La fisgona

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Durante todas las mañanas, una chica introvertida, rubia, morena, europea, africana, de ojo claro, con acento alemán, físico americano, y gustos mexicanos también (¿Habían visto a una persona igual antes? Yo tampoco), observaba con gran cautela las posaderas de uno de sus compañeros de clase.

Su peor enemigo, siendo más específicos.

Le resultaba más interesante ser una fisgona que escuchar los anuncios de la directora, que siendo sinceros, no le concernían en absoluto.

Aún y sobre todo, ella se decía que era una masa malgastada: no le servía de nada al chico tener buen trasero, si era un completo imbécil.

Todos los días, los alumnos salían al patio, se paraban como estatuas, o más bien, como inútiles, uno frente a otro, hasta cubrir toda la cancha de basquetbol, de cemento, por completo. Ese era el momento que nuestra fisgona aprovechaba.

Una mañana como todas, el chico de masa malgastada, miró para atrás, pues quería averiguar por qué llevaba consigo una sensación de ser mirado. No le costó mucho averiguarlo, pues de inmediato ubicó a la chica ojos sueltos... luego descubrió que ni siquiera lo estaba miraba al rostro.

Tan absorta estaba la chica, que ni siquiera notó que el chico se dio cuenta de su actitud acosadora. Sin resultar una metáfora, él la descubrió con los ojos en la masa.

Su primera reacción, fue ponerse rojo y sufrir de una severa vergüenza, y así ocurrió durante unas cuantas semanas. Luego, cuando se dio cuenta de que algunas veces ser mirado y apreciado era un privilegio, comenzó a sacar de más el trasero, cuidando que no fuera muy obvio.

Cada mañana, la rutina se repetía: chico sacaba trasero, la chica lo miraba y disfrutaba.

Y así fue, hasta que llegó el fin del ciclo escolar, y con este, el fin de la secundaria.

Tal vez pueda sonar triste, pero al final, ningún de los dos se atrevió a dirigirse la palabra. Pero si a cualquiera de los dos le preguntaras, esas mañanas fueron de lo más divertidas... pero si le preguntaras a ella, agregaría y rectificaría, que él siempre fue y seguirá siendo un imbécil.

*Casi basado en hechos reales*

- D.

Relatos Espontáneos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora