Ganar el juego sin ti (Ragoney)

Capítulo 16: Agoney

Esta vez pongo esta pequeña nota antes para avisar de que se viene encuentro sexual. En cuanto no os sintáis cómodos leyéndolo, por favor, id directos a la nota final.

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Agoney mentiría si dijera que no se preocupó cuando vio que Ana Guerra entraba en el comedor. Algo se relajó dentro de él cuando ni siquiera le dirigió una simple mirada. Sin embargo, cuando la tensión comenzó a acumularse en el otro lado de la mesa, no podía dejar de mirar a Miriam y cómo apretaba los labios frustrada.

Un nudo se le creó en el estómago cuando se levantó, junto con Mireya, y ambas acompañaron a Ana Guerra a la salida. Lo único que deseaba en ese momento era que se volviera a mirarle y notar como su compañera de distrito estaba mucho más tranquila que él. Agoney quería que le hiciera saber que todo iba a estar bien.

No hubo ninguna señal de que nada estuviera bien. Más tarde, el hecho de que solamente Miriam regresara sería una alarma incesante en su cerebro que no podría calmar hasta la mañana siguiente.

La angustia se hubiera apoderado de él si no fuera por la caricia constante que relajaba su cuerpo. Agoney sabía exactamente lo que estaba pasando. Raoul acariciándole no era más que una consecuencia de sus sonrisas y de sus frases con dobles significados poco escondidos.

El tributo del Distrito 2 parecía haber decidido que, si solamente podía tenerlo delante de las cámaras, iba a acapararlo de manera completa. Al menos esa fue la conclusión a la que llegó Agoney sobre la insistencia de Raoul de ese día. Probablemente cuando estuvieran fuera del alcance de las cámaras, volvería a ser el mismo chico reacio de esa mañana.

— Oye —intentó llamarle la atención para que la mirada de Agoney dejara de estar perdida en la sombras de las tres chicas que habían salido. Su mente estaba un poco más cerca de lo que el rubio se pensaba—, ¿estás bien?

Agoney asintió, poniendo su mano encima de la ajena, parando momentáneamente las cosquillas que le producían la caricia para intentar atraparlas todas con sus dedos. No se sentía incómodo haciendo esto, pero le comenzaba a desagradar que no volviera a llevar el control de la situación. No lo veía tan desesperado por su contacto y ahora era Agoney el que necesitaba que Raoul le suplicara que estuviera junto a él, aunque fuese con la mirada.

— Algo preocupado... —Raoul ladeó la cabeza para que Agoney profundizara más en el tema. Por supuesto, él se negaba a contarle de verdad lo que recorría su interior. No aceptaría nunca que se sentía bien controlando algo ajeno, ya que no podía controlar su vida y que, ahora que parecía que Raoul le había dejado claro que solamente iba a tener esta relación en público, era cuando más lo necesitaba—. No es nada...

— Dímelo.

Raoul posó sus suaves labios en su mejilla. La segunda cosa que Agoney jamás aceptaría era que realmente algo de él se debilitaba ante su contacto.

— Estoy preocupado.

Antes de que pudiera continuar, Raoul depositó otro beso en su mejilla, justo en el mismo sitio.

— Eso ya me lo has dicho.

Las suaves palabras del muchacho, sus suaves labios y su suave mano, aun debajo de la propia acariciando su brazo, lo debilitaban. Agoney no quería sentirse así. Él quería volver a tener el control.

— No sé nada del combate cuerpo a cuerpo —le confesó, bajando la voz—. Entre que Miriam quería que investigara información y que he intentado prepararme para la prueba de mañana un mínimo... —Raoul le escrutaba con la mirada, intentando adivinar si le estaba contando la verdad. La realidad era que no le estaba mintiendo, aunque eso no fuera lo que se le estaba pasando por la mente en esos momentos—. Lo único que tengo son agujetas —añadió con una sonrisa— y un montón de conocimiento aleatorio en mi cabeza —Raoul bajó la mirada a los labios ajenos y sonrió. Agoney había echado de menos tener su atención en ese lugar. Le habló despacio, recreándose en su propio movimiento—. ¿Quieres enseñarme?