de los demonios, os hacéis una idea de lo peligrosos que son, ¿no?

-Si, pero no nos importa, ¿por qué ella no puede utilizarlos?-Continuó diciendo Sammy.

-Oh, porque yo soy la parte de ella que los tiene, ya sabéis la que está aislada del resto del cuerpo. Al estar aislada he desarrollado mi propia conciencia y por ello tenemos esta conversación, supongo que si unierais todas mis partes, ella tendría también los poderes.

-Muy bien, ¿como hacemos eso? - Dije interviniendo.

-Pero, si me dejáis acabar,...

-¿Por que siempre tiene que haber un pero?

-¿Que gracia tendría si no? Si unis todas sus partes os arriegais a que no sea lo suficientemente fuerte y deje a su parte mala ganar. Aunque, si no lo hacéis, ahora que me habéis despertado, es muy posible que la atormente tanto que este cuerpo llegue a explotar.

Todos nos miramos y nos quedamos en silencio. Me estaban entrando ganas de partirle la cara, pero por otra parte no quería hacerle daño.

-Ya sabéis, Bum.

-¿Como os unimos?

-Eso yo ya no lo sé, no se como de bien mi padre me encerró así que… Tendréis que descubrirlo vosotros solos o puede que sea ella la que lo tenga que descubrir.

Volvió a cerrar los ojos y se desmayó. Supimos que era ____ de nuevo.

Me acerqué corriendo a su lado para desatarla y la llevé en brazos hasta mi cuarto de nuevo. No me importaba que estuviera en mi cama, de todas maneras yo no pensaba dormir hasta que solucionáramos esto. La tumbé y salí a fuera para hablar con los chicos:

-Bien, ¿qué creéis que deberíamos hacer primero?

-Yo voy a decirle a Jack que venga al bunker, puede que él nos pueda ayudar.-Dijo Cas sin dejar de mirarme con aspecto preocupado.

-Y tu y yo, - Dijo Sammy señalandonos a él y a mi.- deberíamos buscar en los libros alguna manera de unirlas.

-Está bien.-Dije serio. Normalmente era Sam el que empollaba los libros, pero esto necesitaba prioridad máxima.

-Sam, él debería quedarse con ella.-Dijo Cas mirando hacia mi habitación que tenía la puerta abierta.

Todos nos volvimos para mirarla. No se que es lo que me pasaba cuando la miraba, pero sentía paz y la necesidad de ir a besarla.

-Si, es cierto, Dean, mejor vigílale.

-Esperad, ¿queréis que haga de niñera?

-¿Acaso prefieres esperar a que Jack conteste al teléfono y venga o leer cientos de libros en vez de cuidar de ella? No lo creo.-Dijo Sam muy autoconvencido. Verdaderamente él sabía como convencerme para hacer algo.

-Bien, ir venga.

Me acerqué a ____ y me senté al lado suya en el borde de la cama. Me quedé observandola durante unos instantes. Seguía con la necesidad de besarle pero no debía precipitarme con ella. Debía esperar a que ella estuviera preparada, y también a que yo estuviera preparado.

Salí de mis pensamientos al ver que empezaba a abrir un poco los ojos y volvía en sí. Yo, que había unido su mano a la mía en cuanto me había sentado, moví el dedo por esta delicadamente y le pregunté:

-¿Como te encuentras?

-Con dolor de cabeza, pero creo que bien. ¿Que ha pasado?