Capítulo 6

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  Él saltó y se abalanzó contra ella para tumbarla en la cama. Caperucita solo sonrió y se dejó caer. El lobo feroz la tenía debajo, con un brazo a cada lado de la cabeza. Con sus garras rompió por completo el mojado vestido que llevaba la joven, desde el corpiño hasta la falda, dejando al aire sus pechos y sus pezones endurecidos por el frío, así como su cintura, sus caderas, su pubis... su sexo.

  Lobo se quedó un rato observando la suave piel de ella, humedecida debido al chapuzón en el agua del río, deleitado por la belleza de la muchacha; pensando fantasiósamente que esos carnosos muslos fueron creados para permanecer alrededor de la cintura de él.

—¿Cuántas veces tendrás que hacer eso? Estoy empezando a creer seriamente que jamás habías estado con una mujer, además de mí. —se burló, Caperucita.

  Pero el temible Lobo feroz no respondió, en lugar de eso se inclinó hacia ella y le pasó deliberadamente la lengua por uno de los pezones, después toda la boca, succionando, saboreando, dejándola sin habla. Ambos soltaron un gemido por la placentera sensación. Pero de pronto, con una fuerza descomunal y utilizando el elemento sorpresa, la muchacha lo arrojó y se subió a horcajadas sobre él.

—De verdad no creías que te dejaría tomar el control ¿o sí? —dijo ella, irónica. Posteriormente se acercó para juntar sus labios con los de él, besándolo vorazmente.

  Lobo se quedó tenso, pues jamás había recibido algo así de nadie, nunca. La única vez que estuvo con Caperucita había sido todo muy rápido, no hubo caricias en el proceso, ni palabras, ni besos...

  Ella se separó para verlo a los ojos, pues le empezaba a exasperar que él no respondiera ante el acto. Lobo frunció el ceño, desconcertado por la repentina separación.

—Veo que mis sospechas eran ciertas, Lobo, nunca habías estado con nadie más ¿eh? —él no dijo nada, solo se le quedó mirando, confuso—. ¿Qué pasa, te comieron la lengua los ratones —declaró en tono burlesco-, o he sido...?

  Pero fue interrumpida por la inesperada unión de la boca de él sobre la suya. Y en un acto osado, El lobo le posó una mano sobre la cintura y la otra sobre la nuca, atrayéndola lo más posible a él. Tratando de retomar el control otra vez, Caperucita le penetró la boca con la lengua, moviéndola acompasadamente: dentro, fuera, dentro, fuera; provocando que Lobo gruñera de gozo.

  Sin poder contenerse, Lobo feroz fue clavando cada vez más la garra que se encontraba en la cintura de la joven. Mientras tanto, ella hundía sus uñas en los macizos hombros de él. Dolor y placer se mezclaron para crear un solo ente.

  Jadeante, Caperucita trató de levantar su cuerpo un poco, pero El lobo se lo impidió, apresándola fuertemente. Ella colocó ambas manos en el pecho del can, y éste, con un rugido de protesta, finalmente cedió. La muchacha aprovechó ese momento al máximo y se volvió a colocar a horcajadas en el cuerpo de él. A continuación levantó sus caderas lentamente, y sin dudar, introdujo el miembro del macho en su cuerpo, fundiéndose, formando uno indefinidamente.

  Al mismo tiempo ambos soltaron un alarido por la pasmosa y cosquilleante sensación. Él podría jurar que estaba en el jardín del Edén, en un húmedo y cálido cielo, mientras un maravilloso ángel le devolvía todo lo que le había sido arrebatado sin ni siquiera tenerlo: dicha, gozo, felicidad, y un sentimiento incapaz de descifrar...algo que le provocaba alegría y le recorría todo el cuerpo, como quien es atravesando por una corriente eléctrica, siempre activo cuando se encontraba con ella, solo con ella.

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Nota de la autora:

  Espero que les haya gustado este sexto capítulo. Sé que es un poco más detallado de lo que acostumbro, pero ojalá que lo hayan disfrutando igual. 💖🔥

  No olviden votar. Pueden dejar su opinión en los comentarios. Nos leemos pronto. 👀😉✨

Caperucita roja y El lobo ferozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora