La hoja

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La ráfaga de viento sacudía aquella pequeña hoja caída de un árbol, durante esa época de otoño.
La fuerza era tal, que la hojita recorrió medio Islington en pocos minutos.
Podría haber sido coincidencia, tal vez no. Cuál haya sido la razón, la hoja de aquel árbol, terminó aterrizando frente a una chica de pelo de zanahoria, vestida más formal de lo usual, y con los ojos cristalinos. Ella apenas pudo percatarse de esa presencia a sus pies.
Lo que la pequeña hoja no sabía, era que había caído en medio de una despedida, una que ninguna de aquellas personas planeó ni se habría podido imaginar.
La chica de cabello anaranjado, volvió a mirar una vez más hacia atrás, temiendo a dar un paso hacia adelante, porque eso daría por seguro que ya era hora de marcharse para siempre.
La hojita, cuál observadora había aprendido a ser, notó que la mirada esmeralda de la chica no se despegaba de la mirada zafiro de uno de esos chicos que aún se encontraban en el umbral de aquella casa modesta. Pero ese umbral, en cambio, había adquirido un valor grandísimo, pues era el lugar donde colindaban la antigua vida de aquella chica, y la que estaba apunto de tomar, una que para ella apestaba.
Lo único que deseaba era poder pasar el resto de su vida junto a ese chico de mirada azulada, ese al que le había entregado su corazón cuando él le entregó el suyo. Ese con el que había compartido besos, abrazos... simplemente los mejores momentos de su vida. Pero ese mismo chico, era algo que no podía tener, que ni siquiera debería de haber deseado. Un alambre de púas lo rodeaba de pies a cabeza, pero a ella no le importó intentar atravesarlo, a fin de cuentas. Claro que como consecuencia, llevó mucho dolor, sangre y sufrimiento. Todo eso lo estaba pagando justo ahora.
Sin embargo, como dije, la hojita ignoraba ésto.
El auto negro, aparcado frente a la casa, dio otro aviso de que ya era hora de partir. La pequeña hoja suponía que más que no haber escuchado el sonido, la chica lo ignoraba, pues se mantuvo quieta y con la vista perdida sobre la piel amarillenta de la hojita; casi podría haberse sonrojado bajo aquel escrutinio.
El que posiblemente era el padre de la chica, se acercó a ella y le dijo en el oído que se hacía tarde. Casi como si el contacto la hubiera regresado a la vida, la chica de pelo anaranjado avanzó un par de pasos y entró al auto con una mochila al hombro y derramando una lágrima muy cálida; eso se podía asegurar pues cayó sobre la hoja. En ese momento ésta notó que ella llevaba puesto un uniforme. Se le vino a la mente un internado.
La hojita dio un último vistazo a la casa, donde estaba el chico antes mencionado, otro de apariencia mayor, dos niñas pequeñas y la madre de los anteriores, llevando en brazos a una de las últimas. Todos reflejaban dolor, pero el que parecía poder quebrarse en cualquier momento, era el chico de ojos azules, ese al que le habían arrebatado el amor de su vida de las manos; más que eso, su corazón.
Cuando el motor del cambio se encendió, para llevar a la chica por un nuevo camino, a una nueva vida, la hojita salió volando por los aires, justo de la manera como había llegado. Antes de eso, pudo ser testigo de unas cuantas lágrimas más, y manos agitándose en gesto de despedida.
La pequeña hoja no era insensible, si hubiera podido, también habría soltado lágrimas por la tristeza que le daba el hecho de que aquella familia no fuera a estar completa otra vez, de que un simple error de aquellos dos chicos, algo que no pudieron controlar, les haya costado tan caro.
Pero nada puede asegurar cómo termino todo aquello. El chico tal vez pudo salir a su encuentro, ir a por ella. Más, era la misma cantidad de probabilidad que no lo haya hecho. También, puede ser que ambos amantes continuaran su vida, yendo por senderos contrarios, recordando ese pequeño, pero al mismo tiempo, grande amor que compartieron, y que pudieron haber llevado adelante, si hubieran luchado más, si hubieran podido guardarlo en ese baúl por un poco más de tiempo. Pero no fue así, y esos pensamiento suyos solamente los atormentarían. Posible es que se hayan buscado otros amores, unos con los que se ahorrarían tantos problemas, aún y sabiendo que esa no es la forma en la que hayan querido vivir, pero que así resultó.
Sin embargo, no se afligan. Tal vez se fugaron juntos, luchando contra todo y contra todos, con el propósito de vivir junto a esa persona que de verdad los completaba, como siempre soñaron y desearon.
Hay muchas posibilidades, sólo una ocurrió... pero, ¿cuál?
Si logran averiguarlo, ¿podrían decírselo a aquella hojita otoñal que salió volando aquella tarde, atravesando de nuevo la ciudad?
Me dijo que se quedó con la intriga.

- D.

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