Luna

19 4 0
                                    


Cuando el sol se cansa de vernos, se va, sigue con su misión de espiar el mundo y a sus habitantes, saber que hacen en el día, a dónde van, que comen, qué hacen, incluso cuántas veces hacen popó y otro par de cosas que nadie quiere saber sobre esos seres repulsivamente interesantes.

Pero para la luna, la noche es aburrida, no hay nada que ver ya que todos los seres borrosos duermen y se ocultan de ella en sus camas, no hay niños jugando, solo fiestas para gente adulta que nuestra pequeña luna no quería ver.

La luna no sabía si necesitaba esas cosa que se ponían en el rostro para ver bien, las había visto un par de veces en grandes anuncios iluminados y se preguntaba si a ella le quedarían tan bien como a esas perfectas modelos, o como le quedarían a el bello sol.

Se preguntaba si con ellas podría ver la alegría de las personas durante la noche, si así dejaría de solo escuchar los conflictos, las traumantes llamadas telefónicas, los choques por personas dormidas a el volante, ella pensaba que nada hermoso ocurría en las noches, todo era demasiado adulto para ella, lo divertido pasaba de día. 

Así que un día, las galaxias, tratando de ayudar a su gran amiga, elaboraron unos "para-ver-mejor" tamaño luna.

Y fue hasta entonces, que junto con un poco de polvo estelar manchando su artefacto, logró ver festividades, donde niños comían dulces, rompían piñatas y jugaban alegremente, vió un lugar llamado "dishney" donde, cada noche, llenaban un castillo con luces, canciones y fuegos artificiales, todo era tan malditamente hermoso para ella, que cuando acabó el espectáculo seguía en shock ¡Realmente iluminaron un castillo entero! Estos pequeños y sus locas ideas.

Estaba realmente feliz, y esperaba ansiosamente el próximo show.

-X

Relatos Espontáneos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora