Un pequeño perro empujó con el hocico la puerta hasta que cupo por ella. A pesar de estar dormido, el crujido hizo que Agoney tuviera conciencia de su propio cuerpo. Notó como Bambi le lamió la mano que estaba más cerca del borde de la cama. El chico se incorporó lo suficiente para agarrar al perro con ambas manos y meterlo en la cama con él. Inmediatamente después Bambi se tumbó a su lado y Agoney respiró.
Eran de las pocas veces en el día que podía permitirse respirar tranquilo ignorando el mundo en el que vivía y centrándose solamente en querer tanto al animal como este le quiere a él.
Agoney tenía el tiempo contado y ya se estaba haciendo tarde. Debía salir de la cama, vestirse y dirigirse a la cocina para desayunar. La casa estaba vacía y, aunque sus pasos resonaban por todo el lugar, Agoney no se sentía solo. Estaba acostumbrado a que sus padres, como pescadores, variaran su horario de trabajo cada día para pescar distintos tipos de peces en el mar. Tampoco podía echarles de menos, puesto que, si alguno de ellos perdiera el trabajo, no podrían permitirse el ritmo de vida que llevan. El Distrito 4 no era uno de los más ricos de Panem, pero la calidad de vida se pagaba bien. A pesar de todo esto, Agoney solamente había tenido que pedir teselas una vez, así que el número de entradas de su nombre en la Cosecha era casi el mínimo posible: Ocho.
— ¡Bambi! — llamó a su perro mientras abría la puerta del patio trasero. Al instante pudo oír cómo unas patitas bajaban rápidamente las escaleras.
Los rayos del Sol, que antes entraban por la ventana, podían pasar sin ningún impedimento a calentar la casa de Agoney. Cuando el perro llegó al jardín, el chico se despidió, recogió la vajilla usada en el desayuno y tomó un plátano para tomárselo por el camino. Mientras salía de la casa pudo oír ladrar a varios perros.
Al final de la calle tenía que esperar a un autobús que lo llevaría al colegio. A pesar de que les enseñaban temas básicos sobre el mar, los peces y la supervivencia, sabía que era un privilegio tener este tipo de clases. Algunos distritos no las tenían y otros, por lo que había escuchado, eran mucho más estrictos y esa era la razón por la que el mayor número de vencedores fuera de esos distritos. Había rumores que decían que con la excusa de las clases de gimnasia, los entrenaban en el combate cuerpo a cuerpo. Si no llegaban a entrar en los Juegos, podrían llegar a ser agentes de la paz. Sin embargo Agoney no tenía esas aspiraciones, el sistema educativo del Distrito 4 era más avanzado de la media, pero no tenía mucha idea de combatir. Pero la muchacha nueva sí sabía de eso.
Una chica con el pelo largo y ondulado se paró a su lado para esperar el mismo autobús que él. Llevaba menos de un año en el Distrito 4, pero parecía que su piel bronceada era tan natural como la de él.
— Buenos días.
La chica siempre tardaba unos segundos en contestarle.
— Buenos días.
El autobús llegó y ella se montó antes que él. Agoney decidió sentarse juntamente detrás del asiento que había escogido la muchacha. Algunos mechones de su largo cabello cayeron en cascada por el respaldo. Agoney se fijó en el color. Los tonos de cabellos de la isla donde vivían solían ser muy oscuros, por lo que el tono tostado desentonaba. La chica nueva no pasaba nunca de desapercibida. Todo el mundo quería saber sobre ella y sobre el lugar donde había estado viviendo antes. La información del Distrito 2 la habían aprendido a través de los Juegos y los vencedores, pero, desde que había llegado, los rumores volaban.
Agoney estaba tan concentrado en sus pensamientos que dio un respingo cuando la chica se dio la vuelta y se dirigió a él.
— Perdona, ¿tú eres el que suelta al perro en el patio por las mañanas?
Agoney dudó unos segundos. Estaba descolocado entre el acento de la chica y el hecho de que se dirigiera directamente a él.
— Sí...
— ¿Un perro pequeño? — Insistió.
— Sí, Bambi.
La chica se levantó de su asiento para volver a sentarse al lado de Agoney.
— Es que hay días que lo sueltas tan temprano que mi perro me despierta con los ladridos — Agoney no sabía bien cómo responder—. Hay otros días que me da igual porque ya estoy despierta, pero, buah, cuando me despiertan los ladridos de mi perro, me despierto de mal humor, ¿sabes?
— Sí.
La chica ladeó la cabeza y entornó los ojos. Miró a su alrededor y susurró:
— ¿Qué la pasa? — Volvió a mirar a Agoney y se acercó a él para hablarle más bajo. — Me dijeron que aquí se podía hablar entre chicos y chicas.
Agoney sacudió la cabeza. No entendía nada.
— Sí, sí, sí.
— Pues, chico, deja de decir sí y empieza a comprometerte. No saques al perro al patio hasta que no te vayas a ir de la casa.
— Vale, sí, puedo hacer eso.
— Genial—La chica parecía dispuesta a volver a su sitio, pero giró la cabeza y volvió a mirarlo a los ojos—. Soy Miriam.
Agoney se dio cuenta en ese momento que sabía más cosas del Distrito 2 por los rumores que el nombre de la chica.
—Yo soy Agoney—Miriam asintió con la cabeza y movió las cejas, parecía contenta de haber hecho que dijera alguna frase sin un "sí"—. ¿Qué es eso de no poder hablar entre chicos y chicas?
— En el Distrito 2 solamente podemos relacionarnos con personas de nuestro mismo sexo— La cara de desconcierto de Agoney hizo que continuara—. Para, cuando vayamos a los Juegos, no tener ningún vínculo con el otro tributo.
— Entiendo... La verdad es que está bien pensado.
A Agoney no se le pasó inadvertido que había hablado en presente. Miriam todavía se sentía parte del Distrito 2 o quizá es que simplemente aún se sentía "la nueva" en un sitio donde todo el mundo la miraba como si fuera un espécimen. La ropa ancha de la chica cobró sentido cuando daba por supuesto de que iría a los Juegos. ¿Tendría los músculos marcados debajo de la sudadera?
Miriam parecía interesante o, al menos, le intrigaba toda la información que contenía sobre un distrito que no era el suyo. Sin embargo sabía que las reglas del Distrito 2 tenían razón. En el caso en el que Miriam y él empezaran a hablar más hasta crear una amistad y esta fuera a los Juegos y la mataran, él sufriría. Pero, ¿cuáles eran las posibilidades?
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Hasta aquí el primer capítulo de "Ganar el juego sin ti". Espero que os haya gustado, si es así, me haría muy feliz que me dejarais comentarios (vuestra parte favorita, qué os gustaría que pasara, etc.), ya sea por twitter (@softamigas) o por aquí.
Siempre comentarios constructivos, nunca destructivos por favor.
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Ganar el juego sin ti (Ragoney)
Fanfiction"Ganar significa fama y riqueza, perder significa la muerte segura." Veinticuatro tributos entran en la Arena y solamente sale uno. Universo alternativo de los chicos de Operación Triunfo 2017 en los Juegos del Hambre.