Capítulo 11

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~Santiago:

-No, esto no puede ser verdad.-Dice con confusión en su rostro.

-Julio, lo es, me enamoré de ella.-Digo ya con más calma.

-No te preocupes por nada, sabías que tarde o temprano me hiria, deje la banda y ellos me buscarían.

-Julio, pero el jefe me dijo que pensó que eras tu, y yo no lo negue...

-Da igual, sabes que por ti haría todo lo que fuera ,Santiago, tu eres la única familia que tengo.-Y me abrazó, no era como los abrazos de Ximena, pero me llenaban de cariño.-Bueno, mi tren va a partir, cuidate mucho, y cuida de ella, la banda no se cansará.

-Lo haré.-Y diciendo esto desapareció dentro de un vagón.

Observe marchar el tren con tristeza, hasta que se escucho un estallido. Corrí lo más rápido que pude. Una imagen se poso en mis ojos llenando de ira, rencor, rabia, tristeza y mil sentimientos oscuros más mi ser. El tren en el que marchó Julio explotó, lo más probable es que sea provocado y se de los causantes. La banda lo quería ver muerto y lo consiguió. Entonces inconscientemente grito, alto, muy alto y me desahogo. Esto no puede estar pasando, debe ser un mal sueño. Hago mil intentos de despertarme pero ninguno me hace despertar porque ya estoy despierto. Huyó al río donde estuve con Ximena, necesito huir de mis pensamientos y dejar la mente en blanco. Cuando estoy en el río dejó pasar las horas hasta que amanece. Después voy a mi cuarto y dejó pasar las horas, hasta que alguien inunda mi mente de lleno; Ximena, anhelo tanto tenerla a mi lado, la necesito tan cerca de mi... No puedo esperar ni un segundo, agarró mis tenis y me dirijo a su casa. Cuando la tengo delante trepó hasta el balcón de su cuarto, aún duerme, se ve tan hermosa... Alguien entra por la puerta con una bandeja de desayuno. Cuando alcanzó a mirarle la cara lo reconozco. Es Marco, el confidente del padre de Ximena, el odia tanto a nuestra banda como el padre de Ximena, o quizá más.

~Ximena:

Alguien me despierta, con un beso en la mejilla, debe ser Santiago. Son tan feliz.

-Buenos días hermosa.-Dice, esa no es la voz de Santiago y la desilusión me inunda.

-Buenos días, Marco, ¿mi padre esta en casa?.

-No, el salió a hacer unas cosas.-Odio como lo dice, como si no estuviese haciendo algo retorcido ahora mismo, Marco es igual que mi padre, en cambio Santiago... Ojala fuera Santiago quien estuviese ahora mismo en mi cuarto y no Marcó.

-Esperame abajo, voy a vestirme.-Digo cortante para que se vaya. El se sale de mi cuarto confuso, seguro que no esta acostumbrado a que las chicas sean tan cortantes, con su belleza conseguirá a cualquiera, pero conmigo no es así, mi corazón ya tiene nombre. Ojala Santiago estuviera aquí, lo necesito. Miro a la puerta del balcón para ver si mis plegarias han dado resultado y lo veo, pero no veo a el Santiago que e visto antes, ahora esta destrozado y se le ve confundido. Abro rápidamente y con nervios el pestillo que cierra la puerta, quiero que me bese y que me abrace, pero en cambio no se mueve y mira hacia el suelo. Lo abrazo y lo beso con pasión, como si hiciera años que no nos vemos.

-Santiago te he extrañado tanto.-Susurro a penas sin despegar mi cara de la suya que la sostienen mis manos.

-Ximena, nose si soy para ti, soy un demonio, todo a mi alrededor se pierde.-No entiendo lo que me dice, pero...

-Yo quiero estar contigo, esperame aquí ahora vuelvo.

Me visto rápido y bajo. Mi guardaespaldas me espera.

-No comiste de la bandeja que te lleve, ¿cierto?.

-Mmm no.-Digo con la mirada al suelo y noto que las mejillas me hierven.-No tengo hambre voy a estar leyendo arriba, no te molestes por mi, si quieres puedes ir con mi padre.

-No, tengo que cuidarte, me quedaré aquí en la sala.

-Vale.

Y diciendo esto voy lo más rápido posible a mi cuarto y cierro la puerta con el pestillo.

-Vamos al río donde fuimos la primera vez que hablamos, tengo mucho que contarte.-Susurro antes de abrir la puerta del balcon y bajar con Santiago. Vamos rápido hasta allí, nose porque pero me siento segura en ese lugar y más con el, no entiendo eso que me dijo en mi cuarto, yo lo amo y quisiera pasar el resto de mi vida a su lado, ojala fuera tan fácil como decirlo. Paso una hora mientras le contaba todo, lo del guardaespaldas, los seguros para las puertas y ventanas, todo. Cuando acabe el comenzó a contarme lo ocurrido. Con cada palabra más palidez tomaba mi cara, no podía ser cierto lo que me contaba. Cuando acabo rompió a llorar.

-No quería que hubiese acabado así, ojala yo me hubiese montado en vez de él.

-No digas eso Santi.-Digo sin poder decir nada más y lloró, no se merece sentirse así, y lo abrazo, permanecemos asi durante minutos, no me puedo separar de el, o tal vez no quiero. Nos acostamos rendidos de tanto llorar en la hierva que estaba junto al río, y nos dormimos, abrazados, nunca me había sentido tan bien, tan plena, lo amo tanto.

Un amor entre bandas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora