Capítulo 8

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San Valentín, el día de la amistad. Día de amor y desamor, en este día todos encuentran romántico declarar el amor hacia las personas o simplemente quedarse en casa todo el día viendo televisión con un bote de helado de chocolate.

También es el día donde las personas se sienten resentidas porque el amor no está en su vida, o por aquella persona especial dijo que no.

Amelia y David estaban en clase como cualquier otro miércoles, en la escuela se habían organizado diferentes actividades para perder clases a petición de los alumnos.

David como todos los 14 de febrero en esa escuela ya tenía diferentes declaraciones de muchas chicas y uno que otro chico.

Amelia, por otro lado, lo único que había recibido eran algunas cartas de sus amigas y de un admirador secreto que le mandaba cartas y regalos desde hace un par de meses. Ambos estaban sumergidos en sus mundos opuestos. Amelia había decido decirle todo en unos días, sabía que no pasaría mucho hasta que David empezara a desesperarse por el hecho de no saber nada muevo de ella.

David solo sabía que estaba en la escuela, pues nadie fuera de ella sabía donde vivía, que no fuera de su familia.

El tiempo se acortaba pues el día que seguía sería el segundo desastre.

Ese día entre las cartas de las admiradoras de el chico había algo que le llamó la atención.

El viernes en el parque detrás de tu casa a las 8:10 ni un minuto tarde ni un minuto después.

Revisó a su alrededor con la esperanza de ver si alguien lo estaba viendo a el, expectante a que viera esa carta. Pero no había nadie que pareciera atento a cada movimiento que hacia.

Mientras el se emocionaba por palabras y números, un golpe de como se azotaba una puerta de metal proveniente de uno de los otros casilleros. Una chica al borde de las lágrimas corría para huir de las risas con burla de sus compañeros.

En letras de un rojo brillante en la puerta del casillero se leía terrorista y una hoja de papel doblada yacía en el piso. David con paso decidido llego hasta donde había una foto de una chica con un hiyab donde su cara había sido tachada con un plumón indeleble.

Mientras risas y llantos eran escuchados, alguien más había decido que esto no podía continuar y haría que se arrepintieran de sus elecciones. Y demostraría que no solo los de ciertos grupos religiosos eran asesinos.

El día siguiente en la mañana los chicos llegaban como era costumbre a la escuela, dejaban sus cosas en sus salones y esperaban al timbre de entrada

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El día siguiente en la mañana los chicos llegaban como era costumbre a la escuela, dejaban sus cosas en sus salones y esperaban al timbre de entrada.

Ese día Martha había decidido lo que pasaría y como pasaría. Sabía que ese día vidas acabarían aunque contaba con que cierta persona podría evitar que sus planes se hicieran realidad.

Las primeras horas pasaron con tranquilidad, una asamblea había sido agendada para decir el ganador de la rifa que había tomado lugar el día anterior. Toda la escuela estaría ahí.

Perfectas condiciones para ella.

Los últimos 20 minutos de clase para ir a escuchar los resultados pasaron como si la vida de los estudiantes no estuvieran en peligro.

El timbre sonó y los alumnos se dirigieron hacia el auditorio.

1000 personas entraron; pero no se sabía cuantas saldrían.

Marco había tomado su lugar algunos asientos adelante de Martha al igual que David. Amelia por su lado, junto a sus dos inseparables amigas habían entrado casi al final por lo que sus lugares estaban casi al fondo donde la vista era algo limitada.

Martha escaneo rápidamente el lugar para ubicar a todas las personas a las que había escogido para causar miedo y las que tenían que morir.

Se levantó y caminó lentamente hacía un punto indefinido los maestros la vieron y le pidieron que regresara a su lugar. Lo único que lograron fue que uno de ellos terminara con una bala en el cerebro. Hubo gritos y todos tenían expresiones de horror en sus rostros. Otra bala fue disparada hacia la cabeza de una chica de primer grado, la sangre salió de su cabeza al igual que otros fluidos y una parte de su cerebro. Una sonrisa adorno su rostro mientras decía:

-Hoy los estereotipos se acaban.

David salió de la ensoñación y volteó a ver a su alrededor.

-Mierda

Ya había cometido el error de no hacer caso a estas alucinaciones y decidió que esta vez no permitiría que nadie muriera.

Espero unos minutos hasta que vió que Martha abandonaba su lugar y empezaba a caminar. No lo dudo ni por un momento y el hizo lo mismo. Solo que esta vez, hizo algo diferente a lo que el había visto. Sacó el arma antes de lo planeado y disparó hacia una de las chicas que había visto riendo el día anterior cerca del casillero. Se escuchó un grito mientras la sangre manchaba el piso, David corrió hacia ella e hizo que ambos terminaran en el piso. La pistola cayó lejos de ellos y alguien la agarró con temor para que no la recuperara.

Los profesores corrieron a socorrerlo agarrando a una Martha muy molesta porque su plan no se había completado y solo había podido acabar con una persona.

Amelia tenía el arma entre sus manos, y se sintió terrible por no haber dicho nada antes. Pero ese mismo día David sabría que aún no está loco.

 Pero ese mismo día David sabría que aún no está loco

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