Mientras tanto, Caperucita roja iba por el bosque a todo correr, con los pies humedecidos ya por la nieve a su alrededor. No supo bien cómo pasó, pero al aproximarse a la orilla del río trató de frenar y calmar el paso, pero en lugar de eso, patinó entre el frío suelo y la nieve, hasta zambullirse por completo en las heladas aguas del río.
Sacó la cabeza y trató de flotar, desesperada por que sus pulmones tomaran un poco de oxígeno. Instintivamente sus manos buscaron algo de lo que pudiera sostenerse para que la corriente no la arrastrara. Agitó los brazos hasta que por fin halló a qué asirse.
La rama de un árbol se encontraba justo sobre su cabeza, y ella estaba fuertemente aferrada a ella. Afortunadamente la corriente del río no era excesivamente fuerte, y con un poco de esfuerzo logró llegar a la orilla.
En cuanto recuperó el aliento volvió a levantarse y caminó cuidadosamente, alejándose de río, para después continuar su carrera y regresar a la casa de su agonizante abuela. Estaba consciente de que en algún momento había perdido el recipiente que llevaba, pero eso ya no tenía importancia. Sabía que de un momento a otro ella debía partir, pero no quería que se encontrara sola cuando eso pasara...
¿Por qué no había salido y tomado algo de nieve de afuera? No lo sabía, probablemente porque muy en el fondo realmente Caperucita no quería presenciar con sus propios ojos el momento de la muerte de la anciana.
***
El lobo feroz miró a la difunta con desesperada angustia. Tenía que moverse de ahí ya, o Caperucita llegaría y daría por hecho que él había sido responsable de acelerar su muerte. Aunque cualquiera con dos ojos se hubiera dado cuenta del agónico estado de la mujer.
Comenzó a cavilar un momento sus posibilidades: salir corriendo la casa y tratar de interceptar a la muchacha en otro momento ó... de pronto tuvo una idea aventurada y tal vez hasta inapropiada dada la situación. Le dedicó una corta mirada al cuerpo inerte y mal oliente que se encontraba cerca de él, dubitativo.
Ya no tenía mucho qué perder, después de todo, las personas ya lo consideraban una bestia atroz y abominable. Si ellos fueran conscientes de que la creación más abominable del Señor la veían cada que sus rostros se reflejaban en el río; desalmados, matando por el mero hecho de poder hacerlo, en cambio bestias como él solo lo hacían porque era necesario alimentarse, dominados por instintos, no tenían otra opción.
Agitó su cabeza, despojando de su mente toda duda, y convencido de que Caperucita ya no tardaría en regresar. Tomó el arrugando cuerpo de la mujer entre sus brazos, cuidadosamente y abrió la puerta de salida, rodeando la casa y depositando el cuerpo de la anciana entre la nieve, cubriéndola por completo, no sin algo de culpa.
Pero no tenía tiempo qué perder, a fin de cuentas él era una bestia, no debería sentir culpa por dejar un cuerpo sin vida a la intemperie, eso era lo que las bestias como él estaban acostumbrados a hacer todo el tiempo, ¿qué, no? Sí, así era y así debía de ser.
Una vez hecho el trabajo se metió de nuevo a la casa tan pronto como pudo y empezó a rebuscar por todas partes, hasta que encontró unas prendas claramente pertenecientes a la difunta mujer. Se colocó el camisón por encima de la cabeza y rápido se tendió en la cama, al tiempo que se calaba el pequeño gorro a juego lo más abajo posible.
Finalmente se subió las mantas hasta el cuello y esperó largo rato, con los nervios de punta, hasta que por fin miró a quien con tanta angustia quería que pasara por la puerta. Ella siempre tan hermosa.
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Nota de la autora:
Lamento la demora, pero lo bueno es que... ¡por fin actualicé!
Agradezco a quienes esperaron estos capítulos y a quienes se están dando el tiempo de leer esta historia. Mil gracias. Espero que les esté gustando.
¡Saludos! 💖✨
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Caperucita roja y El lobo feroz
Historia CortaVen, acércate, te voy a contar una historia. No es de héroes con armaduras, ni princesas de largas cabelleras, ésta se trata de una joven de caperuza roja; suena trillado, ¿verdad? Pero yo te voy a contar lo que en realidad pasó. Has leído y escucha...